A la gente no le gusta que le tomen el pelo. Y mucho menos
que se regodeen de ello.
He echado un vistazo a las hemerotecas y he encontrado
numerosas expresiones de dirigentes del
Partido Popular vanagloriándose de que, gracias a su formación, las pensiones
han subido. En algún caso, una diputada almeriense, se mostraba ufana al
señalar que gracias al PP, los pensionistas habían visto revalorizado sus
ingresos hasta en un 25% en los tres últimos años.
Me hubiera gustado que se lo contara en vivo y en directo a
mi madre. Mari Tere tenía un cabreo patriótico la semana pasada. Le habían
enviado una carta anunciándole la subida de su pensión y le notificaban que, de
ahora en adelante, tendrá un incremento
en sus ingresos de...tres euros. Cuesta
más el envío de la misiva oficial que la subida de su pensión. “Se pueden meter
la carta por ...”, me dijo desairada. Como si tuviera yo mismo la culpa de la “generosidad”
de Rajoy.
Entiendo la indignación. Y con más motivo cuando, al mismo
tiempo, se conoce que ciudadanos “ejemplares” disponían de cuentas
multimillonarias en Suiza para eludir sus obligaciones tributarias.
Comprendo el mosqueo de mi madre cuando frente a la estrechez de miles de familias,
que sobreviven con lo puesto, se nos presenta la ostentación y el descaro de
quienes han puesto sus fortunas al socaire opaco de paraísos fiscales.
O cuando conoce que al nuevo presidente de un banco vasco le han
aprobado una retribución con muchos ceros por detrás. Podrá argumentarse que
ahora gana menos de lo que lo hacía en su anterior responsabilidad profesional
o que su retribución es equiparable a la suma de emolumentos de su predecesor. Alguien
llegó a decirme, en un intento vano de convencerme, que pese a la elevada cifra,
el banquero en cuestión cobra menos que algún jugador de nuestro Athletic, que ni tan siquiera va convocado a
los partidos. Es cierto. Pero ambas
cosas no dejan de ser una pasada de difícil digestión.
Este mes de febrero se está comportando más que nunca como
lo indica el refranero –“febrerillo loco”-. No ya en lo climatológico, sino en
el almanaque informativo. Y no sólo
aquí, donde han aflorado fenómenos de sonada precipitación, sino también en el
Estado –crisis madrileña socialista- y en el ámbito internacional –la guerra a
las puertas de Ucrania, el desplome del petróleo, la crisis griega...-. De tormenta en tormenta a la espera que
escampe.
En nuestra casa, en
Euskadi, hemos asistido a una semana agitada. Primero con las consecuencias de
las supuestas irregularidades detectadas en el ámbito de Kutxabank y puestas en
conocimiento de la Administración de justicia por sus actuales responsables.
Después, con la sorprendente
información, conocida a escasas horas de su toma de posesión como Consejero de
Empleo y Asuntos Sociales, de un fallo de la Audiencia provincial suspendiendo
a Angel Toña en su actividad profesional de administrador concursal por un periodo de 18 meses.
Y, entre medio, con otros focos de crispación, centrados en
los líos electorales del PP vasco, EITB
o la Diputación de Gipuzkoa con su sociedad pública “Bidegi” puesta en el ojo del huracán por populares y la propia EH Bildu.
En el primero de
los affaires, a la relevancia en sí de la denuncia –con intervención de la fiscalía
y envío de sus conclusiones al juzgado de instrucción- se le han unido factores añadidos de
estruendosa resonancia, entre ellos, según parece, una larvada batalla interna
en la entidad financiera que exigirá para su apaciguamiento, un golpe de autoridad
y orden.
En segundo
término encontramos el intento de politización del asunto, con una Izquierda
Abertzale reconfortada en su estrategia
de confrontación contra Kutxabank, que ha contado con la inestimable
colaboración del PP de Arantza Quiroga para hacer , de una supuestas
irregularidades que debieran esclarecerse y , en su caso depurarse en ámbito
judicial, un escándalo político. Hasta
el punto de que, a la vista de que el intento de EH Bildu por constituir una
comisión de investigación en el Parlamento se vea fracasada, éstos han iniciado un trámite de
recogida de firmas que lo promueva de puertas afuera a la Cámara legislativa.
