viernes, 19 de septiembre de 2014

EFECTOS MILAGROSOS

No sé  a qué espera la Academia sueca para adjudicarle un premio Nobel. El que sea. El de medicina, o el de literatura si es el caso. Pero, ¡por Tutatis!, que no se pierda la oportunidad de un reconocimiento expreso. Sería injusto no hacerlo. El producto que  escuchado en una radio y sus consecuencias curativas –presuntamente-, se merecen un galardón de primer nivel.

Omitiré la marca comercial para que no digan que  hago propaganda gratuita. El producto es, a todas luces, un ingenio maravilloso. Se trata de un recipiente con componentes mágicos en el que, a modo de baño, introduces los pies y, gracias a no sé bien qué efectos linfáticos,  te hace eliminar los líquidos retenidos en tu cuerpo. Y así, se anuncian efectos curativos reduciendo el colesterol, el azúcar en la sangre  y hasta los escipientes de los medicamentos depositados en el hígado. Buenísimo.

Pones los pies a remojo y sales como nuevo. Ni un problema con el ácido úrico, la hipertensión  o el exceso de grasa.
El anuncio publicitario lo dice bien claro. Una voz  femenina explica el revolucionario invento. Se introducen los pies en el caldero  y al tiempo se demuestra cómo hay más líquido en él que el inicialmente  colocado, lo que indica que los poros  de la piel han actuado como filtros a través de los cuales  se ha expulsado el contaminado fluido retenido en el cuerpo humano (sin mearse encima ni otras guarradas)

Lo que no se indica en el spot es el precio del invento. Debe ser caro, a tenor de los efectos beneficiosos que dice tener, pero eso también tiene solución ya que a los primeros oyentes que decidan comprarlo se les hace un descuento del 50%  y, además, se les provee de un producto que sirve para diluir  pequeñas partículas de grasa corporal. Acongojante.  Como el “Kh-7” pero para el cuerpo serrano. Sólo falta que investiguen un poco más y posibiliten  que la palangana en cuestión prevenga la calvicie o, en el caso de los varones, combata la impotencia.

No exagero ni un poco porque he escuchado varias veces  el espacio publicitario en cuestión. Y por si alguien tiene dudas, los responsables del producto se brindan a hacer una demostración práctica en tu domicilio.

El recipiente que utilizan debe ser especial y su fórmula, secreta, como la  de la Coca cola. Intentar copiarla es en balde. Bueno, en balde puse yo mis pezuñas y no funcionó. Seguramente porque el agua que añadí no tenía la temperatura adecuada ni el ungüento prodigioso. No obtuve ni líquidos extra ni lípidos malignos. Al menos, sirvió para limpiarme las cascarrias y aliviar un callo que me tiene mártir. Lo que ocurre es que soy un patán y no utilicé el método original, el recomendado en la radio,  y pretendí  emularlo con remedios caseros. Y así, no puede ser. Quien no se crea lo dicho, puedo  dar referencia de la emisora en el que se emite la promoción, el nombre del producto  y la hora aproximada en la que  he escuchado varias veces el mismo anuncio. Quizá deba enviar una referencia a la factoría de los premios Nobel, por si no se han enterado. O al juzgado de guardia, que sería lo más lógico.

Visto lo visto y por la inversión económica que la marca comercial hace en medios de comunicación, hay más de un incauto – o más de dos-  que se cree más sano  gracias al invento de las patas a remojo. No es de extrañar que Madoff  engañara a los más listos del planeta con su estafa piramidal. La naturaleza humana es ingenua aunque  detrás de la misma haya un punto de licantropía como diría Hobbes (“el hombre es un lobo para el hombre”).

Desde el 4 de febrero, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, nada había querido saber del lehendakari, Iñigo Urkullu. Éste, de manera insistente, le había hecho llegar el largo listado de problemas pendientes que debían ser abordados entre administraciones para evitar un conflicto de grandes dimensiones. Y en la carpeta no sólo estaban la consolidación de la paz y el autogobierno. Había otras muchas materias de gestión diaria, económica  y de gobernanza.

