sábado, 13 de abril de 2019

A VACUNARSE

Basta ojear las páginas de los periódicos, escuchar  los titulares de los boletines de radio o televisión para darse cuenta de que  vivimos tiempos desconcertantes. “Lo nunca visto”, comentaba una crónica  periodística. Y era verdad. La imposible imagen de un “agujero negro”, un fenómeno astronómico  que soy incapaz de imaginar por más que me esfuerce. Antimateria cuya densidad impide que de la misma se escape partícula alguna –ni tan siquiera la luz-. Vamos, algo que no se ve  pero que está  y que se come todo lo que tiene en su derredor. Pero, si no se puede ver, ¿cómo  conseguir una imagen?  Debe ser por arte de magia. La “magia potagia” de los tiempos actuales.  Tiempos sin límites.  Sin fronteras de comunicación. De superpoblación mundial y por el contrario de  envejecimiento y abandono de áreas desarrolladas. Tiempo de avances científicos, y de supercherías. De calentamiento climático. De globalización y de autarquías.  Tiempo de certezas y de mentiras.

El año 93 del siglo pasado, el economista y escritor francés Alain Minc, publicaba su ensayo titulado “La nueva edad media” en el que desarrollaba la tesis según la cual, tras la finalización del  equilibrio provocado por la “guerra fría” la humanidad entraba en un período de confusión similar al que se pudo vivir al filo del año 1000. Según Minc, el planeta se quedaba sin un “chivo expiatorio” al que  responsabilizar de sus problemas, y, al mismo tiempo, perdía al “director de orquesta”  que marcaba el ritmo  del orden establecido, abriéndose de par en par la puerta  a nuevas tentaciones ideológicas  trufadas de populismo, chauvinismo, tribalismo, individualismo  y xenofobia. Era, según publicó, un retorno  a los “tiempos oscuros” del medioevo. 

Muchas son las similitudes que pueden hacerse  entre ambos espacios  temporales. Hoy como ayer se multiplican los falsos redentores, las soluciones milagrosas  y el esoterismo invade  una sociedad saturada de información pero incapaz, en muchos casos, de reflexionar mínimamente sobre lo que nos está pasando, sus causas y consecuencias.  Es como si sufriéramos un retorno a la época de la contrarreforma, a los temores injustificados   de las tinieblas y las prácticas  redentoras de la “santa” inquisición.

Digo todo esto después de haber conocido la existencia de nuevos casos de enfermedades que creía erradicadas en Euskadi.  En concreto, según datos procedentes del Departamento vasco de Salud, durante el presente año,  se han detectado en Euskadi tres nuevos casos de sarampión, una enfermedad que ha sufrido un repunte importante en los últimos años (6 incidencias el pasado ejercicio).  Las cifras no son relevantes, máxime porque el nivel de protección médica existente en el País Vasco –la vacuna triple vírica (sarampión, paperas, rubeola)- alcanza a más del 96% de los menores  de nuestra comunidad.  Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud achaca el aumento de contagios padecidos en Europa a la globalización, ya que la mayoría de las veces el origen está en viajes a zonas epidémicas. 

El sarampión mató el pasado año en Europa a  72 niños y adultos y, según informes de la propia OMS, de enero a diciembre de 2018 más ochenta y dos mil personas de la zona europea fueron infectados por el virus, la cifra más alta de toda la década. 

Tras Ucrania y Rumanía, países con casuísticas  particulares  vinculadas a conflictos o a una pésima cobertura sanitaria, aparece en el ranking de casos observados -5000 el pasado año- Italia donde la principal causa del brote de la enfermedad es la existencia de un importante  colectivo “anti vacunas”. 

Fuera de nuestro continente, el pasado martes, el estado de Nueva York declaró la “emergencia pública de salud” al detectarse una epidemia de sarampión con casi 290 casos detectados en los últimos seis meses. La mayoría de los infectados forman parte de la comunidad judía ortodoxa, un colectivo cuyas creencias  impiden la vacunación.  

El sarampión no es la única enfermedad que creíamos controlada  y que ha vuelto a afectar a nuestro entorno. La rubeola, la viruela, la difteria, la tos ferina,  la polio, nombres que entendíamos borrados del  horizonte  sanitario de los países desarrollados, han vuelto para, si nadie lo remedia, quedarse.

