No hay día que pase
en el que la
Izquierda Abertzale , a través de una pléyade de portavoces,
parlamentarios, territoriales, locales,
se dedique a acusar públicamente al PNV de cometer presuntas
ilegalidades allí donde gobierna y ha gobernado. No hay día que no se conozcan
acciones de EH Bildu tendentes a impulsar procedimientos judiciales, comisiones
de investigación y denuncias que tengan
al PNV como centro de una diana en un intento permanente de menoscabo de su imagen
y confianza.
No hay día en que no se mezcle una cosa con otra. En el que
la calumnia y la injuria sobrevuelen bajo el amparo de la libertad de
expresión, el aforamiento de la
condición parlamentaria o la supuesta práctica del control opositor respecto al
gobierno. Todos tenemos en mente el listado de portavoces que como gota malaya siguen al pie de la
letra una estrategia de acoso y derribo pertinaz y machacona.
En paralelo, y como si fuera un trastorno de doble
personalidad, los dirigentes de la Izquierda Patriótica
atemperan su discurso y , desde septiembre del curso pasado, se dedican a predicar la necesidad de
consenso, de acuerdos globales a los que invitan, con mano tendida, al PNV.
Compartir hoja de ruta en la “vía
vasca”. A diseñar caminos comunes para la paz y la convivencia.
Comprometieron su palabra para hacer aportaciones políticas
alejadas de su lenguaje tradicional para posibilitar el encuentro Asumieron que
tomarían decisiones que allanaran el camino.
Pero, pasado el tiempo, sólo quedan los enunciados públicos. Las
intenciones bienintencionadas aireadas
con resorte mediático. Invocaciones y peticiones de propaganda.
No se compadece la voluntad de acuerdo con la machacona
insistencia por cercenar la imagen
pública del PNV. Es como si en la Izquierda Abertzale
se produjera una patología de licantropía. Durante el día manifiesta una sensibilidad de renovada
concordia y ánimo colaborativo y ya por la noche, sus genes resucitan los
atávicos impulsos de destrucción y
agresividad.
¿Alguien se cree de verdad
que es posible estrechar la mano de quien pretende darte un mordisco?.
Desde hace meses, el PNV mantiene una línea abierta de
diálogo directo con la representación genuina de la Izquierda Abertzale ,
Sortu. Representantes de ambas formaciones han compartido puntos de vista,
diagnósticos, reproches y hasta
desencuentros. El primer objetivo de tales contactos resultada evidente y
necesario; normalizar las relaciones de dos de las formaciones políticas con
mayor relevancia en el país. Hablarse, comunicarse, siempre ha sido un valor a
cultivar. Máxime cuando se ha vivido de espaldas durante años, cunado no
enfrentados. Además, la cercanía personal, el conocer al de enfrente siempre
posibilita mejor ponerse en sus pantalones, conocer sus apreturas, sus
inquietudes, sus problemas.
En tal sentido, los contactos PNV-Sortu, como los que
se mantienen con otras formaciones políticas, deben ser calificados de
positivos. Cosa diferente son los resultados de dicha aproximación.
Ambos partidos son conocedores de los límites que cada cual
dispone a la hora de establecer puntos de acuerdo. Flexibilizar posiciones, favorecer el diálogo directo y minimizar
el impacto de los mensajes
intercambiados a través de los medios de comunicación debe ser una tarea básica
para poder entrar en el umbral de la confianza recíproca. Probablemente, cada
parte tendrá sus balones en tejados propios, decisiones que ellos y sólo ellos deberán responder.
Las “garantías” que el PNV exige a la Izquierda Abertzale
para poder avanzar en cuestiones básicas
como el autogobierno o la consolidación de la paz y la convivencia, son nítidas
y concretas. Las conoce Sortu y pese a su compromiso de dar una respuesta, ésta
no termina por llegar. Por el contrario, el feroz ataque al PNV se ha visto
recrudecido desde todos los ámbitos de la Izquierda Abertzale.
Se deslegitima al
Lehendakari Urkullu, a quien se
identifica como “obstáculo” para el acuerdo. Arrecian las demandas judiciales y
se vincula abiertamente y tendenciosamente a los jeltzales con la corrupción
política. Se traspasa el límite de lo tolerable y la confianza tejida
laboriosamente durante meses comienza a ceder. Homo homini lupus. Sin luna
llena en el firmamento, el hombre lobo
es cada vez menos hombre y más lobo.
