Raquel es una mujer de unos cuarenta y tantos. Cada uno de
los años que ha ganado lo ha hecho a pulso, sin que nadie le regale nada. Es
puro nervio, fibra e ímpetu. Lo mismo enfarda hierba que “tronza” leña o
interpreta música folk. La he conocido subida a un tractor, detrás de la barra
de un bar o encima del escenario. Siempre inquieta. Vinculada a la tierra, al
ganado, a las raíces. A su familia, que ha sacado adelante a empujones.
Raquel es una mujer con dos ovarios. Tirada para adelante.
Activista. Sin complejos. Y lo mismo ha encabezado una protesta que ha pasado
por el cuartelillo de la Guardia Civil que ha tomado parte en la corporación
municipal. Siempre en la minoría. Defendiendo lo inmediato, a su pueblo, a la
juventud, al medio ambiente. Es ecologista, naturalista, progresista,
inconformista…
Pero, ante todo, es honesta consigo misma y con quienes le
rodean.
Hace unos años, un joven potro de su propiedad se enredó en
una alambrada. Las heridas hicieron temer lo peor. Pero Raquel, con la ayuda de
otros, sacó el corcel adelante. Fue duro. Aplicó “zotal”-desinfectante- diluido
en las profundas laceraciones y, de allí surgieron gusanos blancos, larvas que
las moscas habían depositado en la carne viva. Fue como un milagro, una
sanación que evidenciaba el arraigo entre la mujer y el animal. Algo que sólo
se entiende cuando el medio natural está integrado en el adn de las personas.
A mediados del pasado mes de julio, uno de los caballos de Raquel,
uno de esos que tanto ha mimado y cuidado, se rebeló contra su ama. En un
arrebato de furia propinó una fuerte sacudida, una coz certera contra la joven
. El resultado, un susto monumental.
Cuatro costillas fracturadas y daños en el bazo. Raquel pensó en el fin. No podía respirar y un dolor
intenso redujo su fortaleza hasta no poder más. Cuatro días, cuatro, de hospitalización hasta determinar que las
lesiones internas no suponían una amenaza grave
para su integridad. El bazo, aún dañado, había resistido.
Anteayer la volvía a ver subida al tractor. Hay que recoger
la hierba ahora que está seca. Y la semana que viene empieza la temporada de la
leña. Hay que cortarla, acarrearla y suministrarla puerta a puerta como
aprovisionamiento para el invierno, que en aquel territorio siempre se presenta
extremo. No queda más remedio que trabajar duro para subsistir. Resistir ,
apretar los dientes y ganar el pulso a la adversidad.
.-¿Ya recuperada? , le pregunté.
.-Que remedio –me dijo sonriente-. Todo ha sido un susto.
.¿Un susto solamente?.
.- Sí, pero de muerte. El caballo me quiso hacer una broma
y, ya ves, casi me manda al otro barrio.
.-Jodé con las
bromas, insistí.
. –Son cosas nuestras. Entre el caballo y yo. Ahora me
tocará a mí hacerle una broma.
.-¿Sí? Dije con
sorpresa.
.- Sí –contestó- .Pero aún es pronto, porque la cecina no
cura bien en verano.
No dudé por un momento el destino que le aguardaba al
jamelgo. La supervivencia, en el mundo real, en el que se ponen en juego
valores básicos no admite equívocos. Y
cuando la seguridad o la integridad de las personas resultan amenazas o
cuestionadas, las respuestas que el ser humano genera son contundentes. Aunque
a los ojos de los demás se interpreten como excesivas o bárbaras.
El caballo de Raquel no sabe que su futuro, más o menos
inmediato será convertirse en cecina.
Pero mi amiga, por muy ecologista o naturalista que sea, por mucho que haya
cuidado su rebaño equino, por mucho que
le duela su decisión, sabe que ni ella,
ni los más próximos darán pie a que se reproduzca un episodio como el padecido.
Así que el rocín será cecina.
Acabamos de conocer los datos macroeconómicos que indican
que lejos de salir de la crisis, la parálisis económica vuelve a situarse en la
locomotora de la zona euro. Nuestras referencias en el ámbito de las
exportaciones –Francia y Alemania- no carburan y el temor una nueva recesión –dos trimestres
consecutivos de crecimiento negativo- se asoma nuevamente a nuestras vidas.
