Como animación del acto político, dos intervenciones
musicales. La primera a cargo de “Jon
Koldo Larrañaga eta bere taldea” y la segunda, la más esperada, Estitxu Robles
Arangiz y su pegadiza sintonía “Bai, bai, bai, Estatutoari bai. Herriak dio
Bai”.
De las
intervenciones políticas recuerdo muy poco. Solamente el reproche a quienes se
oponían al estatuto. Eran “los de siempre”. Los que iban a liberar el
país “pegando tiros” y nos acusaban a
los nacionalistas vascos del PNV (los “burgueses”) de “habernos vendido a Madrid” – el “Estatuto
de la Moncloa”, decían- . Ya por entonces prometieron aprobar un “Estatuto
Nacional de Euskal Herria” pero de aquella promesa no se supo nada más. Mucho ruido y pocas nueces. Luego, el
Estatuto se convirtió en los cinco puntos
de KAS. La “herriko
alternativa”. Y siguieron pegando tiros
y desangrando el país. Lastrando, en definitiva, el avance del país.
Edmond Simeoni en Alderdi eguna de Aixerrota. 1979 |
Lo que recuerdo
nítidamente de aquel mitin es que alguien venido de fuera se dirigió al público para apoyar “la causa
del Pueblo Vasco”. Comparecía representando a una bandera en la que se podía ver, sobre fondo blanco,
la cabeza de un moro (Tête de Maure) de color negro portando una bandana blanca
en la frente. Era la enseña de su país, Corsica. Se trataba del líder del nacionalismo corso,
Edmon Simeoni.
Nacido
en 1934, el médico Simeoni inició sus
pasos en el activismo en 1961. En 1970 participó en la formación de la Acción
Regionalista Corsa (ARC), que denunció el dominio de los clanes en la vida
política local y luchó contra la especulación y en defensa del medio ambiente. Cinco
años más tarde, con una docena de
militantes ocupó en un acto reivindicativo contra el “colonialismo francés” una bodega en las inmediaciones de Aléria. Pretendían con su acción denunciar la cesión de tierras vinícolas por
parte del Estado galo a los repatriados
de Argelia.
En la
operación de desalojo, el gobierno francés movilizó a unos 1.500 policías y en la
refriega murieron dos agentes. Simeoni
fue condenado a cinco años de prisión, de los que cumplió tres. Tras salir de
la cárcel fue elegido en 1982 diputado en la primera Asamblea de Córcega.
Considerado
como “padre del nacionalismo insular corso” fue una de las figuras más influyentes de la isla mediterránea en
los últimos 50 años. Falleció en Ajaccio
en diciembre de 2018.
Aixerrota 1979 |
Su
discurso, pronunciado en francés, en
apoyo del Estatuto vasco fue largamente ovacionado por una militancia entregada al proyecto del autogobierno, una
demanda reclamada como un clamor y un
derecho. Pero el encuentro de Bilbao no fue el único compromiso público en el
que el dirigente corso participó. Al día siguiente, en las campas de Aixerrota
el dirigente corso, compartió la tribuna
de autoridades en la tercera
edición del Alderdi eguna. Una
celebración multitudinaria en la que el dirigente insular -con traje y corbata- quedó “impresionado” por la fuerza del nacionalismo
vasco.
Cuarenta
años después, las campas de Foronda
serán testigo de un reencuentro histórico. Otro líder corso, otro Simeoni – Gilles-,
participará en el Alderdi eguna de este año.
Gilles Simeoni (hijo de Edmond)
es actualmente presidente del Consejo Ejecutivo de Córcega –la máxima autoridad
de la isla-. De dilatada actividad
política –fue alcalde de Bastia en 2014-
el presidente de Córcega será
recibido en visita oficial, por el lehendakari en Ajuria Enea. Y en Sabin Etxea
, por Andoni Ortuzar.
Pero
los representantes corsos no serán los únicos que acudan hasta Euskadi para
participar en el encuentro anual del Partido Nacionalista Vasco con su base
sociológica y militante. Catalanes con
el presidente del PDCAT al frente – David Bonvehí- ; gallegos, canarios,
valencianos, alsacianos, bretones,
occitanos, galeses…además de una nutrida representación de dirigentes políticos
latinoamericanos y del Partido Demócrata europeo.
