No sé a qué espera la
Academia sueca para adjudicarle un premio Nobel. El que sea. El de medicina, o
el de literatura si es el caso. Pero, ¡por Tutatis!, que no se pierda la
oportunidad de un reconocimiento expreso. Sería injusto no hacerlo. El producto
que escuchado en una radio y sus
consecuencias curativas –presuntamente-, se merecen un galardón de primer
nivel.
Omitiré la marca comercial para que no digan que hago propaganda gratuita. El producto es, a
todas luces, un ingenio maravilloso. Se trata de un recipiente con componentes
mágicos en el que, a modo de baño, introduces los pies y, gracias a no sé bien
qué efectos linfáticos, te hace eliminar
los líquidos retenidos en tu cuerpo. Y así, se anuncian efectos curativos
reduciendo el colesterol, el azúcar en la sangre y hasta los escipientes de los medicamentos
depositados en el hígado. Buenísimo.
Pones los pies a remojo y sales como nuevo. Ni un problema
con el ácido úrico, la hipertensión o el
exceso de grasa.
El anuncio publicitario lo dice bien claro. Una voz femenina explica el revolucionario invento.
Se introducen los pies en el caldero y
al tiempo se demuestra cómo hay más líquido en él que el inicialmente colocado, lo que indica que los poros de la piel han actuado como filtros a través
de los cuales se ha expulsado el
contaminado fluido retenido en el cuerpo humano (sin mearse encima ni otras
guarradas)
Lo que no se indica en el spot es el precio del invento.
Debe ser caro, a tenor de los efectos beneficiosos que dice tener, pero eso
también tiene solución ya que a los primeros oyentes que decidan comprarlo se
les hace un descuento del 50% y, además,
se les provee de un producto que sirve para diluir pequeñas partículas de grasa corporal. Acongojante.
Como el “Kh-7” pero para el cuerpo serrano. Sólo
falta que investiguen un poco más y posibiliten
que la palangana en cuestión prevenga la calvicie o, en el caso de los
varones, combata la impotencia.
No exagero ni un poco porque he escuchado varias veces el espacio publicitario en cuestión. Y por si
alguien tiene dudas, los responsables del producto se brindan a hacer una
demostración práctica en tu domicilio.
El recipiente que utilizan debe ser especial y su fórmula,
secreta, como la de la Coca cola.
Intentar copiarla es en balde. Bueno, en balde puse yo mis pezuñas y no
funcionó. Seguramente porque el agua que añadí no tenía la temperatura adecuada
ni el ungüento prodigioso. No obtuve ni líquidos extra ni lípidos malignos. Al
menos, sirvió para limpiarme las cascarrias y aliviar un callo que me tiene
mártir. Lo que ocurre es que soy un patán y no utilicé el método original, el
recomendado en la radio, y pretendí emularlo con remedios caseros. Y así, no
puede ser. Quien no se crea lo dicho, puedo
dar referencia de la emisora en el que se emite la promoción, el nombre
del producto y la hora aproximada en la
que he escuchado varias veces el mismo anuncio.
Quizá deba enviar una referencia a la factoría de los premios Nobel, por si no
se han enterado. O al juzgado de guardia, que sería lo más lógico.
Visto lo visto y por la inversión económica que la marca
comercial hace en medios de comunicación, hay más de un incauto – o más de
dos- que se cree más sano gracias al invento de las patas a remojo. No
es de extrañar que Madoff engañara a los
más listos del planeta con su estafa piramidal. La naturaleza humana es ingenua
aunque detrás de la misma haya un punto
de licantropía como diría Hobbes (“el hombre es un lobo para el hombre”).
Desde el 4 de febrero, el presidente del Gobierno español,
Mariano Rajoy, nada había querido saber del lehendakari, Iñigo Urkullu. Éste,
de manera insistente, le había hecho llegar el largo listado de problemas
pendientes que debían ser abordados entre administraciones para evitar un
conflicto de grandes dimensiones. Y en la carpeta no sólo estaban la
consolidación de la paz y el autogobierno. Había otras muchas materias de
gestión diaria, económica y de
gobernanza.
