viernes, 28 de febrero de 2014

LOS GIGANTES Y CABEZUDOS DEL PP VASCO

Ha vuelto a pasar. Una conversación o un mensaje privado del Lehendakari Urkullu dirigido al presidente español, Mariano Rajoy y a la popular Arantza Quiroga ha vuelto a salir a la luz pública con interpretación añadida.

Según publicaba el pasado martes el diario “El Mundo”, “el lehendakari Iñigo Urkullu hizo llegar su intervención de apoyo a los verificadores internacionales – leída tras la presentación del video de ETA- a Mariano Rajoy y a la presidenta del Partido Popular vasco, Arantza Quiroga. Lo hizo por SMS antes de comparecer ante los medios”.

El portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, confirmó este extremo en rueda de prensa, clarificando que el Lehendakari Urkullu mantuvo una comunicación con el presidente del Gobierno español para manifestarle su impresión “positiva y constructiva” respecto a la actuación de la Comisión Internacional de Verificación y el inicio del desarme de ETA.

La filtración que dio origen a la información firmada por J. Izarra y A. Escrivá, sólo tendría dos explicaciones posibles. Por un lado, que alguien cercano a Mariano Rajoy o a Arantza Quiroga hubiera aireado la comunicación, rompiendo el ámbito de discreción y de confianza necesario entre dirigentes institucionales y políticos para buscar entendimientos y no confrontación, o, en segundo lugar, que el lehendakari fuese objeto de observación y espionaje por alguno de los servicios de información actuantes en el Estado. Y no sé cual de estas dos opciones es peor.

En cualquier caso, la vulneración del principio de privacidad de las conversaciones o los mensajes del Lehendakari con el presidente español y con la líder del PP vasco, supone, inicialmente, la ruptura del marco de confianza necesario en el ámbito de la colaboración institucional. Una irresponsable actitud, repetida en los últimos días, que pone en evidencia la escasa “altura de Estado” existente en quien ha provocado la fuga informativa.

En el caso del presidente español, su hermetismo público y privado – y el lehendakari Urkullu es testigo de excepción de ello- parece alejarle de la autoría de la revelación del mensaje. No obstante, junto a él se encuentra el Ministro de Interior y los servicios de información que controla. Unos servicios de notable actividad en nuestros días y cuyo protagonismo e influencia en el ámbito de la opinión publicada conoceremos algún día.

En el supuesto de la presidenta del PP vasco (y de su cuadro íntimo de colaboradores), la sospecha de filtración cobra mayor verosimilitud a la vista de experiencias recientes. No sería justo acusar sin pruebas, pero la voracidad por encontrar notoriedad pública, alimentada irresponsablemente por asesores de titular fácil, hace que la desconfianza hacia ella sea mayor. Sobre todo, cuando el propósito de la filtración ha sido minar la credibilidad del lehendakari, un dirigente institucional a quien se pretende presentar escorado en la defensa de los presos, los “verificadores” o quienes, según su discurso, juegan en el bando de los etarras. Un avieso argumento que, en Euskadi, más allá del extremismo de UPyD, ha alimentado en exclusiva un Partido Popular que busca mensaje propio pero que lo hace por la senda ya recorrida años atrás por Mayor Oreja y compañía.

Desvelar intencionadamente mensajes privados en materias tan importantes como pueda ser la pacificación solo puede ser entendido como un auténtico sabotaje a la leal colaboración institucional. Una “guerra sucia” informativa que pretende, además de ganar protagonismo propio, cuestionar la solidez y la integridad del hoy inquilino de Ajuria Enea. Un desgaste en el que, permítanme la expresión, el tiro les va a salir por la culata.

Esa parece ser la apuesta inmediata del PP vasco. Un PP que busca sitio a codazos y empujones. Que pugna por competir en excentricidades con Maneiro y que está tirando por la borda cualquier bagaje de seriedad, fiabilidad y crédito.

