Estaba sentado frente al ordenador –mi única manera de
seguir en directo las retransmisiones de fútbol- . Tensión. Nervios.
Sufrimiento. Entonces, pasó.
Balón centrado desde la banda derecha. Toque sutil de
espuela al corazón del área y allí, según venía el pelotón, el listo delantero
remataba lejos del alcance del cancerbero.
Gol! Gol!. Bakalao, bakalao, bakalao! que diría el recordado Hoss Iragorri.
De un salto me incorporé con los puños al aire. Júbilo y
euforia desatada. Tan desatada que,
mientras descargaba la adrenalina se me
subieron los dos gemelos al mismo tiempo. Alegoría futbolera. “Mestallaban” las
bolas.
Si hubiera estado en el césped me habría tirado al suelo.
Para perder tiempo. Pero, en la salita de casa no había ni masajistas ni
árbitros. Ni nadie que me acompañara a hacer estiramientos. ¡Qué sufrido es el
deporte pasivo!. Como pude, rebajé la tensión. Conseguí
sentarme. Con las piernas en semiflexión. Inmóvil, como un palo. Con más
vocación de quietud que Rajoy. Los minutos fueron pasando y las bolas se me
volvieron a subir. Esta vez a la garganta. Amigdalitis
cojonera. Cinco minutos de prolongación. Y el “buffer” del internet se petaba.
Pantalla en congelación. Suspense en
grado de tragedia. Por fin volvió la imagen. Intermitente ,
para mayor grado de angustia. Preparen el desfibrilador. Pitido final. Prueba
superada. Relajación. El ritmo cardíaco se estabilizaba. Las bolas volvían a su
ser. A las “partes” bajeras. Y la sensación de éxito dejaba una secuela
evidente. Un dolor muscular, a modo de agujeta que ni Alex Txikon tras su ascenso al Nanga Parbat.
Uno no está ya ni para gozar. Así que habrá que tomarse las cosas con tranquilidad, comiendo plátanos, que
tienen mucho potasio y huyendo de las emociones fuertes.
De un tiempo a esta parte se había instalado entre nosotros
la sensación de que el final de la crisis económica era un hecho. Que lo peor
había pasado y que el tiempo de la recuperación económica y el empleo había llegado
de una vez.
Se trataba de impresiones, sensaciones generales pues el
goteo de datos – los macro y también los micro-
que en relación a la economía íbamos conociendo incidían en la tendencia
al crecimiento y a la recuperación en términos de empleo y de PIB.
Pero en escasos días, el sentir positivo se ha visto
seriamente alterado por las incertidumbres industriales y empresariales conocidas alrededor del sector del acero y de
otros ámbitos dependientes de las inversiones
petroquímicas.
Las amenazas son muy serias
y nos demuestran que la globalización nos ha alterado no sólo las
condiciones de juego sino los protagonistas
y las circunstancias del nuevo mercado económico mundial. Al margen de
las decisiones empresariales cuya
responsabilidad es, indudablemente, de
su accionariado, (Arcelor-Mittal) hay elementos objetivos en las crisis de las
acerías vascas puestas hoy en el ojo del
huracán.
Por un lado está el
flujo de sobredemanda de acero –en todas sus vertientes- provocado por el gigante asiático. China, que no olvidemos
actúa en el libre mercado mundial pero
con parámetros políticos de intervención política –es decir “compite” en el
sistema capitalista siendo su “empresario” el propio estado comunista- produce
el 50% del acero mundial. Con dicho
volumen de producción, cuenta con una
sobrecapacidad de producto de casi 350 millones de toneladas, el doble de la
fabricación de toda la
Unión Europea.
Buena parte de ese superávit
productivo era asumido por el propio régimen de Pekin, pero la caída del
crecimiento de su PIB, y el desmoronamiento de la economía brasileña –donde
tenía uno de sus principales clientes- ha hecho que el país asiático haya
inundado el mercado mundial con su acero excedentario con un precio
establecido, en la mayoría de los casos, por debajo de los costes de producción
en los países de destino.
Competir con el acero chino, en
el conjunto de Europa y también en Euskadi, viene obligando a las siderurgias
autóctonas a reducir costes, con el agravante de que el precio de la energía –
la electricidad necesaria en las fundiciones-, al menos aquí, es un 30% más
cara que en Alemania y un 20% mayor que
en Francia. (en ambos países el carbón y
la nuclear son fuentes energéticas de
referencia).
