viernes, 2 de enero de 2015

SOBERBIA E INCAPACIDAD PROPIA



Cada vez que habla Pernando Barrena, sube el pan. Cada vez que menciona al PNV, lo hace para darle un arañazo. O para tensionar las relaciones que mantiene este partido con la Izquierda Abertzale.

Su última aparición pública, calentando el ambiente para la manifestación de enero, sirvió para acusar de “soberbia” al Lehendakari Urkullu. Y se pasó de frenada. “Tenemos la desgracia –afirmó Barrena- de tener un lehendakari en Gasteiz que se dedica a contemporizar con el PP en vez de presionarle políticamente para que repatrie a los presos”.

Barrena vuelve a repetir el manido argumento de buscar en los demás a los culpables de sus males.  Siempre los demás, y de manera singular el PNV. La Izquierda Abertzale sigue sin tener la valentía de mirarse a ella misma, de analizar su propia responsabilidad o de asumir que lo que le pasa tiene mucho que ver con su incapacidad, su falta de decisión o de arrojo para hacer frente a sus problemas. Los suyos sí.

Su primer desatino es creer que la realidad es la que sólo ellos perciben. Y con ese sentimiento subjetivo construyen un paradigma en el que su lógica se convierte la única posible. ETA ya dio un paso. Ahora toca a otros hacerlo. Madrid se moverá. Tarde o temprano lo hará. Por presión. Y todos deben apoyar esa tesis.

Pero no. Ni Aiete trajo las conversaciones con los gobiernos francés y español, ni Rajoy moverá un dedo favoreciendo el desarme o facilitará una nueva política penitenciaria.
Atónitos, no terminan de percibir  que su lógica no vale y que quedarse de brazos cruzados esperando  que la sincronización de movimientos lleve, porque así estaba previsto, a la resolución del conflicto, no hace sino perder el tiempo y prolongar infecundamente la espera del milagro que no será. Alimentando la zozobra  de quienes en su parroquia fueron alimentados con la esperanza  de que sus males acabaran pronto.

Las únicas respuestas son las mismas que se repitieron ayer, o el pasado año. Liturgia de manifestación. Multitudinaria, eso sí, que sirva como el desfogue colectivo de una tribu que sigue sin ver la tierra prometida. Y ante  la impaciencia de tanta promesa insatisfecha, echan mano de la medicina tradicional de culpar a los demás. El chivo expiatorio al que hay que sacudir como un vudú  que siempre funciona. Leña al PNV.

Hace un año, el colectivo de presos –EPPK- anunció que reconocía el daño causado y que se acogerían  a las iniciativas que ofrece la actual legislación para resocializar su futuro. Un año después, agua de borrajas. No porque Madrid haya estado inmóvil – que también- , sino porque  no ha habido medidas prácticas individuales que lo hayan hecho posible. Es decir, que los presos no han dado los pasos que anunciaron dar.

Al otro lado de la mesa no hay nadie, ni se le espera. Y, ante ello, el Gobierno vasco del “soberbio” Urkullu ha planteado alternativas. Ha presentado itinerarios de acompañamiento a los reclusos-al margen de lo que el Gobierno Rajoy haga-, para que éstos gocen de un escenario de certidumbre –“Hitzeman”-. A Pernando Barrena no le gusta. Quizá porque sigue esperando a Godot. A sabiendas que no vendrá.

Ni Rajoy ni Vals moverán ficha en la política penitenciaria –salvo que los tribunales, tras tortuoso recorrido de recurso hasta la base europea lo planteen-. Ni están, ni se les espera. La Izquierda Abertzale llama a unir fuerzas contra la dispersión. Clama, y poco más. Y el Gobierno del “soberbio” Urkullu presenta el plan “Zuzen bidean”. Veinte acciones  a desarrollar sin abandonar la legalidad actual y otras tantas para modificarla.

Medidas para eliminar la excepcionalidad y retornar  a la normalidad penal y penitenciaria. Iniciativa, proactividad. No quedarse de brazos cruzados. Recuperar el pulso para afianzar la convivencia. Para que las cosas cambien.

Este gobierno “desgraciado” no se detiene.
En febrero del año ahora agotado se nos anunció el inicio del “desarme” de ETA. Mucho ruido y pocas nueces. Demasiada expectación para tan poco contenido. Y poniendo en cuestión la credibilidad de expertos internacionales que habían puesto la carne en el asador. Y a los que el Gobierno español en un gesto improcedente y estúpido llevó hasta la Audiencia Nacional.

