lunes, 11 de agosto de 2014

A VECES MÁS VALE CALLAR Y PASAR POR TONTO, QUE ABRIR LA BOCA Y DEMOSTRARLO



Contaba con que las “fuerzas vivas” del PP vasco salieran en auxilio de Oyarzabal matizando, que no desmintiendo, sus graves acusaciones contra el PNV en las que vinculaba a este partido, sin prueba alguna, con la corrupción y la financiación ilegal.

El diputado general alavés, Javier de Andrés y su portavoz parlamentaria, Laura Garrido han pretendido echar balones fuera  con eso de que “no acusaron”, simplemente “reflexionaron en voz alta”. El mal está hecho, y por mucho que pretendamos defender la inocencia del inocente, la sospecha torticera y maliciosa siempre quedará para que, por ejemplo, un medio de comunicación como “El País” se sume a propagar el infundio.

Sé que, por mucho que el PNV se empeñe en reclamar su transparencia y la honorabilidad de su sigla y la de sus afiliados, habrá quien se empeñe en emponzoñarla y calumniarla. Mentir es fácil frente a una sociedad harta de comportamientos impúdicos y castigables. Pero extender el infundio, propagar la injuria, sin prueba alguna, resulta irresponsable, condenable y perseguible.

No diré yo que los nacionalistas vascos seamos arcángeles inmaculados. La condición humana afecta a todos y también a nosotros por desgracia. Tampoco afirmaré que todo lo que hacemos esté bien. 

Nos equivocamos como la media. Pero nuestro código de conducta como partido ha sido intachable. Tenemos más militancia que nadie en Euskadi. Tenemos más sedes sociales que nadie en Euskadi y ello ha sido posible porque en nuestro comportamiento colectivo siempre ha primado el compromiso. No nacimos para medrar individualmente sino para construir una nación. Juntos. De forma colectiva. Y quien se ha separado de ese camino, conociéndose  su conducta, ha sido, inmediatamente separado del corpus del partido.

Conozco un poco al PNV. Por dentro, por los aledaños y en los ámbitos institucionales y no he visto nunca indicio alguno de corrupción Ni de financiación ilegal. Ni de sobres. Ni de sobresueldos. Ni de cuentas en paraísos fiscales. Creerlo puede ser un acto de fe. Y, si existiera alguna conducta ilícita, cosa que dudo, que se pruebe, con rigor y seriedad. Para que pueda depurarse. Con todas las consecuencias.  Pero que no se mienta, ni se extienda la sospecha infundada que criminalice a todos en una espiral destructiva injustificable.

Quien pone en solfa nuestra honestidad o no nos conoce o miente de forma deliberada. Y eso, no lo vamos a tolerar.  En tal sentido, mantengo lo dicho en el último post “El PP vasco tendrá que probar lo que dice. Y si no puede, porque no es cierto, deberá rectificar sus graves acusaciones. Solo así, el PNV volverá a tenerle en consideración.”

Entiendo que para algunas formaciones políticas resulte duro asumir que , elección tras elección,  pese al desgaste de poder –local, territorial, nacional- el PNV siga gozando del respaldo mayoritario de una parte de la sociedad que vea en nuestra opción una garantía representativa.

Comprendo que tanto liderazgo renovado periódicamente cree desazón en una oposición que se siente preparada para el sorpasso.. Y, en esa quemazón, de no ser capaces de derribar electoralmente al PNV, percibo la tentación de algunos por utilizar el juego sucio, la denuncia falsa o abiertamente la injuria para desgastar esa imagen de “buena gestión” que el PNV y sus afiliados y afiliadas arrastran tras de sí. La Izquierda abertzale, por poner un ejemplo, ha llevado a los tribunales a más de una veintena de electos municipales jetzales para desmitificar su gestión. Ni uno solo de los casos ha prosperado, sin que los medios de comunicación hayan reflejado con el mismo nivel tipográfico ni de publicación de las denuncias el ulterior archivo de las diligencias  judiciales practicadas. Denuncia que algo queda, aunque sea falso.

El verano nos ha traído como serpiente informativa la acusación de corrupción contra el PNV. Y nadie la parará. Aunque sea incierta e injusta. El último en sumarse a este carro de “pedradas” sin evidencias ha sido el secretario general de EA, Pello Urizar.  Cuesta creer el papelón protagonizado por Urizar, un meritorio que busca como alma en pena sobresalir en un conglomerado político en el que parasita convirtiéndose en la radicalidad más radical de una opción en la que , de un momento a otro, puede ser historia por innecesario.

Urizar sabe que  para continuar en la pomada debe agudizar su perfil y convertirse en punta de lanza contra el adversario común – el PNV- , lanzando contra éste las dentelladas que ni tan siquiera la Izquierda abertzale oficial y mayoritaria (Sortu) se atreve a  propinar. Triste papel de un superviviente a quien le da igual todo con tal de mantener su rol de subalterno subsidiado.

Molestan, y mucho, su acusaciones de corrupción y “cazo”. Y especialmente en este panorama del “todo vale” que se ha instalado en la Euskadi veraniega. Pero, en el PNV sabemos quién ofende y quien se suma a la “juerga” haciendo en la mayor de los ridículos.  Eso no obsta para que, sus palabras no queden registradas y quizá, en poco tiempo, tenga que justificarlas, aunque, en su defensa, argumente que  le ampara el ejercicio de  la “libre expresión”. Nadie dijo que los charlatanes fueran inteligentes o como afirmara  el escritor catalán Noel Clarasó “A veces más vale callar y pasar por tonto, que abrir la boca y demostrarlo.” Urizar, aplícate el cuento.

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