Este desfase de
oferta/precio, sin cortapisas arancelarias, sin protección en una Europa que ha
optado por el libre comercio, ha
generado una profunda crisis. El acero es el primer exponente nítido de la
globalización pero, en adelante podrán
ser nuevos sectores, nuevos productos los que influyan de una manera
determinante en las economías de nuestro entorno.
Los cierres
temporales anunciados por Arcelor-Mittal en sus plantas de Sestao (ACB) y
Zumarraga penden sobre los más de 625 empleados directos de ambas factorías
como una espada de Damocles. Su porvenir depende en buena parte de que Europa
ponga freno al “dumping” chino y que en el Estado se aborde, de una vez por
todas, una adecuada tarifa eléctrica en el ámbito industrial. Pero en España no hay ministro que se remangue
e impulse medidas en tal sentido. La falta de un nuevo gobierno y la
provisionalidad del gabinete Rajoy, ha dejado a las acerías vascas desamparadas
a su suerte. Para que luego hablen de “responsabilidad”
y “defensa de los intereses” comunes.
También el nuevo
modelo de financiación de las empresas o su cambio de estructura asociativa van
a poner en jaque a las economías tradicionales. Y por ende, también a la vasca. La experiencia
nefasta de la dependencia excesiva en el “apalancamiento”, en el crédito bancario
está provocando la búsqueda de nuevas fuentes de recursos que hagan viables los
proyectos empresariales. Y ahí es donde
el rol del “empresariado” comienza a ser
sustituido por el de los inversionistas. El capital necesario para desarrollar
un proyecto comienza a pasar por la
atracción de fondos de inversión que , temporalmente, apuesten por una
iniciativa. No por vocación industrial sino por pura rentabilidad temporal. Y
eso, que en sí mismo no es negativo, puede terminar siéndolo, si la rentabilidad
va pareja no al mantenimiento de una actividad sino a todo lo contrario; a su
extinción como factor para eliminar competidores del mercado. Empresas,
industrias viables, con beneficios y expectativas de éxito, ante la necesidad
de liquidez y de circulante , pueden caer en manos ajenas pudiendo perder no
solo el arraigo con su territorio o su ámbito natural sino también su
continuidad.
Tengo en mente
más de una y más de dos factorías
vascas, con gran volumen de empleados y de facturación, que ante un previsible cambio accionarial
pueden estar vinculadas a este riesgo. Pero no es cuestión de alarmar con
previsiones todavía no confirmadas.
Los noticias de los “Eres”
siderúrgicos, la constatación de la realidad mundial, nos hacen ser pesimistas.
Pero no todo es negro.
El Observatorio de Coyuntura Industrial, que todos los años realiza una
radiografía de las asociaciones empresariales y clústeres de Euskadi, constata
en el último informe hecho público ayer una mejora generalizada entre las 22
entidades analizadas tanto en sus facturaciones como en la creación de empleo. Y,
lo que aún es mejor noticia, casi todos los sectores analizados esperan
incrementar o mantener su facturación, pedido, empleo (salvo siderurgia),
exportaciones y uso de la I+D+i .
Las malas noticias económicas de estos
días, nos han dejado el cuerpo baldado. Ha sido un jarro de agua fría caído
cuando nos recuperábamos de la tensión vivida. Las instituciones vascas –nada
se puede esperar de quienes ni tan siquiera comparecen en el Parlamento- tienen
delante de sí una ardua labor para mitigar el impacto de las suspensiones
anunciadas. Sabemos que no está en su mano ni en su ámbito de competencia
solucionar un problema que les desborda. Pero, cuando menos, esperamos de ellas
cercanía, comprensión y firmeza ante la
nueva situación. Eso, y que siga alimentando a la actividad industrial vasca en
general con el potasio que necesita para seguir avanzando. El potasio de la
innovación, la internacionalización, la búsqueda de alianzas corporativas, el
afianzamiento del arraigo de las entidades tractoras. Que busque y procure
fórmulas de financiación seguras, que adecue la formación a las necesidades
productivas. Así y solo así, cuando se
nos suban las bolas de la economía
sepamos reaccionar a tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario