Alfonso
Alonso, jefe de los populares vascos, había acudido la pasada semana al
Parlamento de Gasteiz para escenificar
su ruptura con el PNV. El dirigente alavés aprovechó una pregunta dirigida al lehendakari para que la hiel de su discurso aflorara sin
tapujos; “no me quedan razones para confiar ni en el PNV y en el Gobierno Vasco”.
El Partido Popular del País Vasco rompía cualquier posibilidad de acuerdo con los nacionalistas y dirigía sus pasos hacia una feroz campaña
de oposición contra el Gobierno vasco, aunque en su itinerario parlamentario
tuvieran que sumar sus votos a los de EH Bildu o Elkarrekin Podemos. Cuando la
represalia dirige el timón de la acción política, ni la coherencia, ni la responsabilidad o el
sentido común hacen variar el rumbo de
una catástrofe anunciada. Porque en esa
trayectoria de visceralidad ciega, el resultado siempre conduce al fracaso y al
desastre. Un destino al que el PP vasco
se dirige a toda velocidad según aseguran todas las encuestas de carácter
electoral.
En tal
sentido, veremos las consecuencias de lo
anunciado por Alonso. Lo percibiremos en el Parlamento Vasco donde el PP se ha
alineado en el “frente del NO” y allí instalado será implacable en su rechazo a
todo lo que la mayoría gubernamental pueda plantear. Aunque en el castigo
cometan incoherencias difíciles de
argumentar. Cuando eso ocurre, que termina pasando, se traspasa el límite de lo irresponsable a
un terreno aún más pernicioso; el ridículo.
En ese
campo de lo estrafalario, hay “populares” que tienen un pedigrí acentuado. Son
los ridículos “esféricos”. Sin aristas. Los tomes por donde los tomes, siempre
ridículos. Un ejemplo palmario; los dirigentes del PP en Getxo.
En su
mejor momento, disputaron y pugnaron por el liderazgo en el segundo
municipios vizcaino. Sin embargo, hoy su
deriva hacia el esperpento les sitúa en
pleno declive. Cuesta abajo y, sin frenos. Y aunque pretendieron corregir tal decadencia volviendo a la senda
del acuerdo y la oposición constructiva, su irreductible altanería les devolvió a la pérdida del equilibrio. Y
ya se sabe, cuesta abajo, lo esférico
rueda sin parar.
Ellos,
como el Abundio del chiste, rompieron en el consistorio getxoztarra,
“porque sí” lo que acababan de calificar de un “buenísimo acuerdo
presupuestario”. Lo hicieron para
“fastidiar al PNV”. Al PNV que pretendía “una raza aria” en Euskadi.
Los
damnificados por su rabieta no fueron
los jeltzales, sino ellos mismos, presentados una vez más ante la ciudadanía
como auténticos chiquilicuatres .
En
junio de hace dos años, los mismos concejales populares de Getxo tuvieron la ingeniosa ocurrencia de solicitar
al ayuntamiento vizcaino la instalación de pantallas gigantes en las plazas y
calles de la localidad para poder ver
los partidos de fútbol de la Eurocopa y “animar a la Roja” teniendo en
cuenta, además, que “en las próximas
fechas la Selección Española de Fútbol disputará la semifinal y muy
probablemente la final”.
La
moción ni tan siquiera tuvo que sustanciarse.
Italia se encargó, con dos goles, de disipar
cualquier duda de la predicción popular eliminando a la escuadra que por
entonces entrenaba Del Bosque en octavos de final. Y el PP de Getxo volvió a
hacer el más estruendoso ridículo.
Pero,
por lo visto, no escarmentó. El pasado
martes, el mismo protagonista -el Partido Popular de Getxo- anunciaba la presentación de otra moción en el
pleno municipal en la que solicitaba, nuevamente, la instalación de pantallas
gigantes en diversas plazas y parques del municipio “para poder disfrutar de
los partidos de fútbol del Mundial” y para “animar a la Roja”. No habían
escarmentado de la experiencia pasada y la moción fue presentada y defendida por el PP.
Enmendada por el edil de Ciudadanos y, finalmente, derrotada por la mayoría política en el último pleno.
¿Pantallas
gigantes para seguir el mundial? ¿Para animar a la “roja”?. Si acaso hubieran
anunciado para conocer en directo y a
todo detalle el próximo congreso del Partido Popular quizá su iniciativa hubiera tenido mejor
fortuna. Porque el cónclave del PP comienza a presentarse interesantísimo. Como
un serial de los “Soprano” o de “Granjero busca esposa”.