¿Qué argumentan los movimientos anti vacunas para negarse a la profilaxis de los, principalmente, menores? Inicialmente, los promotores de esta conducta han vinculado la vacuna contra el sarampión con el autismo. Sin embargo, más de una docena de estudios de amplio espectro han desmentido categóricamente tal relación. De igual manera  han quedado desacreditadas las supuestas relaciones ocasionadas por las vacunas  y la aparición de alergias, asma y enfermedades autoinmunes. Tampoco es cierta la acusación de que  la aplicación de estos medicamentos “sobrecargan el sistema inmune del niño” o que los preparados farmacológicos contengan  “sustancias peligrosas”. 

Detrás de estas posiciones, aparentemente inocentes,  existe un cierto nivel de fanatismo, un negacionismo de las evidencias científicas (recordar el auge de la homeopatía como alternativa a la medicina) y un sentido conspiranoico  de  la vida.

Los partidarios de no administrar vacunas a sus hijos son aún minoritarios en nuestro ámbito, sin embargo la peligrosa potencialidad de sus actos –que no solo afectan a ellos sino al conjunto de la ciudadanía-  me hacen pensar que, más pronto que tarde, deberemos  arbitrar medidas que sean de cumplimiento obligatorio en defensa de la salud y el bien común.  Dirán que no es “progresista” y que es entrometerse en la capacidad decisoria de la ciudadanía. Tal vez, pero en materia de salud pública he de decir que no soy, para nada, liberal.   

Lo de haber retrocedido en el tiempo es una sensación que también se experimenta en otros ámbitos.  Si miramos a lo acontecido en el panorama político, la trepidante acción de los protagonistas de compiten  para alcanzar la notoriedad en la campaña nos deja  diversos escenarios. Leónidas y sus espartanos, jaleados por las encuestas (creo que aún tienen más voto oculto que el que les vaticinan los estudios) y por su capacidad de movilización nos han querido llevar hasta los tiempos de don Pelayo, la “reconquista”  y Covadonga.  Desde la gruta de la “santina” han iniciado  su particular campaña de épica y escapulario contra los “infieles” y la “invasión islámica”. 

Casado ha ido más lejos. Con Súarez Illana se fue hasta la época de los neandertales, pero sus postulados en relación a  las libertades individuales (aborto, igualdad de género, eutanasia, etc) nos recordaron  los tiempos del concilio de Trento –como muy próximo-. Especialmente memorable ha sido la mención de la candidata popular madrileña  que ha decidido incorporar a los “concebidos no nacidos” a la “unidad familiar”. Toda una ocurrencia  con efecto de deducción en el impuesto de la renta. 

Pero para milagro, la vuelta a la vida de Aznar y su peregrinaje por las circunscripciones en las que el PP se juega el ser o no ser con la “derecha valiente” de Abascal.  Con Aznar como Lázaro redivivo,  se ha vuelto a poner de moda  la letanía de “independentistas, comunistas y terroristas”. ¿Será porque se acerca la Semana Santa? Solo falta ver a Teodorín cantando saetas. 

El que parece haber caído en un “agujero negro” es Rivera, otro que acaba de darse cuenta  de las “putadas”  que es capaz de hacer el señor D´Hont . Alguien le ha advertido que  en muchas fotos no va a salir porque quien parte y reparte “se queda con la mejor parte”.  Tal vez por eso  abrió campaña en  Pedraza, un bonito pueblo segoviano  donde se come un lechazo espectacular.  El líder de Ciudadanos quiso, por primera vez,  separarse en la estrategia  de sus compañeros de foto en Colón  y en lugar de mirar al pasado  nos ha pretendido teletransportar al futuro. Así, su primera comparecencia electoral fue en holograma. Como de ciencia ficción y “realidad aumentada”. Tan artificial como el partido naranja.

 Sánchez también ha retrasado las manecillas del reloj  aunque  levemente, pues ha querido reverdecer  su pasado resistente frente a la adversidad arrancando campaña en Dos Hermanas –Sevilla-  origen de su  “resurrección” particular.  En ese salto  al pasado  reciente,  los socialistas han recuperado  también el “No es no”. Y, ante la desintegración de “bloque del Este” y la posible  pérdida de influencia  de los “soviet” de morado, algunos de los suyos ya piden, por lo bajini, recobrar la  “santa” alianza  firmada  con Albert Rivera. 

Veremos  con que Sáchez  nos vamos a encontrar. Con el del 155, con el del “no es no”,  o con quien lideró una moción de censura.

Peligro. Sarampión. A vacunarse. 

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