No hay nada como empezar un nuevo año, con lo que esta fecha
tiene de nuevos propósitos y expectativas, y que, de golpe y porrazo, te quiten
una ilusión que guardabas en la cabeza como una esperanza recóndita milagrosa.
Los sueños duran poco y la realidad, por material y nada poética que sea,
siempre se impone.
Desde hace años, los científicos del mundo estudiaban
atónitos unas señales cósmicas detectadas en radiotelescopios ubicados en todo
el planeta. Eran milisegundos de unas ondas de radio prácticamente
imperceptibles que llegaban desde el quinto pino y que hacían pensar en un
mensaje emitido de forma consciente por, supuestamente, una forma inteligente
de vida distinta a la que los humanos conocemos. La esperanza de hallar vida
más allá de nuestro entorno, y, especialmente, nuevas formas de inteligencia
diferentes de las del ser humano, siempre ha alimentado nuestra curiosidad y la
capacidad interpretativa que tenemos por conocer qué somos, de dónde venimos y
si estamos solos en esta inmensidad cósmica.
Sin duda alguna, la certificación de que hay vida más allá
de nuestro planeta y que ésta estuviera dotada de capacidad intelectual, sería
la noticia más importante de la historia. Despertaría nuestros miedos y abriría
el intelecto humano a lo desconocido. Así que aquellas señales irregulares
detectadas desde hace años por los astrofísicos de diversos observatorios me hacían albergar la vaga esperanza de que,
esta vez sí, seríamos capaces de confirmar la existencia de congéneres de Alf o
ET en algún recóndito planeta del universo en expansión.
No ha podido ser. Pasados los cohetes, los petardos y los
buenos propósitos, han aparecido unos estudiosos del fenómeno FRB –estallido
rápido de radio- y han echado por tierra mi utopía. Han localizado el origen de
las señales. Su emisor está fuera de la vía láctea y antes de alcanzar la
tierra, los impulsos viajan por el universo durante miles de millones de años
(unos tres mil). Según estos disipadores de sueños, su origen nada tiene que
ver ni con una inteligencia exterior ni
con cataclismos estelares. Ni épica ni poesía.
Sólo física. La fuente de estos
ruidos se encuentra en una “galaxia enana y poco brillante” en la que se
producen “los pulsos de un “magnetar, una estrella de neutrones joven con un
campo magnético extraordinario”. Ni la “estrella de la muerte” ni Darth Vader,
Cheewbacca ni la madre que lo parió. Una galaxia “enana”. Pura ciencia. Ciencia
de observación. Deducción empírica. Sueños rotos.
Yo quería vida inteligente y me he encontrado con unos megalistos
que me han recomendado centrarme en lo terrenal, en lo próximo.
Mi pretensión era quizá huidiza. Harto de ver en mi derredor
extraterrestres insoportables con rasgos humanos. Terrícolas mamarrachos que se ganan una hostia bien dada con el fin
de hacerse famosos insultando a semejantes grabando y compartiendo en las redes
sociales el episodio demente del
“cara-anchoa”.
Imbéciles esféricos que buscan la notoriedad grabándose
videos mientras se arrojan desde el ático a la piscina de un hotel y en el intento
se tritura ambas piernas. Y aun así, se descongoja del mundo porque miles de
mirones compulsivos han seguido su idiotez, y la han aplaudido con un “me
gusta” irreconciliable con el sentido común.
Buscaba inteligencia fuera porque dentro son muchos los ejemplos que nos indican que
la batalla por el buen juicio está en decadencia. Porque la ignorancia, la
ineptitud o la irresponsabilidad ganan adeptos aquí y allá. Porque cada vez
soporto menos la impostura, el gratis total. Porque los aduladores de oídos
proliferan sin que nadie se atreva a quitarles la careta.
El nuevo año nos ha traído la imagen de los youtubers
gilipollas, esos seres que parecen salidos de un planeta de ciencia ficción. Y
también el extraño comportamiento de un líder político abrazado a un tronco.
Junto a una chimenea y en pijama, reflexionando sobre el cambio social , las
necesidades de la gente y la “nueva política” al oído de un leño. Como un
telepredicador de secta y peyote.
