sábado, 23 de julio de 2016

MANIPULACIÓN E INTOXICACIÓN

No sé que es mejor. Que se olviden de ti y te ignoren o que te pongan en primer plano para, por todos los medios, manipulación e intoxicación incluidas, hacerte protagonista cuando ni lo eres ni pretendes serlo. 

Lo acontecido en estas semanas en la política española tiene guasa. Tras meses de ninguneo, el PNV  ha vuelto al escaparate público después de que dirigentes políticos, opinadores y tertulianos de todo pelo colocaran el microscopio encima justo de estas siglas en el marco de la fragmentación parlamentaria resultante del 26-J.

La atención del momento no era baladí. No les importaba qué opinara el PNV o qué posición mantuviera en el inmediato proceso de nueva legislatura a Cortes generales. Que los jeltzales  hubieran dicho que no apoyarían al PP y a Rajoy de cara a una investidura, les daba igual. ¿Por qué?. Porque cada cual  necesitaba una excusa para eludir  su propia responsabilidad. Para esconder  su decisión respecto a la futura gobernabilidad de España en el señuelo de los nacionalistas. Vascos y catalanes. 

Así surgió el discurso de que Rajoy debería pactar con los “afines” o que la gobernabilidad “dependía del voto favorable de Ciudadanos, vascos y canarios”.  Vamos, una simpleza que se caía por su propio peso. 

El Partido Socialista, en una esquizofrenia digna de ser estudiada, jugaba al escondite. Como aquellos protagonistas de la “Vida de Brian” que tapados por telas se hacían los invisibles ante unos romanos gilipollas que nada veían en su persecución y búsqueda.

Con sus 85 parlamentarios acreditados, Pedro Sánchez y los suyos,  no dudaron en utilizar  públicamente al PNV como chivo expiatorio para esconder su vergüenza. Fuego amigo contra quienes son socios de gobierno en las diputaciones y ayuntamientos vascos. 
Sánchez, que dice querer ser oposición, pero que no sabe cómo,  exigía un pacto de Rajoy con el PNV –y viceversa-. Y en esa estrategia, tan desenfocada como inútil ha zascandileado hasta  lo insoportable.

Pablo Iglesias por su parte,  en el ánimo de hurgar en la herida socialista, volvía a hablar de la alternativa de “izquierdas”. Y ahí, curiosamente, el podemita integraba –sin tan siquiera consultarlo- también al PNV con cuyos votos (esos escasos 5 diputados) decía contar y hacía suyos como si propios por derecho fueran. 

Unos y otros instrumentalizaron al PNV como si fuera un fetiche de quita y pon. Un partido de “derechas”, afín al PP, o una alternativa de “izquierdas” desestabilizadora de Rajoy. El caso sería de risa si no fuera que el descoloque terminara en un  manoseo asqueroso de conveniencia de unos y otros.

Pero hete aquí, que llegado el trance de la constitución de las cámaras legislativas, la ceremonia de la confusión superó todos los límites esperados.

Puestos a elegir a los 9 representantes de la mesa del congreso –presidencia, vicepresidencias y secretarías- , los partidos mayoritarios españoles diseñaron su estrategia. El PP, convencido de que terminará gobernando en minoría quiso hacerse con la mayoría en dicho órgano institucional. El PSOE, inicialmente, renunció a presentar candidatura a la presidencia, pero  al tiempo cambió de parecer. Seducidos nuevamente por Podemos, se lanzó al ruedo para evitar una mayoría popular.  La clave estaba en persuadir a Ciudadanos- que por sus propios votos quedaría fuera de la mesa- para que hiciera bascular su ascua hasta la sardina de Patxi López.  Además, necesitaban contar con todos los que no fueran del PP para que su fórmula saliera. Y en ese imaginario volvieron a contar como propios los votos de vascos y catalanes. 

El cuento de la buena pipa resultó evanescente. Primero, porque Rajoy fue mucho más listo. Negoció con Rivera quien le pidió la presidencia del parlamento y como contraoferta, el gallego le dio dos asientos en el gobierno de la cámara. Después, porque la “buena voluntad” de Podemos era, nuevamente, una trampa, en la que los socialistas, una vez más, cayeron como panchitos. Sánchez negociaba con Errejón mientras Iglesias presentaba a Xavier Domenech como su candidato presidenciable. 

Así las cosas, se produjo la sesión constitutiva. Mucho menos folclórica que la anterior. Sin bandas de música, guardaasientos de escaños vip o champú para las rastas. También se echó en falta a Diego, el bebé lactante de Carolina Bescansa, protagonista estelar de la sesión precedente. 

