viernes, 15 de agosto de 2014

CECINA



Raquel es una mujer de unos cuarenta y tantos. Cada uno de los años que ha ganado lo ha hecho a pulso, sin que nadie le regale nada. Es puro nervio, fibra e ímpetu. Lo mismo enfarda hierba que “tronza” leña o interpreta música folk. La he conocido subida a un tractor, detrás de la barra de un bar o encima del escenario. Siempre inquieta. Vinculada a la tierra, al ganado, a las raíces. A su familia, que ha sacado adelante a empujones. 

Raquel es una mujer con dos ovarios. Tirada para adelante. Activista. Sin complejos. Y lo mismo ha encabezado una protesta que ha pasado por el cuartelillo de la Guardia Civil que ha tomado parte en la corporación municipal. Siempre en la minoría. Defendiendo lo inmediato, a su pueblo, a la juventud, al medio ambiente. Es ecologista, naturalista, progresista, inconformista…

Pero, ante todo, es honesta consigo misma y con quienes le rodean.

Hace unos años, un joven potro de su propiedad se enredó en una alambrada. Las heridas hicieron temer lo peor. Pero Raquel, con la ayuda de otros, sacó el corcel adelante. Fue duro. Aplicó “zotal”-desinfectante- diluido en las profundas laceraciones y, de allí surgieron gusanos blancos, larvas que las moscas habían depositado en la carne viva. Fue como un milagro, una sanación que evidenciaba el arraigo entre la mujer y el animal. Algo que sólo se entiende cuando el medio natural está integrado  en el adn de las personas.

A mediados del pasado  mes de julio, uno de los caballos de Raquel, uno de esos que tanto ha mimado y cuidado, se rebeló contra su ama. En un arrebato de furia propinó una fuerte sacudida, una coz certera contra la joven .  El resultado, un susto monumental. Cuatro costillas fracturadas y daños en el bazo. Raquel pensó  en el fin. No podía respirar y un dolor intenso redujo su fortaleza hasta no poder más. Cuatro días, cuatro,  de hospitalización hasta determinar que las lesiones internas no suponían una amenaza grave  para su integridad. El bazo, aún dañado, había resistido.

Anteayer la volvía a ver subida al tractor. Hay que recoger la hierba ahora que está seca. Y la semana que viene empieza la temporada de la leña. Hay que cortarla, acarrearla y suministrarla puerta a puerta como aprovisionamiento para el invierno, que en aquel territorio siempre se presenta extremo. No queda más remedio que trabajar duro para subsistir. Resistir , apretar los dientes y ganar el pulso a la adversidad.

.-¿Ya recuperada? , le pregunté.
.-Que remedio –me dijo sonriente-. Todo ha sido un susto.
.¿Un susto solamente?.
.- Sí, pero de muerte. El caballo me quiso hacer una broma y, ya ves,  casi me manda al otro barrio.
.-Jodé  con las bromas,  insistí.
. –Son cosas nuestras. Entre el caballo y yo. Ahora me tocará a mí hacerle una broma.
.-¿Sí?  Dije con sorpresa.
.- Sí –contestó- .Pero aún es pronto, porque la cecina no cura bien en verano.

No dudé por un momento el destino que le aguardaba al jamelgo. La supervivencia, en el mundo real, en el que se ponen en juego valores básicos  no admite equívocos. Y cuando la seguridad o la integridad de las personas resultan amenazas o cuestionadas, las respuestas que el ser humano genera son contundentes. Aunque a los ojos de los demás se interpreten como excesivas o bárbaras.

El caballo de Raquel no sabe que su futuro, más o menos inmediato  será convertirse en cecina. Pero mi amiga, por muy ecologista o naturalista que sea, por mucho que haya cuidado  su rebaño equino, por mucho que le duela  su decisión, sabe que ni ella, ni los más próximos darán pie a que se reproduzca un episodio como el padecido. Así que el rocín será cecina.

Acabamos de conocer los datos macroeconómicos que indican que lejos de salir de la crisis, la parálisis económica vuelve a situarse en la locomotora de la zona euro. Nuestras referencias en el ámbito de las exportaciones –Francia y Alemania- no carburan y el temor  una nueva recesión –dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo- se asoma nuevamente a nuestras vidas.

