El 27 de junio de 2008, el Parlamento Vasco celebraba una
sesión plenaria de esas que algunos califican de “histórica”. En el orden del día solamente figuraba un
punto; debate y votación del proyecto de ley de “convocatoria y regulación de
una consulta popular al objeto de recabar la opinión ciudadana en la Comunidad Autónoma
del País Vasco sobre la apertura de un proceso de negociación para alcanzar la
paz y la normalización política”. Un título muy largo sí, que los medios de
comunicación vulgarizarían como la “Ley de consulta de
Ibarretxe”.
El resultado de aquel acto parlamentario fue el siguiente;
34 votos a favor, 33 en contra y siete abstenciones. A quien le falle la memoria, recordar que
aprobaron la propuesta los representantes del tripartito (PNV-EA-IU) más
Aralar y un voto prestado de EHAK, la
marca parlamentaria de la
Izquierda Abertzale. En contra se
posicionaron PSE y PP. Y las siete abstenciones restantes fueron las de los
electos de EHAK-Partido Comunista de las Tierras Vascas.
Quien tenga dudas de la convicción y el “fervor” con el que los portavoces de la Izquierda Abertzale
se posicionaron en relación a aquella iniciativa puede consultar el diario de
sesiones correspondiente. Allí
encontrará el discurso de Nekane Erauskin
y su voluntad de “dejar en evidencia” al sistema institucional y al PNV
que “30 años después” seguía anclado en un marco que “dividía, negaba y oprimía” a Euskal Herria.
Hay que tener memoria documental y de hemeroteca para no
perder la perspectiva, y desde el pasado cercano, llegar a intuir qué ocurre y
qué se pretende hoy cuando la misma Izquierda Abertzale
recupera un proyecto de ley de consultas y lo registra en idéntica sede
parlamentaria.
Según el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, el proyecto de
ley presentado es el “paraguas legal”
del derecho a decidir. Una herramienta que cuente con "una mayoría
democrática lo suficientemente amplia" que permita al Parlamento Vasco
convertirse en “una asamblea soberana y nacional".
No tengo por qué
dudar de las palabras de Arraiz, pero me temo que detrás de la propuesta hay
mucho más que lo mencionado. Hay una
actitud tramposa cuya intención es volver a buscar las contradicciones del PNV. Y, al
mismo tiempo, de reposicionar a la Izquierda Abertzale
en una nueva estrategia que rompa con sus fracasos recientes y con la falta de
definición política. Una indisimulada
intención por buscar un nuevo espacio social y electoral que le permita
aglutinar a sus bases, inquietas por el estancamiento de Sortu. Por
redefinir objetivos y estrategia. Por
desvincularse de una imagen de aparente
seguidismo de un PNV al que no han
podido batir en las urnas y al que,
nuevamente plantean medirse en otro pulso en busca del “sorpasso”. Nuevo pulso con nueva estrategia y nuevos
agentes.
¿Por qué digo que
la actitud ha sido tramposa?. En primer lugar, porque la Izquierda Abertzale
ha medido muy bien los tiempos a la hora de articular esta iniciativa. Fue el
propio Hasier Arraiz quien en los primeros días de septiembre adelantóla
voluntad de EH Bildu de presentar una ley de consultas. Han tenido que pasar
dos largos meses hasta ver la foto de los dirigentes de esta formación en el
registro parlamentario. ¿Por qué tanta dilación si lo tenían tan claro?. Con la programación ya cerrada en la Cámara de Gasteiz, la
primera vez que esta materia podrá ver un debate en sede parlamentaria se
traslada hasta la segunda semana de
febrero de 2016. Al tratarse de una
proposición de ley, el trámite previsto en el reglamento prevé inicialmente un
plazo para que el Gobierno establezca su criterio. A partir de ese momento se
procederá, en pleno, a la toma en consideración de la iniciativa. De
prosperar ésta se iniciaría la tramitación. Es decir, su puesta en conocimiento
de los órganos forales por si se detectase invasión competencial, la creación
de una ponencia, las comparecencias, la apertura del plazo para enmiendas, etc.
Es decir, que según dicta la experiencia llevada en el Parlamento, la
proposición no de ley podría no cerrarse antes de que el periodo de sesiones
ordinarias se suspendiera con motivo de
los meses de verano. Y, ya se sabe, teniendo en cuenta que el final de la
legislatura, según corresponde, llegaría
en octubre, el proyecto decaería.
Este calendario
lo conocía la Izquierda Abertzale.
Y todo el mundo. Pero aun sabiendo que los plazos podrían no
dar de sí, los herederos de aquella EHAK de 2008 optaron por abrir un debate
discursivo. Propaganda frente a seguridad
jurídica.
