sábado, 28 de mayo de 2016

EUSKADI ES DIFERENTE

No sé a ustedes. Pero a mí me comienza a pasar factura tanta noticia de sucesos truculentos. Aviones que desaparecen con decenas de pasajeros a bordo. Atentados salvajes aquí y allá que llenan de sangre y de víctimas la agenda del teleberri. El lamentable peregrinar de miles de refugiados  cuya dignidad contrasta con la vergüenza de quienes los encierran entre alambres de espino. Candidatos ultras que pierden las elecciones por un suspiro de votos. Terremotos devastadores cuyos escombros desparramados  atrapan aún a cadáveres  que, con el paso de los días, hemos olvidado. Imbéciles que rocían la carretera con aceite como reivindicación de la amnistía.
No hay más que desgracias en las primeras planas de los informativos.

Por no hablar de la repercusión comunicativa de la estupidez humana. Esa que se encargan de airear permanentemente  quienes se creen capaces de  alterar la opinión pública con declaraciones más o menos recurrentes. Quienes tapan sus vergüenzas  acusando a los demás de fomentar el radicalismo. O quienes buscando protagonismo  hacen viajes de ida y vuelta a Venezuela  para sacarse una foto en medio del drama ajeno.
Harto, si. De tanto político convertido en actor. De tanta incompetencia que habla de “cambio” y cuyo inmovilismo y falta de cultura democrática nos obliga a votar nuevamente. Como si los que se equivocaron fueran los electores y no los que en un ejercicio detestable de mirarse al ombligo, se demostraron incapaces de entender que el bien común les obligaba a encontrar un acuerdo mínimo para enderezar el rumbo de su país –que no el mío-, asolado por el paro, la corrupción y el fracaso institucional.

Sí, estoy canso de contemplar la impostura de quienes ahora hablan de alianzas, de pactos,  de acuerdos,  cuando lo que en verdad pretenden es meter el dedo al ojo del rival. Los que se pegan codazos para hacerse sitio, dejando que el tiempo pase y los problemas se pudran. Hastiado de intolerantes  que pretenden esconder sus debilidades con prohibiciones. A quienes utilizan la supuesta legalidad como una plancha que aplaste símbolos, sentimientos, opiniones. Fatigado ante tanta mediocridad que exalta lo negativo. Consternado por la actitud de quienes acusan a los demás de buscar fronteras separadoras mientras ellos  habilitan un mapa repleto de líneas rojas, de vetos, de exclusiones.

No es la primera vez que me ocurre.  Va siendo recurrente este pesimismo de contemplar cómo la sección de buenas noticias ha desaparecido de los informativos y de los periódicos.  Es una impresión depresiva de la realidad que se apodera del subconsciente asolado por un clima comunicativo asfixiante de noticias negativas.
¿Acaso no hay alternativa para la esperanza?

Por supuesto que sí, pero su disfrute  comienza a resultar efímero.
Que uno de los principales grupos industriales vascos – SIDENOR- no caiga en manos  empresariales extrañas y arraigue su proyecto en Euskadi  a través de directivos propios es una magnífica noticia. Pero su impacto  ha durado un suspiro  en los titulares periodísticos. Y, lo que es peor,  el espacio liberado en los tabloides fue ocupado por la draconiana propuesta de Arcelor Mittal para la Acería Compacta de Bizkaia, situando a esta planta al borde del abismo. Los ojos del empresario indio miran por Asia, por sus inversiones en carbón y acero convencional. No por una planta moderna, eficiente energéticamente y que objetivamente es rentable. La alternativa que parece quedar, si Mittal accede, pasa por encontrar otras manos –como en SIDENOR- capaces de apostar por un proyecto local que sea competitivo con productos exclusivos. La ACB está capacitada para ello. Otra cosa es que el magnate indio quiera marcharse sin destruir lo existente –borrar un posible competidor en el mercado- y que en el entorno del país haya inversionistas que acepten el desafío.

Que el  Producto Interior Bruto crezca en la Comunidad Autónoma Vasca hasta el 3,3% –niveles sólo alcanzados con anterioridad de la crisis- es una información relevante. Notable diría yo. Pero, en contraposición y como contrapeso, se anuncia que los márgenes de pobreza se mantienen en el tiempo. Se vuelven crónicos a pesar del despegue. Y  tal fijación, como mal menor, se sostiene por el sistema de protección social edificado en este país. Algo único que otros pretenden emular  y llevar al Estado  sin que sean capaces de tan siquiera concretarlo en un programa.

