sábado, 9 de noviembre de 2019

DEFENESTRADOS


En el denominado “salón de plenos” del Palacio Foral vizcaino, en plena Gran Vía, hay una pintura que siempre que la he visto me ha alimentado la curiosidad por conocer  determinados pasajes de nuestra historia  realmente apasionantes.

 Lo cierto es que en la sede de la Diputación, hay verdaderas joyas  de la pintura,  de la escultura o de las artes, que atesoran un edificio singular, emblema de la expansión que experimentó  Bilbao a comienzos del pasado siglo XX.  Hay piezas majestuosas como los jarrones de Sevres que Napoleón III  y Eugenia de Montijo regalaron a la Diputación; vidrieras  luminosas como la alegoría de Bizkaia, de Anselmo Guinea o estancias  versallescas –salón de los espejos- e históricas, como la denominada “Vizcainos ilustres” en la que el Gobierno del Lehendakari Agirre se reunió por primera vez  tras su juramento en Gernika.

El Palacio foral es un tesoro de nuestro patrimonio cultural e histórico que invito vivamente a visitar y conocer.

Entre las obras de arte allí situadas se encuentra un enigmático cuadro  titulado “Catad ahí al vuestro señor que os lo demandaba”

Reproducción en blanco y negro del cuadro de Marcoartu
El cuadro elaborado por Macario Marcoartu representa el momento en que  el cuerpo del Infante don Juan, muerto a manos de los maceros de Pedro el Cruel, es arrojado a la calle por una de las ventanas de la torre de Zubialdea, en la plaza originaria de  naciente villa de Bilbao.

La escena relata un acontecimiento histórico. Durante la visita de Pedro I a Bilbao en 1358, ocurrió un sangriento suceso en la torre de Zubialdea, situada  como su nombre indica junto al puente del vado de la ría.  Como consecuencia de las luchas que el rey mantenía con sus hermanastros, los Trastámaras,  Pedro I  mandó arrestar  al infante don Tello, a la sazón, Señor de Bizkaia por su matrimonio  con doña Juana de Lara. El infante escapó de la orden regia y llegado a Bilbao desde Castilla embarcó al extranjero. En su persecución, Pedro I  llegó hasta la hoy capital de Bizkaia y ante la imposibilidad de  apresar a don Tello  propuso que las Juntas Generales  reconocieran como nuevo señor a  Juan de Aragón. Los vizcaínos rechazaron tal propuesta, circunstancia que aprovechó “el cruel”  para saldar otras cuentas con el infante  a quien ordenó matar. Juan de Aragón fue muerto en la mencionada torre bilbaína a golpes de maza  y después arrojado a la calle donde  gran número de personas se había concentrado al escuchar las escaramuzas acontecidas  en la noble casa. La defenestración –lanzamiento por la ventana- del heredero Trastámara  fue vociferada, según cuentas  las crónicas  por los servidores de Pedro I al grito de “ahí tenéis, catad a vuestro señor”.

Aquella pintura situada en uno de los laterales del salón plenario de la Diputación vizcaína, me ha traído a la memoria una situación similar vista en  una producción cinematográfica de éxito. Se trataba de la película “Breveheart” y la escena  es difícil de olvidar. A su regreso de Francia, el rey Eduardo I de Inglaterra volvía a su castillo  y, mosqueado, preguntaba a su hijo  por un rumor que apuntaba a la destrucción de su ejército del norte. El príncipe negaba tener noticias al respecto pero en ese momento  llegaba un mensaje (la cabeza  de su sobrino) que anunciaba el saqueo de York por parte de las tropas escocesas que lideraba William Wallace.  El rey inglés, encolerizado, temía por la seguridad de su territorio  recelo que trataba de disipar  el joven acompañante de su hijo. Era el nuevo “consejero supremo” y amigo del príncipe, un “asesor especializado” en tácticas militares y en el arte de la guerra. Eduardo I, en el final de la escena  acompañaba amigablemente al nuevo “asesor” por la estancia palaciega y aproximándose a la ventana lo arrojó por ella al patio. El consultor inventó el vuelo sin motor.

Es lo que tiene un mal consejo, un mal diagnóstico o una mala receta aportada por un “experto” o un “spin doctor”. Que si su vaticinio  fracasa, las consecuencias podrán ser drásticas.

Según el diccionario de la Real Academia, “defenestrar” contempla dos significaciones. La primera dice;  “Arrojar a alguien por una ventana” y la segunda, “Destituir o expulsar a alguien de un puesto, cargo, situación”.