Los expertos en economía
aducen que el enfriamiento del crecimiento alemán obedece a causas
externas; la crisis de Ucrania y la débil reacción positiva de los países del
sur, que imposibilita una mayor balanza
de su comercio exterior. Es cierto que España, Portugal, o incluso Grecia,
comienzan a tener avances en su PIB. Pero la caída de años anteriores hace que
esa recuperación sea, cuando menos, tímida
y cualquier resfriado de los países tractores europeos puede trasladarse
en pulmonía a las ya maltrechas cuentas
de los países real o virtualmente intervenidos años atrás.
En el caso español, al impasse europeo se le ha sumado una
noticia aún más pesimista; la deuda pública
se ha elevado, por primera vez, por encima del billón de euros, lo que
supone un 98,4% del PIB global, según datos ofrecidos por el Banco de España.
Eso quiere decir, para que los legos entiendan, que se necesitaría toda la
riqueza creada en un año para poder pagar lo que el Estado español debe. Tela
marinera. A un paso de la quiebra.
Frente a la profunda preocupación que estas cifras y esta
nueva coyuntura debiera ocasionar en los responsables públicos, los mensajes
que se siguen lanzando desde La Moncloa apuntan al optimismo y al “se acabó la crisis”. La proximidad de
unas elecciones han llevado a Mariano Rajoy
y a su gobierno a hacer nuevas promesas que nadie sabe si podrá cumplir
–rebaja impositiva-, pero el cuadro “macro” nos debe hacer estar alerta ante nuevas medidas de recorte
del gasto público que, inteligentemente,
desde La Moncloa harán recaer en los ámbitos autonómicos y locales
(recordemos que en su día se presentaron 225 medidas de ahorro del gasto de las
Administraciones Públicas cuya paternidad resultó desconocida).
Entre tanto, en Euskadi, los indicadores apuntan a que nuestra recuperación, aun siendo más moderada que el Estado, resulta “más sana” y con mayor proyección, como recordara el último informe elaborado por el BBVA. Tal condición se basaba en la especificidad del sector productivo vasco (industrial básicamente) y en el mantenimiento de una política económica sujeta por el rigor y el control del déficit público.
De todas maneras, y pese a que también desde distintos
medios de comunicación se apuntara que el próximo presupuesto vasco será
“expansivo” y que el Gobierno Urkullu dispondrá de un final de legislatura
“dulce” en términos económicos, el ejecutivo que preside el Lehendakari no ha
emulado a Rajoy a la hora de voltear las campanas y se ha mostrado cauto en relación a un posible cambio de
tendencia que nos lleve al bienestar
pasado.
Hace bien Urkullu en
no festejar por adelantado el fin de la crisis. Todo apunta a que más que
crecer, seguiremos emergiendo lentamente. Y eso exigirá todavía sacrificios y
espíritu resistente. Sin esconder la verdad de la situación y ejercitando ante
ella la responsabilidad pública, lo que a buen seguro, seguirá haciendo el
Gobierno Urkullu, aunque sea con el único apoyo del PNV.
Mantener la cautela está generando críticas insostenibles. Ahí está la futura secretaria
general de los socialistas vascos, Idoia Mendia, exigiendo cambios
presupuestarios expansivos o , en un ejercicio patético, por desconocimiento,
cuestionando las nuevas medidas de lucha contra el fraude que apenas llevan
unos meses en vigor tras el acuerdo PNV-PSE (luego PP) suscrito el pasado mes
de septiembre. Mendia haría bien en no
retornar al discurso simplón , bisoño y demagógico de Patxi López en relación
al fraude fiscal y su combate. Al contrario, debería poner en valor su
participación en una nueva política cuyos frutos veremos todos a medio plazo.
Lo mismo podría decirse en relación al euskera o a las iniciativas de paz y
convivencia.
La solución a la crisis del PSE no pasa por cocear al PNV
sino por centrarse y colaborar en una situación tan complicada como la que nos
aprieta. Cocear puede ser una válvula de escape para evadirse de la presión de
una convulsión interna que deberá resolver en una disyuntiva sopesada concienzudamente. Volver al camino
de la cooperación e interrelación en el gobierno de este país –Euskadi-, o ,
por el contrario….terminar como el caballo de Raquel, en cecina. Usted misma.
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