Como Maroto y su modificación de la RGI. Ruido
y más bronca por tierra, mar y aire.
Desestimada por
el Ministerio Fiscal la envolvente de
coyuntura política en la que se contextualizó el contrato hoy investigado, queda la gran incógnita de
determinar si se vulneró o no la legalidad en el expediente analizado. Ni más,
ni menos. Lo demás, comienza a ser harina de otro costal y quienes se fijan en
la necesidad de establecer conexiones políticas al caso, sólo pretenden buscar extender
la porquería. Como
las basuras puerta a puerta.
Pese al
irrefrenable interés de la izquierda abertzale por abatir pieza en el entorno
Kutxabank y el escenario de ajuste de cuentas que se pueda vivir en
determinados cuadros de la entidad financiera tras el relevo de su cúpula, este
conflicto tiende a apaciguarse. A la espera de que los ámbitos judiciales, que
son quienes ahora deben cobrar especial
protagonismo, vayan dando pasos en la instrucción, la polémica pública y
publicada deberá, por el bien de todos, ir remitiendo.
También debe
tener un punto de celeridad y de resolución, la situación creada en torno
al nuevo Consejero de Empleo y de
Asuntos Sociales y su compatibilidad en el cargo en relación al cumplimiento del Código Ético
aprobado por el Gobierno que preside el Lehendakari Urkullu.
Que Angel Toña no
pusiera en conocimiento del lehendakari, con anterioridad a su nombramiento la causa
mercantil instruida en su contra, ha sido un error de primer grado. Un enorme
traspié que ha podido dañar la imagen de credibilidad y rigor del propio
lehendakari. Aún así, todos haríamos bien en diferenciar “ética” de “estética”.
Su suspensión de
año y medio para actuar como administrador concursal es fruto de un recurso
planteado ante una primera instancia que avaló la legalidad de las decisiones
adoptadas por los administradores en el proceso de quiebra de una sociedad. En
segundo término, el fallo de la Audiencia provincial es recurrible ante el
Supremo, luego no estaríamos ante una decisión firme. Y, aunque así lo fuera,
los hechos juzgados tienen como base la decisión de los administradores
concursales de salvar la actividad industrial de la empresa y los puestos de
trabajo en ella en juego, priorizando los pagos en la masa de acreedores a
estos fines, en lugar de lo establecido por la ley; la tesorería de la Seguridad Social.
La ley siempre está para cumplirse pero en este caso ¿que es
más positivo para el sostenimiento del sistema de protección social? ¿El
mantenimiento de una actividad productiva y de unos empleos que van a seguir dotando
de aportaciones a la tesorería general de este organismo o el pago de las
deudas a la Seguridad
Social aunque ello suponga liquidar empresas y extinguir empleos?. En mi modesta opinión,
la sostenibilidad del sistema se garantiza más
manteniendo los puestos de trabajo. Con empleos hay cuotas y hay
ingresos. Sin ellos, no.
El apoyo unánime
de las centrales sindicales – todas- y de Confebask al nuevo consejero Angel
Toña y su positivo aval en la labor por la que ahora ha sido castigado,
resultan un precedente insólito en el panorama político y de relaciones
laborales en Euskadi. El consenso existente que pone en valor el compromiso
personal del hoy Consejero, es todo un hito que merece la pena salvaguardar.
Que se actúe en conciencia, preservando el bien común, es algo que debería
tenerse en cuenta. Eso es compromiso ético. La acción pública en beneficio de
la comunidad. Ética con mayúsculas. Y quien, por miserables réditos
ventajistas, proponga el escarnio público, deberá, cuando menos, presentarse
ante el espejo y contrastar si su propia imagen supera los cánones de
integridad que exige para los demás. Porque si no es así, sus demandas no
pasarán de una tomadura de pelo al conjunto del sistema. Una impostura que comienza a rayar en lo inadmisible.
De todas maneras,
la validación de Angel Toña como Consejero,
el encaje de su comportamiento en las reglas de conducta aprobadas para
sí por el ejecutivo autónomo, está en manos de la Comisión Ética de este
organismo que deberá evaluar con prontitud si su inhabilitación –recurrible-
para actuar como Administrador Concursal le imposibilita o no formar parte, con
integridad y honestidad, del Gobierno que nos representa a todos los vascos. En
su mano está. Ética y estética frente a frente.
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