Ayer finalizó la campaña electoral más corta de cuantas hayamos vivido en los últimos tiempos. Corta pero intensa  y plagada de hechos destacables. Destacables no por su carácter innovador ni por relevancia  significativa de contenidos. Destacables, porque, a mi juicio, han supuesto una suma acumulada de errores y precipitaciones que, probablemente, tendrán su consecuencia mañana, y serán medibles en el recuento de papeletas .

Errores y precipitaciones que han tenido origen en un fallo de diagnóstico de la situación. Equívocos que terminan por mal dirigir una estrategia de persuasión  que resultará fallida. 

No creo errar en mi apreciación al significar que los primeros en “leer mal”  el mapa electoral fueron los de  Ciudadanos. Su decisión de bloquear  la configuración de un gobierno y posición enrocada de  escorarse hacia la derecha y la derecha extrema, en lugar de ampliar su perfil de centro,  supondrá un desgaste del que Rivera no puede quedar indemne y, probablemente, acabe con su liderazgo.

El segundo  desorientado en este proceso ha sido, sin duda alguna,  quien más quería ganar  y, probablemente no gane sino pierda; Pedro Sánchez.

Sánchez y sus expertos  se equivocaron al no consentir cerrar la legislatura con un acuerdo de coalición. Prefirieron, por ambición, ampliar su base electoral. Penalizando a los morados de Iglesias por la izquierda y, en un afán de expandir su influencia,  echaron las redes  de campaña ene le caladero “étnico” de lo “nacional”, lo “español”,  de la “unidad” frente a Catalunya y el soberanismo, en un afán de tratar de atraer  sufragios de la  hemorragia naranja.

En lugar, de reforzar su perfil reformista pretendieron abarcar  casi todo el espectro de votantes. Lo que Iván Redondo denominaría el perfil institucional del candidato.  Y en esa ansia de tocar todos los palos, Sánchez y su PSOE desdibujaron su propuesta.

Al fracaso de no formar gobierno por las diferencias entre las izquierdas,  y la desmovilización de sus potenciales votantes, se unió ese continuo cambio de discurso. Ora progre, luego centrado, más tarde conservador.  Reformista, legalista o penalista según el caso.  Desbaratando con esa errática deriva,  los pocos aliados que le quedaban ya  de aquella victoriosa moción de censura que le

aupó hasta la Moncloa se han ido esfumando. El resultado lo veremos  mañana a la noche, pero los signos de nerviosismo que en las últimas horas  se han desprendido en Ferraz y en la Moncloa, nerviosismo que provocan graves tropezones como el cometido con las declaraciones sobre los fiscales y  la detención de Puigdemont, auguran datos que pueden alimentar la frustración. Y los problemas, no ya para formar gobierno, sino para acallar, una vez más a las voces críticas que se sucederán desde dentro del socialismo.

Mucho me temo que alguno se arrepentirá ahora de haber convocado las elecciones.

Casado, disfrazado de moderado ha intentando capturar electores de Rivera. Seguramente conseguirá parcialmente su objetivo pero no logrará  su pretensión de representar el voto útil de la derecha, ya que Abascal y los suyos han campado a sus anchas en esta campaña sin que nadie les haga frente en su propuesta extrema. Es que, además, so pretexto del conflicto con  Catalunya, alguien activó  la campaña del patriotismo español, y en esa clave los neofranquistas se mueven como pez en el agua. Su ascenso en escaños será el fracaso  de quienes jugaron con fuego, los que resucitaron a Franco y recetaron más “mano dura” contra los nacionalistas. En la noche de mañana alguno lo lamentará.

 En Euskadi, el nacionalismo gobernante no se ha desposicionado en esta campaña. Al contrario ha sido el primero en engancharse  a la necesidad  de combatir democráticamente a la extrema derecha, aunque esto le haya costado una amenaza de  la ilegalización, una idea que han abrazado intelectualmente apoyadas los de la foto de Colón. La solidez de Aitor Esteban  y del planteamiento global del PNV, reportará a este partido  un buen resultado  tras el escrutinio. Pero todo dependerá del nivel de participación y del cabreo de la gente a la hora de meter la papeleta en la urna.  

Me aventuro a pensar  que, en la globalidad, el mapa del bloqueo seguirá intacto y lo que es peor, sin  visos cercanos de despejarse. Salvo que los dos partidos grandes se pongan de acuerdo  para acabar con la parálisis. De ser así, algunos deberían ser arrojados por la ventana de sus respectivas organizaciones. Defenestrados.

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