Desde entonces, nada. Menciones a que “se continúa con el sellado de los arsenales”. Pero nada más que un video de mal gusto y un comunicado confuso. Es como si ETA condicionara la entrega de sus armas a que el Gobierno español las recepcionara en un gesto que interpretara algo así como una mesa de negociación. Y el paradigma nuevamente falla. España no quiere sus armas, no al menos en una entrega en la que su ejecutivo se vea comprometido. Sin embargo, ETA sigue sin saber interpretar la realidad. Y el desarme se eterniza. E impide que el proceso de normalización avance. Ahora, para no cambiar de posición, ETA amplía su plazo. Esperará hasta que haya un nuevo gobierno en España tras las elecciones de noviembre de 2015. Entonces, si la alternancia se produce o si el cielo se desploma sobre nuestras cabezas, el nuevo gobierno español “deberá” moverse. Y aquí, en Euskadi, todos calvos.

Quien espera, desespera. Por eso el Gobierno “soberbio” de Urkullu volvió a mediar, y a plantear una propuesta unilateral de desarme, rápida, viable y efectiva para acabar con estancamiento tras tres años ya del cese de la actividad violenta. Un desarme ante la sociedad vasca, ante representantes del foro social, ante los verificadores internacionales. Un desarme seguro que implique la localización de los arsenales, para que como se proceda, puedan ser desmantelados y destruidos. Sin condiciones. Sin esperar a nadie.

A Pernando Barrena tampoco le ha gustado. Ni hacen ni dejan hacer. Y encima insultan.

Llevan meses de contactos las más altas instancias del PNV y SORTU para establecer, en primer lugar, un ámbito estable y normalizado de relaciones. Y en segundo término para poder acordar líneas básicas que concilien un camino de paz y libertad para este pueblo. Se ha roto la incomunicación y las vías de diálogo, afortunadamente, permanecen abiertas. Pero los resultados efectivos de esta nueva relación parecen todavía lejanos.

 Ambas partes han pretendido, para afianzar lazos, atemperar desencuentros que impidan los choques habituales existentes entre las bases sociales que alimentan las dos principales formaciones políticas del país. Un pacto de respeto mutuo que permita limar asperezas en la convivencia diaria de su militancia. Pero estas buenas intenciones se estrellan una y otra vez con la triste realidad del activismo  irreductible de algunos que siguen instalados en la presión y la denostación del adversario.

La crítica política es asumible. No lo es la presión, la pintada, el ataque. La infamia continuada o el intento burdo del descrédito. No es tolerable que un dirigente como Dani Maeztu diga en Twiter que “en Durangoaldea nos ha tocado la pedrea. Tramo del TAV de Atxondo licitado. Para que las empresas pasen por los batzokis para pagar comisiones”.

No es de recibo que desde la diputación guipuzcoana, bajo el principio de presunción de culpabilidad se persiga mancillar la honorabilidad de Markel Olano y Eneko Goia –los candidatos jeltzales a las próximas elecciones- investigando, con principios  y métodos propios de la stasi,  posibles irregularidades de épocas pasadas. Y que para ello se lleguen a cerrar túneles de la autopista  Ap-1 donde, a través de catas, pretenden demostrar -sin éxito- un supuesto sobrecoste entre el hormigón que soporta dicha obra y las inversiones realizadas en su momento. Técnicas mafiosas de “investigación retroactiva” para extender la percepción de descrédito hacia el PNV. Por no hablar de la campaña que pueblo a pueblo pretende  vincular a los jeltzales con los “chanchullos”y la “corrupción”. Dinámica baldía que lo único que consigue es distanciar y encender los focos de enfrentamiento entre la Izquierda Abertzale y el PNV.

Así no resulta creíble ninguna posibilidad de sintonía común, y mucho menos llamar a manifestarse conjuntamente en defensa de objetivos legítimos.
No. No es la “soberbia” de Urkullu o del PNV la que impide avanzar en esta línea. Hágaselo mirar la Izquierda Abertzale y no recree la realidad desde su óptica. Mírese al espejo y pregúntese por qué es incapaz de alcanzar acuerdo alguno con nadie. La respuesta la encontrará reflejada enfrente de sí. En el cristal del espejo.

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