¿Alguien se acuerda del revuelo que causó la actitud del bombero vizcaino que se negó a dar cobertura a un cargamento en el puerto de Bilbao al sospechar que se trataba de material bélico con destino a Arabia Saudí? ¿Recuerdan el escándalo que se originó por aquella protesta organizada políticamente por Podemos y ampliamente aplaudida por determinados medios de comunicación? ¿Caen en la cuenta de las estrafalarias acusaciones que por entonces hicieron los “morados” contra las instituciones vascas a las que acusaron de colaborar en el genocidio yemení?
La puesta en escena fue toda una performance. Como la mayoría de las acciones reivindicativas de los “círculos”. Postureo y teatralización de la política en un guion maniqueo de “buenos y malos”. Así, se inculpó a la diputación vizcaína de “persecución laboral” al “bombero pacifista”. Se planteó como un conflicto entre progresistas contra casquivanos. Pacifistas contra corruptos belicistas. Se tiró de demagogia barata y se aprovechó el “tirón” mediático de aquel episodio, amplificado con altavoces en todo el Estado, llegando a situar al protagonista en cuestión como si fuera un “héroe” popular enfrentado al sistema. Batman contra la corrupción de Gotham.
Su “popularidad” fue tal, que el “bombero solidario” fue elevado al liderazgo de los morados en una ciudad como Getxo donde se le presentó como cabeza de lista electoral. Una alternativa que confiaba revolucionar el resultado de las urnas, pero que solamente recabó el 7,8% de los votos, obteniendo dos de 25 electos. El bombero “antibelicista” se convirtió en concejal.
Pues bien, de aquel episodio, de su impacto y consecuencias, pocos se acuerdan ya. Al menos, los “anticapitalistas” que protagonizaron la eventualidad la han olvidado totalmente. Hasta el bombero-concejal ha desaparecido de la escena institucional pues renunció a su condición de electo el pasado ejercicio, apenas un año después de acceder al ayuntamiento. Una dimisión que justificó porque “soy activista, no político”. Política, casta, intereses, nepotismo. Todo la misma cosa.
Recupero aquel sucedido porque lo de las armas en las “guerras
olvidadas”, lo de la “ética” en la política
parece interesar, según y cómo. Según se esté en el gobierno o en la
oposición y dependiendo del impacto mediático que tengan las acciones que se
lleven a cabo.
Mirando el Boletín Oficial del Estado me he encontrado con una noticia un tanto difícil de descifrar y que es como la parte trasera del espejo de Podemos. El pasado día 19 de enero, el Consejo de Ministros que preside Pedro Sánchez y cuyo vicepresidente segundo es Pablo Iglesias, acordaba autorizar que la sociedad con sede en Luxemburgo PRILL HOLDINGS S.À.R.L pudiera adquirir el 26,17% del capital social, hasta alcanzar el 71,17%, de la empresa española MAXAMCORP HOLDING, S.L. y de sus sociedades filiales, destinando sus actividades a la Defensa Nacional.
¿Por qué la autorización del Gobierno español? En la reseña del Consejo de Ministros se explica que el visto bueno oficial es necesario porque la ley así lo establece cuando se refiere a la adquisición de empresas relacionadas con la “defensa nacional” y esta sociedad en cuestión realiza la investigación, desarrollo, fabricación y comercialización de armas y sistemas de uso en tierra, mar y aire.
Intentemos clarificar un poco el galimatías de empresas y de negocios. La corporación Maxamcorp Holding SL (gigante industrial que se dedica a la fabricación de explosivos de uso civil y de suministros militares de alcance) es la cabecera de un grupo que no ha estado exento de polémica por sus exportaciones a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Una de sus filiales (participada al 100%) , Expal Systems SA, fue vinculada con la fabricación de bombas de racimo, si bien los catálogos de la industria militar señalan que su oferta principal presenta especialización en toda una variedad de morteros y de munición diversa.
Cabe remarcarse en este sentido que un cargamento de estos proyectiles fue el que suscitó la actuación, en 2017 del anteriormente citado bombero en el puerto de Bilbao y todo show mediático y político organizado por “Podemos” a su alrdededor. “Bombas asesinas de niños yemenís” dijeron entonces.