Con el acuerdo PP-C´s,  el final estaba garantizado. El  PNV había dicho que no apoyaría a candidato alguno. Así lo había hecho en la sesión constitutiva anterior en la que Patxi López fue elegido. Los cinco diputados –oscuro deseo de unos y otros- votaron en blanco en las sucesivas votaciones. El número de sufragios en la elección de las vicepresidencias, con la activación nominal de diez votos  diferentes al resultado producido en el caso de la presidencia, disparó los rumores y las acusaciones de todo tipo. Lo indemostrable, por inexistente, se convertía en un ariete punzante repetido hasta la extenuación; “El PNV había pactado con Rajoy secretamente”. “Los votos ocultos del PNV habían ido dirigidos al PP”.

Ni los desmentidos oficiales de los jeltzales ni la falta de evidencias callaron la acusación. Sin prueba alguna, socialistas, podemitas, hasta el popular Rafa Hernando, en un intento de pescar en río revuelto, abonaron la tesis del cambalache.  El supuesto pacto del PNV con el PP tenía, según ellos, contrapartidas evidentes. La “prueba del delito” era la entrada de los nacionalistas vascos en la mesa del Senado, una “recompensa” ni pedida ni ansiada por el PNV y que realmente obedecía al interés popular  por eliminar a Ciudadanos y Podemos del órgano de gobierno de la Cámara Alta. Un hecho pintoresco y gratuito que ya se había producido en la malograda mini legislatura pasada. Una cesión “regalada” que como tal resultó envenenada. Los nacionalistas vascos se olvidaron por un momento de Virgilio y su “timeo danaos et dona ferentes” y se vieron víctimas  de la “generosidad” del PP, un término que en política se ha demostrado inexistente.

Hasta el simple hecho de la constitución del grupo parlamentario en el Senado, con el interino préstamo  tradicional de electos para cumplimentar los requisitos reglamentarios, jugó en contra de la “inocencia” del PNV. En ocasiones anteriores, el PNV había gozado de la ayuda de los socialistas, de los canarios, de los regionalistas del PAR, de los galegistas del BNG, etc  para poder tener grupo propio en el Senado. Pero entonces nadie cuestionó la transacción. Ahora, cuando el PSOE condicionó su ayuda al voto favorable a Patxi López, cuando el PNV cedió a los convergentes la compañía de los dos senadores canarios que se le habían ofrecido para que también los catalanes pudieran conformar su propio grupo,  ahora sí, se cuestionaba  que la operación tenía un precio; el voto secreto al PP en el Congreso. Mentira tras mentira. Hasta cuestionarlo todo. Al parecer, las declaraciones de los líderes del PNV no tienen ninguna credibilidad. Lo que diga cualquier chiquilicuatre de medio pelo en una tertulia es considerado más riguroso que la oficialidad en sí. País de “sálvame de lux”. 

El PNV ha tomado buena nota del juego sucio y el aluvión de insidias que sobre este partido se han vertido. Su criterio respecto a una previsible investidura de Rajoy no ha variado. Aitor Esteban, portavoz en el Congreso, se lo trasladó personalmente en la Moncloa. El PNV votará “no” a su candidatura. Nada en tal sentido ha cambiado. El “no” sigue siendo “no”. 

Lo que sí ha evolucionado en los jeltzales es su opinión y desconfianza respecto a Pedro Sánchez y el Partido Socialista.  Tanta irresponsabilidad observada, tanto afán en utilizar a los demás como parapeto  que evite su decisión ineludible, tanta descalificación gratuita tendente a salvar su culo, ha hecho que el crédito que el PNV le había concedido se haya menguado.

Sánchez quiso una vez ser alternativa y se equivocó  buscando aliados. Sánchez quiere ahora ser oposición, y en lugar de atraerse a quienes desde la periferia –vascos, catalanes, canarios- podían acompañarle en una opción  rigurosa y efectiva de control del próximo gobierno, se ha afanado en repudiarlos,  conminándolos  a que pacten coincidentemente con el PP. Sabe que eso no será, que es imposible. Por eso sonroja su impericia. Hay que ser muy torpe para, en lugar de buscar aliados espantarlos  de tu lado. Sánchez se va a quedar solo. Por jugar mal. 

Ahora le queda la soledad forjada por sus hechos. No tiene otra opción. Debe enfrentarse al dilema  que tanto ha evitado. O se convierte en oposición o conduce a España a otras elecciones. Le toca retratarse. Ya no hay margen para la manipulación.   

2 comentarios:

  1. Me quedé de piedra escuchando por equivocación a un tertuliano poniendo al partido EAJ-PNV de vuelta y media con una "sapiencia" de este
    Partido empezando por Sabino y terminando con los actuales burikidese que es para pensar que está loco o resentido o un hijo.... de verdad si no le hubiera escuchado no me habrían entrado dolor de tripas por la mala lechera que se me hizo, la cadena de tv es tv 13 o algo parecido.

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  2. La ignorancia es la madre del atrevimiento y la estupidez humana un valor que gana enteros en los medios de comunicación de hoy en día

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