sábado, 4 de febrero de 2017

EL CRECIMIENTO DE GORKA

En toda organización, el  presupuesto es la herramienta fundamental que dota de contenido un plan de gobierno. En él  se establecen los proyectos a acometer y las dotaciones económicas con los que llevarlos adelante.   En la gestión pública hay que tener en cuenta básicamente el principio de “realidad”. Es decir que, más allá del deseo o de la voluntad, se impone la capacidad posible de actuar, la “certeza” de los recursos económicos disponibles en cada momento. De ahí  que gobernar, gestionar, es determinar prioridades  pues los recursos públicos siempre son escasos  y son susceptibles de usos alternativos.

Dicho de otra manera que ante las múltiples necesidades generadas en la sociedad  y la insuficiencia de fondos públicos  para atenderlas en su integridad, quienes democráticamente nos representan  se ven obligados a optar y priorizar  en qué se gastan  o destinan dichos recursos. De esa decisión última se determina si una política es conservadora o progresista. Si aborda necesidades de corto plazo o prevé horizontes de futuro.

Hago esta primera consideración para contextualizar el problema surgido en Vitoria-Gasteiz en relación a la aprobación de su presupuesto. Una cuestión que, lamentablemente  se ha visto solapada por un afán de protagonismo político. Una pugna de rivalidades –quien es más que quien-  que afortunadamente, parece despejarse.

En el pasado ejercicio, el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz aprobó su presupuesto  con el apoyo de cinco de los seis grupos representados en el consistorio (18 de los 27 concejales). Se trataba de poner orden a las cuentas municipales  buscando la estabilidad  y cimentando el “cambio” que había llevado a todos los grupos políticos a desalojar a Javier Maroto y al PP de la alcaldía. 

Había que taponar los “agujeros” encontrados y, en la medida de lo posible, abordar nuevos proyectos para la ciudad. Unos proyectos cuya viabilidad estaba condicionada a la obtención de recursos extraordinarios a través, básicamente, de la venta de suelo público. Desgraciadamente, tales expectativas no se llegaron a producir por lo que las previsiones  de posibles inversiones debieron atemperarse  a la espera de mejores coyunturas. Algo lógico y normal, no solo en la gestión pública sino que también ocurre en la economía doméstica particular. 

Afianzado el horizonte financiero, la corporación gasteiztarra ha acometido la elaboración del presupuesto para 2017 estableciendo un ambicioso plan de inversiones a desarrollar en los próximos años.  Se incrementaba en un 23% la capacidad inversora del ayuntamiento hasta superar los 29 millones de euros. Un plan ambicioso que ofrecía cobertura económica a iniciativas tales como el bus exprés BRT; la reforma de la plaza de Santa Bárbara integrada en el proyecto Bost Enparantza; el Gasteiz Antzokia; la Casa de las Mujeres, la nueva oficina de turismo, el parking silo de Arana; el centro Kultura Eratzen; la renovación de los campos de fútbol municipales, obras en las calles por importe de  dos millones de euros, etc.

En suma, el presupuesto 2017 diseñado por el equipo de Gorka Urtaran definía y concretaba la actuación pendiente de la presente legislatura dando certidumbre a unos proyectos que en el horizonte de los tres próximos años deberían estar concluidos cumpliendo así la expectativa de modernización y transformación de la ciudad. Y ahí es donde  debemos analizar  el origen del conflicto  que estos días ha centrado el interés político. Es decir que alguien, en el entorno de EH Bildu ha interpretado que “facilitar” la aprobación de estas cuentas reforzaría la imagen y la proyección del actual alcalde en detrimento de su propia alternativa, representada por la solvente Miren Larrion.

La tentación de EH Bildu ha sido la de bloquear esa expectativa rechazando el presupuesto. Un bloqueo político en detrimento del desarrollo urbano general. Interés particular, legítimo, pero poco entendible en el marco de cambio establecido en Vitoria-Gasteiz. 

A nadie se le escapa que la sustitución de Maroto ha generado una situación de difícil equilibrio en el consistorio gasteiztarra.  Con un PP  al que aún le supura la herida de la pérdida de la alcaldía, solo cabe la confluencia de apoyo del resto de las formaciones políticas obrantes en Vitoria para sustentar la estabilidad del gobierno municipal.  Confluencia complicada y que, en muchas ocasiones ha provocado la crítica fácil de intentar  trasladar la imagen de un alcalde “títere” de la voluntad de EH Bildu. 