Los expertos en economía  aducen que el enfriamiento del crecimiento alemán obedece a causas externas; la crisis de Ucrania y la débil reacción positiva de los países del sur, que imposibilita una  mayor balanza de su comercio exterior. Es cierto que España, Portugal, o incluso Grecia, comienzan a tener avances en su PIB. Pero la caída de años anteriores hace que esa recuperación sea, cuando menos, tímida  y cualquier resfriado de los países tractores europeos puede trasladarse en pulmonía a las ya maltrechas cuentas  de los países real o virtualmente intervenidos años atrás.

En el caso español, al impasse europeo se le ha sumado una noticia aún más pesimista; la deuda pública  se ha elevado, por primera vez, por encima del billón de euros, lo que supone un 98,4% del PIB global, según datos ofrecidos por el Banco de España. Eso quiere decir, para que los legos entiendan, que se necesitaría toda la riqueza creada en un año para poder pagar lo que el Estado español debe. Tela marinera. A un paso de la quiebra.

Frente a la profunda preocupación que estas cifras y esta nueva coyuntura debiera ocasionar en los responsables públicos, los mensajes que se siguen lanzando desde La Moncloa apuntan al optimismo  y al “se acabó la crisis”. La proximidad de unas elecciones han llevado a Mariano Rajoy  y a su gobierno a hacer nuevas promesas que nadie sabe si podrá cumplir –rebaja impositiva-, pero el cuadro “macro” nos debe hacer  estar alerta ante nuevas medidas de recorte del gasto público que, inteligentemente,  desde La Moncloa harán recaer en los ámbitos autonómicos y locales (recordemos que en su día se presentaron 225 medidas de ahorro del gasto de las Administraciones Públicas cuya paternidad resultó desconocida).


Entre tanto, en Euskadi, los indicadores apuntan a que nuestra recuperación, aun siendo  más moderada que el Estado,  resulta “más sana” y con mayor proyección, como recordara el último informe elaborado por el BBVA. Tal condición se basaba en la especificidad del sector productivo vasco (industrial básicamente) y en el mantenimiento de una política económica sujeta por el rigor y el control del déficit público.

De todas maneras, y pese a que también desde distintos medios de comunicación se apuntara que el próximo presupuesto vasco será “expansivo” y que el Gobierno Urkullu dispondrá de un final de legislatura “dulce” en  términos económicos,  el ejecutivo que preside el Lehendakari no ha emulado a Rajoy a la hora de voltear las campanas y se ha mostrado cauto  en relación a un posible cambio de tendencia  que nos lleve al bienestar pasado.

Hace bien Urkullu  en no festejar por adelantado el fin de la crisis. Todo apunta a que más que crecer, seguiremos emergiendo lentamente. Y eso exigirá todavía sacrificios y espíritu resistente. Sin esconder la verdad de la situación y ejercitando ante ella la responsabilidad pública, lo que a buen seguro, seguirá haciendo el Gobierno Urkullu, aunque sea con el único apoyo del PNV.

Mantener la cautela está generando críticas  insostenibles. Ahí está la futura secretaria general de los socialistas vascos, Idoia Mendia, exigiendo cambios presupuestarios expansivos o , en un ejercicio patético, por desconocimiento, cuestionando las nuevas medidas de lucha contra el fraude que apenas llevan unos meses en vigor tras el acuerdo PNV-PSE (luego PP) suscrito el pasado mes de septiembre.  Mendia haría bien en no retornar al discurso simplón , bisoño y demagógico de Patxi López en relación al fraude fiscal y su combate. Al contrario, debería poner en valor su participación en una nueva política cuyos frutos veremos todos a medio plazo. Lo mismo podría decirse en relación al euskera o a las iniciativas de paz y convivencia.

La solución a la crisis del PSE no pasa por cocear al PNV sino por centrarse y colaborar en una situación tan complicada como la que nos aprieta. Cocear puede ser una válvula de escape para evadirse de la presión de una convulsión interna que deberá resolver en una disyuntiva  sopesada concienzudamente. Volver al camino de la cooperación e interrelación en el gobierno de este país –Euskadi-, o , por el contrario….terminar como el caballo de Raquel, en cecina.  Usted misma.

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