Nadie exige a los populares que compartan diagnóstico o posición sobre las materias que ocupan el primer plano de la actualidad política. Simplemente que sean serios y fundamentados en sus comportamientos. Porque no se entiende que mientras Javier De Andrés afirmaba en tribuna pública que no hay duplicidades en la gestión institucional de la Diputación alavesa, su compañera vizcaina, Esther Martínez sostenía lo contrario en las juntas de Gernika con verbo de látigo. No es de recibo que se satanice a quien comparte voto –en Parlamento, juntas o ayuntamientos- con EH Bildu y en Getxo, por ejemplo, de la mano de Marisa Arrúe se transaccionen propuestas con la Izquierda Abertzale para castigar al gobierno municipal de Imanol Landa.

¿Cómo entender que quien ha provocado el copago farmacéutico, quien ha aprobado la reforma laboral, quien ha recortado allí donde manda la sanidad, la educación, quien ha eliminado dotaciones económicas a la dependencia, ha congelado las pensiones o ha estrangulado el consumo con la subida del IVA, exija en iniciativas parlamentarias que, por ejemplo, la Diputación de Bizkaia “abra una línea de ayudas forales” para que en las fiestas se recupere el uso de los “gigantes y cabezudos”?.

No. No es ninguna broma. Es el PP, y más concretamente su juntero Arturo Aldecoa, quien ha registrado una proposición no de norma (número de registro 000430) en la que literalmente se insta a la Diputación vizcaina a “apoyar a los ayuntamientos y entidades sociales y culturales de Bizkaia que promuevan el mantenimiento y/o la recuperación del uso de los Gigantes y Cabezudos en las fiestas de Bizkaia y a impulsar dichas labores mediante el asesoramiento técnico del Departamento foral de Cultura y de Bizkaikoak y una línea de ayudas forales dedicadas a tal fin”?.

¿Ayudas económicas para Gigantes y cabezudos?.
¿Se habrá quedado el PP vasco sin ideas? ¿le habrá abducido UPyD?.

El PP de Quiroga comienza a convertirse en una caricatura. Descentrado e inseguro, parece haberse rendido a la demagogia y al oportunismo. Ha dejado de ser un “partido de orden” para plegarse a un discurso de regate corto, de artimaña y de adjetivos calificativos, o mejor dicho, descalificativos. Y eso solo pasa cuando alguien tiene pocas cosas que decir o proponer.

En el nuevo mapa político dibujado en Euskadi tras los últimos comicios autonómicos, los cuatro partidos políticos de adscripción vasca y española se identificaron claramente en la estructura sociológica del país. PNV y EH Bildu en el ámbito abertzale y PSE y PP del lado “constitucionalista”. Cada cual deberá buscar la elasticidad en sus costuras para ampliar ámbitos de crecimiento. El PP, que en teoría, competía con el PSE, podía haber buscado un nuevo punto de gravedad en sus políticas acentuando su centralidad y su perfil de gestor liberal. También podía haber basculado, en el ámbito identitario, su españolidad hacia tendencias fueristas y vasquistas moderadas en un intento de restar electores templados de voto nacionalista clásico. Pero no. Ese no ha sido el camino por el que han optado. Ni lo uno ni lo otro.

En la etapa de Patxi López, la fuerza del PP resultó determinante en la política vasca. Sin la acción ilegalizadora de la Ley de Partidos, sin ETA en el escenario, el PP perdió capacidad de influencia. Aún así, su peso específico en el conjunto de la comunidad, y especialmente en territorios como Araba y Bizkaia, le ha permitido un protagonismo institucional relativo. La actual deriva, perdiendo la perspectiva general y marcando el terreno a UPyD, puede llevarles a unos resultados electorales próximos al ridículo. A unos mínimos históricos que le convierta una formación prácticamente ornamental en la política vasca. Como los gigantes y cabezudos en las fiestas de los pueblos. Relumbrosos y llamativos para la romería, pero de cartón piedra.

El próximo fin de semana el PP vasco celebra su Congreso para ratificar a Quiroga y sacarla de la interinidad “dedocrática”. Ellos sabrán lo que hacen. Es su decisión, y, sea cual fuere, me merecerá todo el respeto. El respeto que algunos de ellos parecen haber perdido para con los demás.

1 comentario:

  1. Vale Mediavilla,totalmente de acuerdo en todo.Espero que paséis de las palabras a los hechos al respecto y en vez de amagar y amagar dejéis de coger el teléfono a esta banda de neofalangistas pop de una santa vez.Y que vayan espabilando.

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