viernes, 6 de marzo de 2015

PERSONAS HUMANAS

Que alguien te esponsorice un almuerzo  -que te inviten a comer- es algo muy agradecido para quienes ni disponemos de gastos de representación ni de dietas económicas extraordinarias. Tampoco es una cuestión que se busque. Comer, comemos todos los días. Como todos los mortales. Y cada cual se paga su menú de su bolsillo. Como corresponde. Seas político, cargo público o perico el de los palotes.

Pero, que de vez en cuando, un buen amigo te llame para compartir mesa y mantel, para nada es despreciable.
Pues bien, el pasado martes, y citado por un compañero común,  comí, entre otros, con Juan Mari Aburto.

Almorzamos el martes pero con carta de domingo. Primero un caldito. Y, después, garbanzos con berza y zancarrón con tomate. ¡Cuanto echamos de menos, quienes habitualmente comemos fuera de casa, una comanda como esta!. Tradicional,  sana y sin aspavientos. Con moderación pero reconfortante y contundente al mismo tiempo,

Juan Mari y yo lo agradecimos. No somos de grandes sofisticaciones culinarias y nuestras redondeces –las mías más que las de él- dan buena cuenta de las querencias gastronómicas con las que disfrutamos.

Conozco a Juanmari desde hace tiempo. Fuimos compañeros durante una larga temporada en la Diputación Foral de Bizkaia  y en esa institución, junto con el resto de compañeros y compañeras, conformamos un equipo de notables simpatías, compromisos y vivencias. Aburto, siempre fue, en los diversos equipos, la voz, la conciencia social. En los público, y también en lo privado. Yo, que siempre he sido un descarado y que me gusta, con ironía, pero con respeto,  poner un nombre a cada cual,  le bauticé en nuestro reducido círculo. E identifiqué a Juan Mari Aburto como “la persona humana”. La definición, propia del léxico utilizado por la iglesia, lo decía todo sobre él. Sobre sus preocupaciones –la gente y en especial la que más necesita de protección, su filosofía de vida  y sobre los valores  que no sólo defendía sino practicaba.

El encuentro del martes fue como siempre, distendido, sincero, a ras de suelo. Juanmari todavía se resentía del cansancio provocado por la paliza que se había dado el fin de semana.  Desde que fue nominado candidato del PNV a la alcandía de Bilbao, en sus ratos libres de responsabilidad pública –durante el tiempo que fue Consejero del Gobierno vasco- se dedicó a visitar los barrios de Bilbao.

La villa tiene un total de cuarenta y un barrios. Y Aburto se ha pateado -sobre todo los fines de semana- prácticamente todos. Libreta en mano y cámara de foto en ristre, ha ido de aquí para allá escuchando a quien le ha querido interpelar, juntándose con vecinos y asociaciones  varias. Capturando imágenes de zonas degradadas, de barriadas con problemas de infraestructuras básicas, de reivindicaciones y peticiones de la ciudadanía.

El pasado fin de semana estuvo en las zonas altas de Peñascal, Uretamendi, Masustegi. “He subido y he bajado –comentaba-  decenas de tramos de escaleras. Terminé molido. Por propia experiencia  conoces lo que tienen que padecer  centenares de familias, la mayoría de ellas humildes, con una edad media avanzada, para hacer las cosas  rutinarias (hacer la compra, ir al médico...). El ejercicio de supervivencia es muy destacable y, en la medida que se pueda, hay que posibilitarles una calidad de vida mejor, más fácil. Similar al de las prestaciones que se tiene en el núcleo urbano”.

Pese al esfuerzo que le supone estar presente “en casi todos los rincones” de Bilbao, Aburto y quienes le acompañan estos días, están satisfechos con su experiencia.
La crispación, de la que tanto se habla, de la ciudadanía hacia los políticos y la política, también ha aparecido en sus encuentros. Pero en menor medida. “La gente es educada.  Te recibe bien y pese a pasar situaciones difíciles, sigue confiando en que las cosas mejoren y, al final, agradece que estés allí, les atiendas  personalmente y escuches sus inquietudes”.

La sociedad, a pie de barrio,  también está alejada del “ruido” de fondo de las descalificaciones tertulianas. La bronca y la trifulca empiezan a ser una sobreactuación  que interesa poco. O nada. Lo importante, lo relevante, es lo que de verdad repercute en las personas. Por insignificante que parezca.