Que las exportaciones  de las empresas vascas hayan crecido  sensiblemente hasta ser uno de los fundamentos que sustentan el crecimiento industrial, es un inmejorable dato a tener en cuenta. Como lo es igualmente el hecho de que de las exportaciones en destino no recaudamos IVA, con lo que los ingresos públicos sufren  y no llegan a las estimaciones que estaban previstas.

Que una empresa  nacida al calor de las políticas de incentivación promocional de las instituciones, haya sido adquirida por un gigante mundial ante su enorme potencial  en el mercado de la intermediación de compra-venta en internet, ha generado un impacto informativo sorprendente. Sorprendente sí, porque casi nadie  era consciente que un proyecto innovador generado aquí por dos jóvenes promotores, fuera capaz de, en tan solo cinco años, facturar más de 60 millones de euros  con expansión en 41 países y una plantilla superior a los 400 trabajadores.

Un proyecto de éxito que vivía entre nosotros e ignorábamos de su existencia. Ha tenido que ser  la llegada de una multinacional, líder mundial en el sector, la que con su compra, nos ha dejado perplejos, reacuñando el dicho aquel de que “no se valora lo que se tiene hasta que se pierde”. Además, ya se han escuchado  las voces de los cafres de siempre  restando valor al evento, tildándolo de “especulativo” y de “escaso vigor productivo”.  Voces que se callan fácilmente al observar que también en el sector de las nuevas tecnologías de la información Euskadi  es un referente de oportunidad. Lo demuestra el interés de Facebook y Microsoft por tender un cable submarino de nueva generación que enlace ambos lados del Atlántico para acelerar las comunicaciones de centros de servidores y bases de datos de ambos continentes. Una red capaz de transmitir  160 terabits por segundo, 16 millones de veces más rápido que una conexión de internet doméstica, lo que lo convierte en el cable transatlántico con la banda más ancha que existe en el mundo. ¿Por dónde llegará a Europa?. Por la costa vizcaina. Aquí también Euskadi marca la diferencia.  

Algunos minusvalorarán esta novedad. Es como si les gustara el masoquismo. Es como si ante cualquier “imput” positivo tuvieran  que encontrar  una parte negativa y oscura. Mucha pancarta, mucha camiseta reivindicativa, mucho discurso de confrontación y cero dosis de autoestima constructiva.

Esos pájaros de mal agüero que anidan entre nosotros serán capaces también de encontrar tacha a la edición de la feria de la máquina herramienta. La mejor muestra desde 2008.  1533 empresas (un 12% más que la anterior). Desafío de la “industria 4.0”. Un escaparate único y exclusivo a nivel internacional, máxime si tenemos en cuenta que Euskadi representa el 21% de la facturación global del sector de bienes de equipo en el Estado.
Es tan sobresaliente el escaparate  que hasta Pedro Sánchez se dará una vuelta por el BEC de Barakaldo -así lo ha anunciado en su agenda de pre campaña- . Visita fugaz, de paracaidismo interesado y nada más. ¿Nos repetirá aquí eso de que no pactará con los nacionalistas?. Y si su intención es esa, ¿con quien pretende llegar a un acuerdo?. A este paso, los partidos españoles se van a convertir en “partidos primos”, solamente divisibles y compatibles consigo mismos y con la unidad (de España, por supuesto).  

Decía al principio que me sentía hastiado de encontrar un panorama informativo tan oscuro. Y es verdad que la coyuntura general no invita al júbilo. Pero debajo del discurso monocorde de la frustración hay  síntomas y realidades distintas que alumbran parcialmente el momento. La fuerza del pesimismo, como la antimateria, eclipsa esa nueva tendencia que al menos, en Euskadi, nos permite marcar una diferencia esperanzadora. Buenas noticias haberlas haylas. Solo necesitamos comenzar a creer en ellas. Sin echar las campanas a vuelo ni olvidarnos de los muchos problemas que nos afligen.  

Tenemos futuro, claro que sí. Pero, además, comenzamos a tener presente. No es “buenismo”, ni un sueño intencionado. Euskadi es diferente. Es verdad. Creámoslo. 

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