El
nacionalismo vasco es referente para muchas organizaciones y la pujanza que está demostrando en este
tiempo de crisis contrasta con la política líquida existente alrededor. El PNV
está demostrando templanza, capacidad de diálogo, de acuerdo,
de estabilidad y conexión con la realidad. Todo ello sin renunciar a sus
objetivos de construir una nación, la vasca, en un contexto europeo
democrático y de desarrollo humano.
Hoy,
igual que hace cuarenta años, el contexto del Alderdi eguna resulta especial. Si por entonces los vascos nos
enfrentábamos a la necesidad de aprobar un marco legal referencial sobre el que
sustentar nuestra capacidad de autogobierno, ahora el reto – o al menos uno de
ellos- al que nos enfrentamos es actualizar
y modernizar dicho marco jurídico.
Y, si es posible, hacerlo con mayor consenso y apoyo del que tuvo en su día el
Estatuto de Gernika.
Hace
cuarenta años, en Aixerrota, y
enfrascados en la campaña estatutaria,
los nacionalistas del PNV nos enfrentamos al boicot y el enfrentamiento de quienes
se creían representar a los “abertzales genuinos”. La noche previa al Alderdi eguna, las calles
de Getxo aparecieron repletas de pintadas
amenazadoras y en el
amanecer del domingo los accesos a donde
se iba a celebrar la reunión jeltzale fueron sembrados de clavos y
tachuelas para evitar la llegada de
vehículos.
Las
provocaciones, los obstáculos, no pudieron con la voluntad de la gente y el
Alderdi eguna se desarrolló con una
participación masiva. También el referéndum estatutario consiguió que el autogobierno se abriera paso. Pese a quienes optaron por
el boicot, el descrédito o por la abstención.
Hoy,
cuatro décadas después, aquellos
“liberadores “del país siguen sin reconocer su fracaso y aunque abrazan como
conversos la capacidad de autogobierno
del texto estatutario (parecen ser los más furibundos defensores de su
virtualidad), no abjuran de su rupturismo
pretendiendo que el nuevo estatus que el Parlamento vasco elabora sea un producto que nada tenga que ver con el refrendado el
25 de octubre. Buscan un texto jurídico ex novo, aunque eso suponga renunciar a
los logros conseguidos durante largos
años por quienes sí creyeron en la vía estatutaria como víopción pragmática de
construcción nacional. Lo importante en
el trance actual no es dejar la impronta de cada cual en el nuevo proyecto jurídico-político en redacción. Lo importante es atender el
mandato parlamentario de “actualizar“ el autogobierno. Y de hacerlo “buscando un acuerdo” lo más amplio posible,
desde las bases programáticas que cada
cual ha aportado en el largo proceso de
ponencia desarrollado en la Cámara de
Gasteiz. No se trata por lo tanto de tener
un borrador impecable en los principios
abertzales desentendiéndose de la
legalidad o de su practicidad. Este país no está para ejercicios cosméticos
inservibles. Ni para admitir vetos por parte de nadie. Necesitamos dar pasos prácticos y viables en
el autogobierno. Pasos en el reconocimiento nacional, en la apertura de una vía
para el ejercicio acordado en el derecho a decidir. En el respeto mutuo a cada entidad institucional. Pasos adelante
compartiendo niveles de soberanía.
Conjugando voluntad y pacto.
Además
de este contexto, el Alderdi eguna vuelve a llegar a las puertas de una nueva
carrera electoral. En las vísperas de que comience la campaña electoral en los
cuartos comicios generales celebrados en cuatro años.
Para
los nacionalistas vascos, la celebración del Alderdi eguna es como la absorción
de vitaminas que fortalecen su corpus
político. El reencuentro anual de militantes y simpatizantes, el espíritu
festivo del evento, la emotividad de
sentirse acompañados, con unidad y fortaleza, es la mejor pócima mágica para
abordar retos y desafíos como los que en
semanas volverán a ocuparnos. Retos de
coyuntura, como renovar la confianza de la ciudadanía para defender Euskadi en el parlamento
español, y de largo recorrido como el ya mencionado de la aprobación de un
nuevo estatus jurídico-político.
Aixerrota
1979/Foronda 2019. Cuarenta años haciendo país. Cuarenta años de
autogobierno. El camino continúa. Alderdi eguna, las vitaminas del PNV.
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