Ha habido ataques feroces que han pretendido denigrar en este tiempo a Gorka Urtaran. Le han acusado de todo.  El acoso difamador ha sido constante. Sobre todo el proveniente de un denominado medio digital cuyo oscuro patrocinador alardea de su inquina hacia el primer edil vitoriano. 
A Urtaran se le ha dicho de todo.Desde ser el responsable de que las losetas de las aceras  se colocaran indebidamente,  hasta vivir  “con los pantalones en los tobillos” (sic), siguiendo las órdenes de Bildu. Por no hablar de los inventos urdidos para presentarle  ante la opinión pública vitoriana de servilismo bilbaíno.   

Lo más sutil que he visto en los últimos tiempos lo ha protagonizado el principal diario de la comunidad. Una misma información en dos ediciones diferentes (Araba y Bizkaia). Una misma crónica. Una única firma. Dos titulares distintos. En Araba, “Urtaran recurre a una cuestión de confianza para forzar la aprobación del presupuesto”. En Bizkaia, “La debilidad del PNV en Vitoria obliga al alcalde a una argucia legal para salvar los presupuestos”.  Menudo trastorno bipolar en “El Correo”. Daría para una tesis, titulares interpretativos que advierten de la intencionalidad de quienes los prodiga.
 Luego hablan de las “dos almas del PNV”. Ahí lo dejo.
Edición Bizkaia
Edición Araba

Pese a todo, Urtaran ha aguantado. Ha demostrado estar hecho de otra pasta. Su carisma le hace un ser humilde, nada artificial. Todo lo contrario que su antecesor. Su naturalidad, a ojos profanos, puede haber sido interpretado por algunos como un ser débil, fácilmente vulnerable. Pero que al alcalde no le guste llevar corbata y que prefiera la bicicleta al coche oficial nada tiene que ver con su integridad, ni con su fortaleza. 

La fortaleza de Urtaran estriba en la convicción de servicio público que tiene. Su persona no es lo importante. Lo verdaderamente importante  está en su trabajo. Y su trabajo, dirigido al bienestar de sus convecinos, está en el presupuesto, en la herramienta que permitirá hacer una capital mejor, una Vitoria-Gasteiz  más habitable y moderna.

Alguien en EH Bildu se equivocó a la hora de interpretar el momento. Hizo un diagnóstico inadecuado al pensar que bloqueando las cuentas  municipales  eliminaba de la carrera política a Urtaran . No se pararon a pensar que lo que estaba en juego era mucho más que una disputa de liderazgo, o de oportunidad, sino el éxito de un cambio que exigía frutos  que presentar a la ciudadanía.  Creyeron llegado el momento de someter al alcalde y a su equipo de gobierno a un pulso. En la convicción de que la presión les haría fuertes. Erraron de plano.

La presión ha hecho crecer a Gorka Urtaran. Su decisión de situar a EH Bildu en la disyuntiva de situarse junta al PP en el bloqueo o permitir  la aprobación del presupuesto y con ello la capacidad de gestión del ayuntamiento ha provocado que la izquierda abertzale  recobre el sentido común y no convierta su legítima aspiración de medrar políticamente en un obstáculo a la gestión municipal.  

Afortunadamente –eso parece- no habrá pulso. Lo dije en una ocasión y lo mantengo, Miren Larrion fue un descubrimiento en la pasada campaña electoral. Rompió el molde del dogmatismo de la Izquierda Abertzale para mostrar un perfil pragmático y sólido. Creo que, gracias a su capacidad, tendrá mucho recorrido en la vida política de este país. Lo mismo digo de otros protagonistas que están ayudando, y mucho, a afianzar los nuevos tiempos y las oportunidades que en ellos se brindan.  Como Adolfo Araiz y su compromiso conciliador y constructivo demostrado en la Comunidad Foral de Navarra. 

Sumar, colaborar, acordar y, llegado el caso, discrepar sin entorpecer,  sin buscar la parálisis, beneficiará a todos.  A los unos y a los otros. Porque la ciudadanía sabrá entender y premiar el espíritu constructivo. 
Intentar el K.O. del adversario a cualquier precio, puede tener consecuencias insospechadas.  Como en Gasteiz. La presión, lejos de debilitar a Urtaran, le ha hecho crecer. Apréndase la lección. Pasemos página y a trabajar juntos. Por el bien de la gente. Por el bien de Vitoria-Gasteiz y su ciudadanía. 



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