En otro barrio bilbaino, Aburto visitó un centro de jubilados. Acoge a casi un millar de socios. Allí, Juanmari se encontró con el enfado de unos usuarios. ¿Por los servicios que recibían? ¿Por los horarios de apertura y cierre de las instalaciones?. No. La irritación  tenía que ver con algo mucho más simple. No había naipes en el centro. ¿Cómo entender que para jugar a cartas debían llevar las barajas  de casa?. Eso era inconcebible. Espero que las gestiones del candidato hayan solventado el problema. Y los jubilados y jubiladas puedan disponer en breve plazo del material necesario para poder explayar su merecido ocio con garantías. Y con cartas para todos.

Mientras compartimos menú, hablamos de muchas cosas. Algunas intrascendentes y curiosas. Como la noticia que aparecía en las redes sociales en la que el gobierno nepalí había manifestado su preocupación por la gran cantidad de desechos humanos –heces básicamente- que los alpinistas dejan en su intento de hollar la cumbre del Everest. Los más de 700 escaladores y guías que anualmente y por espacio de dos meses se asientan en las laderas de la montaña más alta del mundo dejan tras de sí toneladas de excrementos que, a juicio de las autoridades del Nepal, pueden generar graves problemas de salud.

Si eso ocurre a más de siete mil metros de altura  y en condiciones extremas, a nivel del mar  y en zona metropolitana, la cota de estiércol  debe ser bestial. Afortunadamente los servicios avanzados de saneamiento han dado una solución satisfactoria al problema. No  así a la basura artificial que muchos humanos nos inventamos para  emponzoñar a los demás.

Juan Mari Aburto abandonó el pasado mes el Gobierno vasco. Lo hizo renunciando a la cesantía que por ley le correspondía –una mensualidad de sueldo bruto-. Ni mucho ni poco. Lo que la ley marca. Pese a ello, no ha cobrado ni un euro. Pero en los comentarios anónimos que circulan por los diarios digitales ya le han adjudicado millonarias cesantías. O pensiones vitalicias inexistentes.

Ha habido más. El ansia por ensuciar su reputación, a través del infundio de calumniadores enmascarados, no se ha detenido. “Decía  el candidato –aseguraba un difamador- que tenía un utilitario, pero abandonado el cargo de consejero se le ha visto por Deusto en un flamante Mercedes”. Y, siendo cierta en parte la afirmación, ésta no dejaba de resultar calumniosa. Juanmari  guarda en su parcela de garaje el barrio en el que reside el viejo “mercedes” de su fallecido aita , propiedad ahora de su ama quien, por razones sentimentales, lógicas de entender, no quiere desprenderse del vehículo. Y Juanmari  se lo cuida. Lo arranca de vez en cuando y lo saca a pasear para que no se deteriore. Algo que determinadas mentes enfermas han convertido en munición de descrédito.

A Juanmari, como a cualquier otro, las cosas que de él se dicen  injustamente, le preocupan. Pero su integridad está fuera de toda sospecha. Es el pesado precio que quienes se dedican a la gestión pública tienen que soportar. Una infausta losa que, por el impacto que tiene en su entorno,  algunos empiezan a no estar dispuestos a asumir. De ahí la dificultad, cada vez mayor, por encontrar candidatos voluntarios que opten a comprometerse con sus vecinos, con su sociedad y con su partido.

No obstante, pese a todo,  en este país sigue habiendo mucha gente buena –“personas humanas”- que como Juanmari, han vuelto a dar un paso adelante. A ellos –a Imanol, Irene, Aitziber, Andoni, Itziar, Xabier....-mi respeto y consideración. Porque gracias a su ejemplo nos reconciliamos con la democracia  y con la libertad. Mujeres y hombres que ahora, visitan casa a casa, barrio a barrio, en sus respectivos municipios. Para escuchar, aprender y tener en cuenta lo que la gente corriente espera de ellos. Luego,  vendrá el tiempo de reclamar su confianza a través del voto. Con humildad y cercanía. Para ser servidores públicos honestos y leales a un compromiso con la sociedad vasca. Hechos para Euskadi.


No hay comentarios:

Publicar un comentario