Más ingredientes en esta sopa de interese ocultos. ¿Quiénes están detrás de esta corporación armamentística cuya venta autorizó el Consejo de Ministros? El presidente de Maxamcorp Holding es José Manuel Vargas, máximo responsable de AENA en la etapa de Rajoy y anteriormente consejero delegado de Vocento y ABC. Además, entre los accionistas figura Jorge Dezcallar, ex director del CESID durante el segundo mandato de José María Aznar. Y en el consejo de administración de Expal Systems –la filial de los morteros- aparece Rafael Bardají, antiguo asesor de Defensa, ex alto cargo de la fundación FAES y luego dirigente de Vox.
Cada vez que se rasca un poco más, el acuerdo del Consejo de Ministros cobra más morbo. La lista de ilustres protagonistas continúa. El predecesor de Vargas en la presidencia fue José Fernando Sánchez-Junco, hermano del abogado personal del rey emérito. Hasta el verano de 2019, también fue consejero de la armamentística, Jaime Carvajal Urquijo, amigo íntimo de juventud de Juan Carlos I y en otra junta de las filiales del grupo Expal, se encontraba José Manuel Romero Moreno, conde de Fontao, asesor externo de la Zarzuela que transmitió a Iñaki Urdangarin las directrices a adoptar sobre el instituto Nóos cuando las cosas comenzaron a emborronarse.
De la entidad compradora poco que decir. Por opacidad. La luxemburguesa Prill Holdings SARL, está formada por dos sociedades inscritas en las islas Caimán cuyos accionistas resultan imposibles de identificar.
La propuesta aprobada en el Consejo de Ministros fue presentada por el departamento de Defensa que dirige Margarita Robles y el gabinete en el que Pablo Iglesias es vicepresidente segundo, y en el que se sientan ministros y ministras de Unidos Podemos, dio el “placet” a una operación en la que se mezclan todos los ingredientes habidos y por haber y que los “morados” de la “nueva política” respaldaron sin rechistar. Fabricación y venta de armas, sociedades opacas, paraísos fiscales, intereses económicos ocultos, “puertas giratorias”, la corte del Emérito…Un papelón que alguien deberá explicar. Por lo menos al bombero activista que se jugó su carrera con una acción reivindicativa de papel mojado.
Quienes a diario convivimos con los morados observamos que la base social que representa a los círculos, al menos en Euskadi, nada tiene que ver con la sofisticación política de Pablo Iglesias. En tan sentido, da la sensación de que las distancias existentes entre las acciones del vicepresidente segundo y sus compañeros de formación política –al menos en Euskadi- son cada vez más amplias. Es decir, que Garrido o Uriarte, fieles “pablistas” en la ejecutiva de Euskadi, apenas tienen soporte o autoridad en relación a sus cargos y militantes de aguas abajo (concejales, junteros, parlamentarios) cuyo funcionamiento y criterio es autónomo.
En esas bases con voz propia se piensa que sus dirigentes están perdiendo el norte. Que la moqueta se ha convertido en su cielo que asaltar. De ahí que, también en el Estado, comiencen a rebelarse. No entienden, por ejemplo, por qué Iglesias se había negado a pedir la comparecencia de Villarejo en la comisión del caso Kitchen. Tampoco han comprendido su estrategia de cara a las elecciones catalanas. "Que el líder de Podemos haga campaña por ERC en Catalunya –ha señalado su ex colaborador Ramón Espinar- forma parte de un juego de rehenes: intercambiar apoyos en el Parlament por los del Congreso para mantener capacidad negociadora con Sánchez mientras pierde más y más votos" Y ha sentenciado: "Ya da igual la política. Solo importa el poder".
Hay quien asegura que pasados los comicios catalanes, Podemos y su líder, deberán afrontar su crisis más severa. Un trance en el que, además de las apreturas internas, se le sumará el peso de la factura que Pedro Sánchez quiera hacerle pagar por su insolencia permanente en el seno de la coalición.
Quizá asistamos al penúltimo acto de Pablo Iglesias como referente de los morados. En la penumbra de su organización vuelve a dibujarse el perfil de Juan Carlos Monedero como guía del movimiento. Su vuelta sería como abjurar de los logros políticos alcanzados para retornar al activismo partisano. Si eso ocurre,presenciaríamos la disolución de la “nueva política”.
Por aquí dicen otra cosa respecto al caso del bombero.
ResponderEliminarA ver si usted y DEIA tienen la valentía de contactarle para que ofrezca su punto de vista en el periódico y en este blog...
https://threadreaderapp.com/thread/1355544505609412609.html