La identificación del PNV como el “enemigo” de la Izquierda
abertzale ha sido una estratagema que tradicionalmente le ha salido bien a
Sortu-Batasuna. La plasmación del chivo
expiatorio les ha servido, en momentos de difícil cohesión interna, para
“acumular fuerzas”, para centrar el foco
de atención fuera de su ámbito y liberarse de presiones. La falta de resultados
en relación a los presos, la inexistencia de “proceso”, de “negociación”, la
constatación de que su estrategia ha fallado,
que sólo les queda volver a mover ficha por sí mismos o esperar que el
mundo cambie, ha traído consigo
alternativas de “distracción” para tener centrada a la parroquia. Y la ofensiva al PNV
siempre les ha dado buenos réditos en términos de “unidad”. Señuelos políticos
como “la vía vasca a la independencia” o los “100.000 cafés” para socializar su
propuesta – con mitin multitudinario en el BEC incluido- son herramientas para mantener a su base social
entretenida y ocupada. Para que no se distraiga y se ocupe de mantener la
tensión electoral. Porque un fracaso en los próximos comicios podría suponer
para los actuales dirigentes de la Izquierda Abertzale un grave contratiempo y un cuestionamiento
del camino emprendido.
El PNV no tolera ya más ataques contra su honorabilidad y su
buen nombre. Se ha pasado el límite de la decencia. La acción
política es un compromiso en la búsqueda del bien común, y en nuestro caso, de
Euskadi, de la sociedad vasca. Convertir
esta actividad en una refriega de
estercolero sólo beneficia a quienes
pretenden derribar las conquistas que
entre todos hemos alcanzado. Los que en
el pasado apostaron por la tierra quemada y ahora están demostrando ser incapaces de adaptarse
a la convivencia democrática.
Vivimos unos días en los que, a tenor de los
comportamientos de unos y otros,
lo que algunos están haciendo da asco. Y no porque haya comportamientos
podridos que envilezcan la gestión
pública. Si los hay o ha habido que se
investiguen, se juzguen y, llegado el caso, se condenen. Con todas las
garantías procesales y bajo el principio de la presunción de inocencia.
Asquea el macartismo, la
persecución, guillotina en mano, del adversario. Asquea la barra
libre, el todo es lícito en una pugna
electoral. Repugna la impostura, la falta
de responsabilidad. A esto se unen las “almas en pena” que buscan encontrar su camino dando bandazos, sin saber lo que quieren o lo
que no. Y en ese sin vivir, les da igual
“arre” que “so”. Por no hablar de los partidos “zombis”. Los que sintiéndose
muertos vivientes, no tienen empacho en
morder aquí o allá. Hasta se atacan ellos mismos en una deriva autodestructiva que
les llevará a la marginalidad representativa. Los mismos que antes no resistían
verse retratados en el mismo encuadre que los herederos de “Batasuna” y ahora, sin el más mínimo sonrojo, comparten con ellos
la estrategia del “ventilador”.
Causa escándalo que sólo hablemos de esto. De insultarnos.
En lugar de dedicarnos a construir país, sociedad, convivencia y bienestar.
Sí, causa repelús.
Aunque haya algunos cronistas, o
editores destacados a los que un hilillo de saliva se les escape por la
comisura del labio como regusto reprimido de quien disfruta del espectáculo.
Divulgadores proactivos que harán lo posible para que continúe el
esperpento. Y cuando la reputación de
todos haya menguado lo suficiente reclamarán
“responsabilidad política” y “altura de miras”.
Euskadi no se merece esto. No nos merecemos ni hombres-lobo,
ni zombis, ni espectros que sorprenden
con sus erráticas apariciones. Nos merecemos recuperar la sensatez y el sentido
común. El nuevo tiempo que queremos construir sólo puede sustentarse en una
confianza recíproca de quienes pretendemos convivir en este país. Continuar en la difamación y en descrédito
romperá los frágiles puentes ahora
construidos. Sin ellos no habrá ni comunicación ni diálogo. Y mucho menos
acuerdo posible. Aviso a navegantes.
Koldo, siempre he pensado lo mismo, con estos no" podemos" ir a ningún lado. Siguen ofreciendo una Euskadi e incluso Euskal Herria gris. Creo que debemos desterrar ese color de nuestra tierra y seguir como hasta ahora. Seguir creando y construyendo, apostando y sacrificando ideales mayores por una sociedad solvente y sonriente.
ResponderEliminarMi sueño es como el de cualquier vasco, una Euskadi independiente sin dejar fuera a nadie. Sumar es lo correcto y sobre todo respetar.
La máxima figura institucional es el Lehendakari, mi Lehendakari, nuestro Lehendakari el máximo responsable de nuestro pueblo. Quien quiera ver a Iñigo Urkullu Renteria como un obstáculo, es el verdadero obstáculo. Iñigo es el Lehendakari de todos.Mientras no asuman que es el suyo también vamos mal. No me refiero por Iñigo, cualquier otro seguiría siendo un obstáculo y eso se llama ser dictador desde la oposición. Betiko modun guk geurea.