El congreso de Podemos , el segundo Vista Alegre, ha reventado
la imagen del colectivo que quiso convertirse en la representación de la “nueva
política”. “Podemos” llegó a la escena española en el momento oportuno. Tenía
todo a favor para articular una alternativa distinta. El desencanto por la
incompetencia de las formaciones tradicionales, las consecuencias de la crisis,
de la corrupción. Sin embargo, la falta de realismo de sus posiciones, el
caudillismo de su clase dirigente, la soberbia y el la falta de humildad le
puede conducir a un futuro efímero. Teniéndolo todo a favor –hasta la crisis
autodestructiva del socialismo-pueden perderlo todo.
La causa estriba en su ausencia del principio de realidad.
¿Cómo pretender hablar y comunicarse con la sociedad si son incapaces de establecer
una conversación pacífica entre ellos?.
¿De qué participación, transparencia y buen gobierno nos hablan si todo su
discurso cabe en los 140 caracteres de un tuit?
Twin Peaks , la serie que quiso recrear Iglesias con su
conversación con el tronco, fue un invento televisivo de éxito. En sus primeros
capítulos. Hasta que los guionistas introdujeron en la trama argumental seres
mágicos, extraplanetarios, haciendo de las nuevas entregas un bodrio anodino y
poco creíble que se hundió en la audiencia hasta su final de fracaso.
El nuevo año que acabamos de iniciar exige dosis de ilusión
y de motivación. Todo lo que empieza necesita ímpetu, pasión y sueño. Necesita
que creamos en algo, en nuestras posibilidades, en la capacidad de nuestra
inteligencia para poder superar las adversidades. Pero en la gestión pública,
en el ejercicio de liderazgo político no puede olvidarse nunca ni el principio
de realidad.ni el compromiso de responsabilidad.
Comportarse como un bufón
buscando el aplauso fácil , reclamando lo imposible, puede tener su público y
su rédito de popularidad .
La Euskadi de 2017 tiene muchos problemas que asumir.
Necesitamos crecer económicamente. Porque de la mano de ese crecimiento llegará
el empleo y la generación de recursos que posibiliten el mantenimiento de
servicios públicos de calidad. Eso nos obligará a revisar el conjunto del
sistema fiscal y tributario. Hacer un diagnóstico y modificar aquello que no
funcione. Para posibilitar ingresos que alimenten a las instituciones y, también,
y como elemento importante, para encontrar nuevos estímulos que propicien la
actividad.
También necesitamos salir del infierno de la precarización
laboral. Contrataciones dignas y seguras que mejoren el poder adquisitivo de
vascos y vascas. Y con ello, impulse el consumo interno y reduzca la tasa de
pobreza.
Y en un tercer estadio, este año 2017 nos obligará a
redefinir y actualizar el sistema de protección social.
Este país –Euskadi- es
pionero en ofrecer a quien lo necesita un sistema de garantía de ingresos. Un
mínimo vital con una inversión presupuestaria de más de 450 millones de euros
anuales que da cobertura a unas 65.000 unidades convivenciales. Necesitamos, para hacer sostenible en el
tiempo esta cobertura, para no cronificar a sus perceptores, buscar
alternativas, identificar muy bien las ayudas y su finalidad. No desincentivar
la búsqueda de empleo ni dejar sin prestaciones a quienes de verdad las
necesiten.
Estos tres propósitos pendientes; fiscalidad, incentivación
de la economía y actualización del sistema de prestaciones sociales, son
ámbitos en los que se necesita espacio compartido y compromiso común entre
diferentes. Y es ahí, cuando más se necesita el acuerdo cuando la
demagogia amenaza una política realista,
responsable y necesaria. Pedir o exigir lo imposible resultará sencillo. Hablar
con un tronco también. Pero que nadie lo dude, ningún exhibicionista de
discurso ni ningún ser inteligente de una lejana galaxia nos solucionarán la papeleta. Nuestros sueños
deberán bajar a ras de suelo para buscar consensos posibles que sigan haciendo
de este país- de Euskadi- una sociedad más justa, solidaria y competitiva.
Podemos seguir mirando a las estrellas a la búsqueda de
soluciones a nuestros problemas. Quizá una “galaxia enana” envíe signos que
alienten nuestra inquietud. Pero la respuesta que necesitamos está aquí mismo.
Entre las coordenadas de la responsabilidad y la realidad.
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