¿Habría sido
posible abordar este debate –las consultas, el referéndum, el derecho a decidir,
el sujeto político- en otros plazos distintos a los que conduce la iniciativa
de EH Bildu?. Por supuesto. En la ponencia de autogobierno. Tras las
comparecencias o la entrega de informes,
dicha ponencia ha entrado en una fase de deliberación previa al establecimiento
de acuerdos o propuestas. El PNV había reconocido que su compromiso de
refrendar un nuevo estatus político para Euskadi en 2015 se había difuminado
habida cuenta del clima electoral y de las posiciones divergentes provocadas
por la incertidumbre del momento. Pese a ello, y en el marco de la misma
ponencia de autogobierno, se había determinado emplazar a todos los partidos para
que presentaran y defendieran sus
posiciones en relación a los aspectos considerados nucleares de lo que pueda
ser una propuesta de nuevo estatus jurídico-político para Euskadi. Se entendían
como elementos “nucleares” materias tales como el derecho a decidir, la
autodeterminación, legalidad-legitimidad, mayorías democráticas,
unilateralidad-bilateralidad, mecanismos de resolución de conflictos,
plurinacionalidad...
Los partidos
políticos eran citados a poner por escrito sus propuestas para ser debatidas a
partir del mes de diciembre con el fin de intentar encontrar puntos de
coincidencia básica. Un trámite relevante, cuando no trascendental, en el
proceso propositivo de un nuevo especio de autogobierno.
Pero EH
Bildu, que ya había dicho que se encontraba
con “un pie fuera de la ponencia de autogobierno”, prefería marcar perfil. Y lo hacía con un texto de
proposición de ley que, además, era una chapuza integral.
Chapuza sí, porque
lo llevado al registro parlamentario era un “corta-pega” del proyecto de ley de
consultas catalana. Hasta tal punto que en el texto admitido a trámite incluía citas
originales vinculadas geográficamente a Catalunya, lo que indicaba que los
proponentes ni tan siquiera tuvieron la delicadeza de hacer un repaso y una
corrección del proyecto copiado.
Pero hay más. Si
hablamos del contenido de la proposición de ley y de su posible aplicación,
diríamos que existe una mezcolanza difícil de digerir, ya que lo mismo se
pretende regular una decisión trascendental de sujeto político como una
consulta menor de carácter municipal, propia de acciones de participación
ciudadana. Sin tener en cuenta que proyectos como la ley municipal ya regula
esos extremos y que además, territorialmente, ya existe normativa básica sobre
la materia pues la capacidad de
autoorganización es competencia de los territorios forales (principio que el
proyecto vulnera). Un despropósito.
Con todo, la “ley de consultas” presentada por EH Bildu no
es sino un señuelo. Un engaño para confrontarse con el PNV. Eso, que es
legítimo, tiene una lectura obligada. ¿Qué es más importante en estos momentos
para Sortu-Izquierda Abertzale? ¿La búsqueda de un acuerdo de cara a un nuevo
estatus jurídico-político?. ¿Su reposicionamiento electoral respecto al PNV?.
O, simplificando, ¿el país, Euskadi, o su partido, Sortu?.
Medidas como la
adoptada estos días pasados provocan un
doble sentimiento. Tristeza y consternación.
Tristeza de
contemplar cómo el interés propio sigue estando por encima del interés
general en la política de este
país. ¿Ni en momentos tan relevantes
como los que vivimos cabe la hipótesis de trabajar juntos?.
Y
consternación por el engaño. Por la
frustración generada en gente de bien que confiaba en la suma de voluntades y
ahora se encuentra, nuevamente con el fiasco
de la pugna tribal.
La Izquierda abertzale
puede hacer lo que quiera. Buscar su nuevo espacio a la espera de la llegada
del “espíritu santo” que les ilumine en su pentecostés revestido de propaganda
independentista. O, de una vez por todas, calzarse el buzo de trabajo y
contribuir a construir un nuevo país ladrillo a ladrillo, con propuestas reales
capaces de ser compartidas y asumidas por otros. El PNV llevará las suyas a la
ponencia de autogobierno. Allí les esperamos.
Koldo, no sorprende nada de lo dicho. En la actualidad el tema catalán tiene rota la cintura de Bildu. No pueden definirse no tienen ni argumentos, ni ideario de futuro. Me da pena que sigan en las negativas constantes, en la total confrontación con EAJ/PNV. Ahora bien, con la boquita pequeña y en petit comité, son conscientes de los arrautzas que le puso Ibarretxe en su discurso ante la cámara española. Ellos no serian capaces de plantear algo parecido ni por asomo. Me recuerda mucho a la película" LA VIDA DE BRYAN", un conglomerado de siglas, para no aportar nada.
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