Alrededor de una veintena de contenciosos que, por una razón u otra comienzan a
pudrirse por falta de atención o de
voluntad política. Desde la liquidación del cupo, pendiente durante años, hasta
el incumplimiento de la palabra dada de acometer los compromisos contraídos
para el avance de las obras de la alta velocidad ferroviaria, pasando por la rehabilitación del aeropuerto de Foronda o
las medidas de compensación a las empresas vascas por la nueva normativa tarifaria eléctrica . Por no
hablar de las invasiones competenciales en materias básicas como la educación
–LOMCE- o las actuaciones
unilaterales rompedoras de consensos
como la reapertura de capturas en materia de pesca.
También, en el apartado de “asuntos pendientes” había
cuestiones de peso. Y, entre ellas, la
nula respuesta a la necesidad de afianzar el final de la violencia y la
construcción de un nuevo clima de convivencia. El Gobierno español no ha movido
un dedo para facilitar un acuerdo. Al
contrario, su inmovilismo parece alimentar la estrategia de dejar abierta la
brecha a la espera de que se pudra.
Desde febrero hasta ahora no ha habido respuesta. Ni directa
ni a través de interlocuciones
delegadas que se han dormido en
los laureles sin tan siquiera leerse los
papeles que el Gobierno vasco había hecho llegar a la Moncloa por diferentes
vías. Euskadi no estaba en la agenda de Rajoy. Ni estaba ni se le esperaba. No
cabía en el calendario. Era más
importante hacerse un “selfie” con la selección de baloncesto que entrevistarse
con el lehendakari vasco.
Y a esta falta de respeto institucional, de descortesía y de
ausencia de responsabilidad política, se le unía el protagonismo exhibicionista
de quien reclamaba para sí una intermediación reparadora del desencuentro. ¿Intermediación,
utilizar su influencia o cuento?.
Por fin, el pasado lunes, día 15 de septiembre, el
lehendakari Iñigo Urkullu era recibido, en la Moncloa en un encuentro que desde la parte anfitriona pretendieron fuera “discreto” y sin
publicidad (inicial). Algunos han querido ver en la entrevista una intencionalidad aviesa del presidente
Rajoy de escenificar un trato amable con los nacionalistas vascos frente al
desencuentro y confrontación con el president Mas y los catalanes. No dudo que
así fue.
La fecha de la reunión quizá no fue baladí. Tras la Diada
reivindicativa, a escasos tres jornadas del referéndum escocés y en vísperas de la aprobación de la Ley de
consultas catalana, el maniqueísmo estaba servido. De ahí los elogios al
talante de diálogo que el lehendakari ha recabado en determinados medios
afectos al PP. “Timeo danaos et dona ferentes” que diría Virgilio.
La conclusión del encuentro fue, una vez más decepcionante.
Ni una sola propuesta afirmativa. Como “el día de la marmota”. La carpeta
encima de la mesa acumulando polvo. Ningún avance significativo. Y un nuevo
plazo para dar respuesta; diciembre.
Tal vez, estemos ante la última oportunidad de recobrar la
confianza perdida. El Lehendakari, conociendo su sentido del deber, perseverará para que Euskadi vuelva a estar
presente en la agenda del Estado, y en el orden del día de Mariano Rajoy. Si
éste le vuelve a fallar, no tendrá más remedio que replantearse sus relaciones
futuras con el Estado.
El Gobierno vasco ha exigido
“una ciaboga política” que haga variar el rumbo de la nao capitaneada
por Mariano Rajoy. Su hoja de ruta inamovible nos conduce, si alguien no lo
remedia, a una confrontación segura.
Arriola, el sociólogo de cabecera, parece ser el único que influye en las
decisiones del mandatario gallego. Dicen
que sus consejos han hecho que Rajoy se haya replanteado tres decisiones ya adoptadas. La primera es
abandonar la modificación de la ley del aborto. El resto, están por conocerse.
El choque con Catalunya resulta inminente. Legalidad contra
legitimidad. Todo lo contrario a lo observado en Escocia.
Despreciar el diálogo, buscar la imposición, no sirven para
nada. Al contrario, agudiza los problemas.
Pensar que los males, que la crisis que afecta al Estado, se solucionan,
sin más, poniendo los pies a remojo en una palangana milagrosa, resulta una
estupidez.
Quizá Arriola, el sociólogo asesor, ayude a Rajoy
a despertar de su engaño. Eso sí que sería milagroso. Por favor, que interceda Arantza Quiroga con
su inestimable influencia.
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