Vaya
por delante mi respeto absoluto al
procedimiento interno del Partido Popular. Ojalá esta “aventura” democrática les salga bien.
Pero, dicho
esto, creo que hay datos que llaman la
atención. El primero tiene que ver con el hecho de que el procedimiento de
elección tiene una primera parte abierta directamente a la afiliación. Y aquí
es donde surge la curiosidad. Si el PP se vanagloriaba de tener 865.000
militantes en todo el Estado, ¿cómo es posible que para votar por primera vez a
quien pueda ser su presidente solo se hayan apuntado 64.523 militantes? ¿Estaba
“hinchado el globo” de la afiliación o acaso el proceso electoral no resulta atractivo para las bases populares?
Resulta
especialmente llamativo que en la Comunidad Autónoma Vasca tan solo haya 618 afiliados del PP con derecho
a voto (306 en Bizkaia, 224 en Araba y 88 en Gipuzkoa). Suena como a
broma. Es como hacer un congreso en un
portal.
Una
segunda lectura sugerente. De ser un partido que determinaba quienes iban a ser
sus líderes por cooptación –el “dedazo”-,
el PP ha pasado a tener, ni más ni menos que seis candidaturas para la
presidencia en disputa. Esa amplia lista de elegibles y el hecho inédito de ser
la primera consulta general a la militancia, hace que cualquier previsión de futuro resulte imprevisible. Hay algunas candidaturas que suenan más que
otras, pero nada en este proceso resulta definitorio de una certidumbre
última. Es más, en los entornos del
Partido Popular se señala que, frente a todo pronóstico, quien más simpatías y
apoyos parece haber concitado entre la militancia es Pablo Casado. Casado
representaría en la pugna interna a la alternativa avalada por FAES – la
fundación que preside y maneja Jose María Aznar-. Una propuesta
cuya pretensión sería, como ya lo advirtiera el ex presidente, “recomponer el
centro-derecha español”. De ahí cobran
sentido las palabras de Casado de querer reconquistar el electorado que huyendo del PP se afincó en Ciudadanos y en
Vox.
Militantes
activos del PP no descartan sorpresas en esta carrera interna que comenzará a
decantarse a partir del día 5 de julio, fecha en la que la militancia inscrita
podrá optar entre los seis candidatos presentados. Los dos que más apoyos
cosechen pasarán a una segunda vuelta en la que
solamente participarán los compromisarios del congreso a celebrar los
días 20 y 21 del próximo mes.
La
“sorpresa” que desde sectores conservadores se apunta, vuelve a citar a Casado. El más joven de los
presidenciables parece haber entrado
fuerte en la ruta electoral interna. No solo por su número de avales sino
porque, según se comenta en sottovoce, pudiera tener un acuerdo tácito con
Núñez Feijóo, el presidente de la Xunta
que todo el mundo alababa como “presidente in pectore” pero que, en el
último extremo, dio la espantada renunciando a su nominación mientras durase su
mandato en Galicia.
Tras su
renuncia, Núñez Feijóo dejó abierta la posibilidad de optar a la presidencia
del PP el año 2020 por lo que no es descartable que entre él y Pablo Casado pudiera
haber una “agenda oculta”. Señalar que Galicia dispone de 4.222 posibles
votantes populares, una de las comunidades junto a Valencia, Andalucía y
Castilla-León que más sufragios internos concentra.
La
alternativa de Pablo Casado tendría, además, un factor indiscutible a su favor.
El discurso utilizado por el joven que
“tiene más futuro que pasado” según sus propias palabras, es el que mejor entiende el afiliado del PP. Un
discurso duro, dogmático, implacable. Para los de dentro y los de fuera. El
militante de base popular, escocido por la situación que vive su partido, quiere
argumentos de rompe y rasga, no pasteleos ni cambalaches internos. Y Pablo
Casado, también aquí parece el más listo de su clase.
Lo que
ocurre es que cuando se utiliza la
brocha gorda para perfilar, cuando se mata moscas a cañonazos, se corre el
riesgo de hacer el bobo.
Como
diría Forrest Gump, bobo es el que hace bobadas. Y una bobada, y muy grande,
fue afirmar –lo hizo en un incendiario discurso en Alsasua- que “el euskera no
es el idioma de Navarra”. Casado, master
en muchas cosas y licenciado exprés en otras,
debería conocer que ya en el año 1167, en el pergamino de Aralar aparecía la expresión “linguae navarrorum”,
la lengua de los navarros, en referencia a euskera. Pero, seguro que el día que
lo explicaron, Casado no fue a clase. Estaría con sus compañeros de Getxo
convalidando un curso de “ridículo cum laude”.
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