martes, 11 de febrero de 2014

LA AMBICIOSA NOTORIEDAD DE ARANTZA QUIROGA

Arantza Quiroga tiene muchos problemas. Todo dirigente de un partido político los tiene. Pero la presidenta del Partido Popular vasco ha añadido uno propio a la lista general de dificultades que debe gestionar. Se trata de la desmedida ambición de notoriedad con la que pretende construir su perfil de referencia política.

Marcar carácter propio es un rasgo que todo líder tiene construir para hacerse un hueco frente a la opinión pública y la publicada. Y, a tenor de la corta pero significativa andadura de la presidenta popular, Quiroga se ha equivocado.

Ella, o sus asesores, han pretendido contrarrestar su dulce imagen con un discurso bronco y de contienda. Faltón en ocasiones como lo evidenciado ayer en una entrevista en la radio pública al afirmar que el lehendakari se ha convertido en “el portavoz de los presos” etarras. Hacer de “San Gil” sin serlo es un grave error que le va a limitar, y mucho, su progreso en la política vasca.

No se entiende que se reclame “discurso propio” para el PP vasco y se comporte como los hooligans ultramontanos que han sacudido a todo lo que se movía en Euskadi.

La notoriedad no se consigue buscando la foto o el titular a costa de cualquier cosa. De buscar el diálogo en privado para, de puertas para fuera transformarse en una máquina de reproches. No se alcanza desafiando continuamente la confianza del adversario, desacreditándolo sin argumento, simplemente por el hecho de tener un minuto de gloria en los efímeros titulares de los medios digitales.

Arantza Quiroga debiera saber que el liderazgo se sustenta en la capacidad de interlocución, en la seriedad de compartir, en público y privado el respeto al diferente, participando o no en sus puntos de vista o sus planteamientos, pero nunca desafiando, con falsedades, la necesaria complicidad personal que toda relación –y más la política- debe tener.

Arantza Quiroga se ha equivocado. Pretender ser látigo de un ejecutivo no implica ser descortés. Ambicionar mayor presencia pública no implica perder la compostura por una foto porque tanta voracidad mediática evidencia artificio, impostura y hasta un pellizco de frivolidad.

El Partido Popular ha tenido, desde siempre, un problema muy grave de credibilidad en Euskadi. El apoyo social que suscita, salvo en territorio alavés, le convierte hoy por hoy en la última opción de la comunidad. Una posición que, lejos de mejorar, empeora con el tiempo y que puede conducirle a un espacio residual de la política vasca. La falta de criterio propio, la inadaptación de su presumible talante foralista a un vasquismo templado, y su constante actuación discursiva en la banda del rancio españolismo le lleva, si no hay un giro en el rumbo, a achicar aún más su ámbito de influencia.

Los esfuerzos de Oyarzabal y Semper, entre otros, por modernizar la imagen y el tono de las propuestas conservadoras pueden verse malogradas por la apuesta cosmética de Quiroga. Una apuesta de salsa agridulce que no convence ni a propios ni a extraños. Y que de seguir por los actuales derroteros va a dejar a la actual presidenta del PP vasco sin nadie que la atienda. Quedarse sin nadie que le conteste al teléfono puede ser la consecuencia directa de su insolente comportamiento público-privado. De ella dependerá que la notoriedad que hoy disfruta sea efímera o se asiente. De momento, va por mal camino.

2 comentarios:

  1. Creo que ya comenté por aquí que tras los insultos y mentiras que lanzó Danborenea y la misma Quiroga tras la manifestación del 11 de enero,el PNV debería haber EXIGIDO rectificación y disculpas públicas a esta banda de neofalangistas-pop.Y si se niegan pues mira,que les vayan dando,que para lo que pintan y aportan no se pierde nada.

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  2. Estos siempre tendrán la misma duda. Si el PP varia sus posiciones siendo un partido de mas talante y de evolución ante los acontecimientos actuales y venideros, sufriría el reparto de votos entre Vox y UPyD. Quiroga tiene una dura papeleta para mantener contentos a todos y eso en política y en la vida es difícil. Si el voto abertzale ya esta definido, el voto ultraespañol no. La consecuencia del inmovilismo será la que aparte al PP de posiciones de negociación como instrumento político de Euskadi y el efecto Samper-Oyarzabal les daría posición en un futuro. En un corto plazo de tiempo los votantes no soportaran a ETA y entonces las tesis de Quiroga caerán en saco roto. AUPA! se abre el melón.

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