Alrededor de una veintena de contenciosos  que, por una razón u otra comienzan a pudrirse  por falta de atención o de voluntad política. Desde la liquidación del cupo, pendiente durante años, hasta el incumplimiento de la palabra dada de acometer los compromisos contraídos para el avance de las obras de la alta velocidad ferroviaria, pasando por  la rehabilitación del aeropuerto de Foronda o las medidas de compensación a las empresas vascas por la  nueva normativa tarifaria eléctrica . Por no hablar de las invasiones competenciales en materias básicas como la educación –LOMCE- o  las actuaciones unilaterales  rompedoras de consensos como la reapertura de capturas en materia de pesca.

También, en el apartado de “asuntos pendientes” había cuestiones de peso.  Y, entre ellas, la nula respuesta a la necesidad de afianzar el final de la violencia y la construcción de un nuevo clima de convivencia. El Gobierno español no ha movido un dedo  para facilitar un acuerdo. Al contrario, su inmovilismo parece alimentar la estrategia de dejar abierta la brecha a la espera de que se pudra.

Desde febrero hasta ahora no ha habido respuesta. Ni directa ni a través de interlocuciones  delegadas  que se han dormido en los laureles sin tan siquiera  leerse los papeles que el Gobierno vasco había hecho llegar a la Moncloa por diferentes vías. Euskadi no estaba en la agenda de Rajoy. Ni estaba ni se le esperaba. No cabía en el calendario.  Era más importante hacerse un “selfie” con la selección de baloncesto que entrevistarse con el lehendakari vasco.

Y a esta falta de respeto institucional, de descortesía y de ausencia de responsabilidad política, se le unía el protagonismo exhibicionista de quien reclamaba para sí una intermediación reparadora del desencuentro. ¿Intermediación, utilizar su influencia o cuento?.

Por fin, el pasado lunes, día 15 de septiembre, el lehendakari Iñigo Urkullu era recibido,  en la Moncloa en un encuentro que desde  la parte anfitriona  pretendieron fuera “discreto” y sin publicidad (inicial). Algunos han querido ver en la entrevista  una intencionalidad aviesa del presidente Rajoy de escenificar un trato amable con los nacionalistas vascos frente al desencuentro y confrontación con el president Mas y los catalanes. No dudo que así fue.

La fecha de la reunión quizá no fue baladí. Tras la Diada reivindicativa, a escasos tres jornadas del referéndum escocés  y en vísperas de la aprobación de la Ley de consultas catalana, el maniqueísmo estaba servido. De ahí los elogios al talante de diálogo que el lehendakari ha recabado en determinados medios afectos al PP. “Timeo danaos et dona ferentes” que diría Virgilio.

La conclusión del encuentro fue, una vez más decepcionante. Ni una sola propuesta afirmativa. Como “el día de la marmota”. La carpeta encima de la mesa acumulando polvo. Ningún avance significativo. Y un nuevo plazo para dar respuesta; diciembre.
Tal vez, estemos ante la última oportunidad de recobrar la confianza perdida. El Lehendakari, conociendo su sentido del deber,  perseverará para que Euskadi vuelva a estar presente en la agenda del Estado, y en el orden del día de Mariano Rajoy. Si éste le vuelve a fallar, no tendrá más remedio que replantearse sus relaciones futuras con el Estado.

El Gobierno vasco ha exigido  “una ciaboga política” que haga variar el rumbo de la nao capitaneada por Mariano Rajoy. Su hoja de ruta inamovible nos conduce, si alguien no lo remedia,  a una confrontación segura. Arriola, el sociólogo de cabecera, parece ser el único que influye en las decisiones del mandatario gallego.  Dicen que sus consejos han hecho que Rajoy se haya replanteado  tres decisiones ya adoptadas. La primera es abandonar la modificación de la ley del aborto. El resto, están por conocerse.

El choque con Catalunya resulta inminente. Legalidad contra legitimidad. Todo lo contrario a lo observado en Escocia.
Despreciar el diálogo, buscar la imposición, no sirven para nada. Al contrario, agudiza los problemas.  Pensar que los males, que la crisis que afecta al Estado, se solucionan, sin más, poniendo los pies a remojo en una palangana milagrosa, resulta una estupidez.
Quizá Arriola, el sociólogo asesor,  ayude a Rajoy  a despertar de su engaño. Eso sí que sería milagroso.  Por favor, que interceda Arantza Quiroga con su inestimable influencia.



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