sábado, 14 de enero de 2023

"TÁBANOS" Y "PALPATIS"

Suele resultar recurrente preguntar a los más jóvenes de la casa por sus preferencias  futuribles. “¿Qué quieres ser cuando seas mayor? –cuestionaba  con interés  un locutor radiofónico  a los niños y niñas que jugaban  con los regalos recién aportados por los “reyes magos”-. Y los infantes, lejos de sorprender, repetían aquello que tantas veces habíamos escuchado. “Bombero”, “maestra”, “futbolista”, “enfermera”, “astronauta”, “conductor de autobuses”…El imaginario profesional de aquella juventud  poco tiene que ver con la de ahora. En nuestros días, muchas de las respuestas resultan sorprendentes.  Las criaturas de hoy añoran ser “influencers”, “youtubers”, “tiktokers”, “streamers”.  Famosos y famosas  en el metaverso. 

 

Yo siempre he sido atípico. Y cuando  los mozos de mi generación  soñaban con ser  médicos, aviadores  o maquinistas de trenes, mi referencia se escapaba del marco profesional. Yo quería ser como el oso Yogui.  Sí, como aquel personaje animado que vivía en Yellowstone y que con su amigo Bubu, además de dormitar en su cueva, se dedicaba a saquear  las meriendas de los turistas despistando al guardabosque.  Para mis adentros, aquella forma de vida, dividida entre comer, dormir y holgazanear me parecía maravillosa y aún hoy  anhelo como quimera tal rutina.  Por eso en mi espejo del porvenir siempre  se ha reflejado el oso Yogui.

 

Conocí a otros cuya vocación era más aviesa y, al mismo tiempo,  mucho más común en lo que espectro sociológico se refiere. Eran los que añoraban convertirse en tábanos.  Bichos improductivos que lo único que sabían hacer era morder y generar  dolor, malestar e irritación a sus víctimas.  Los había  quienes se especializaban en esta función, acechando para ejecutar su dolorosa mordedura en cualquier momento. Eran los tábanos “full time”.

 

Junto a ellos, crecían también los  tábanos “medio pensionistas”. Eran individuos aparentemente normales, educados y hasta afables, que cuando se cabreaban  respondían en las disputas con  impredecibles punzadas.   Y, en el cénit de la cadena  evolutiva de esta modalidad de alimaña  se encontraban los que habían especializado su afán  de irritar al de enfrente con la sutileza de las “moscas cojoneras”.

 

Todos esos especímenes, entrenados para joder al vecino,  se han multiplicado en nuestros días gracias a la selección natural evolutiva.  Son, por lo tanto,  los graduados en “tocapelotismo” y practican un rito vaticanista ya extinguido en la iglesia católica pero  que ha arraigado en todos los campos de la vida. Es la mística de los “palpati”.  

 

 Representación de la "papisa Juana"

El mito de los “palpati” se generó en torno a una famosa leyenda medieval ; la de la “papisa Juana”. Según  diversos textos literarios, a mediados del siglo IX una mujer disfrazada de varón  se hizo pasar por hombre y pudo llegar a papa siendo la cabeza de la iglesia durante uno o dos años.  Según este mito, la supuesta “papisa” dejó en evidencia la farsa  cuando en plena procesión  entre  San Pedro del Vaticano y San Juan de Letrán,  se sintió indispuesta. La “indisposición” trajo consigo un parto, un niño que la “papisa” trajo al mundo en pleno desfile. Aquel hecho, para nada milagroso,  provocó la ira del pueblo que, pese a su religiosidad,  acabó con la vida de la fémina “usurpadora” del trono católico.

 

A partir de ese momento, cuentan las narraciones de la fábula, los candidatos a papa debieron  ser sometidos  a una pruba para verificar sus atributos masculinos. Los aspirantes a poseer las llaves de San Pedro deberían sentarse en una silla especial, la “sedia stercoriana” y deslizar sus genitales por un agujero existente en el medio del asiento. Allí un joven diácono, denominado “Palpati”, ejercía de notario  de la curia  mediante el tacto. Si el manoseo confirmaba la masculinidad del allí aposentado, el “palpati” pronunciaba la frase; “ Duos habet et bene pendentes!!”  -hay dos y cuelgan bien-, a lo que los asistentes a la ceremonia contestaban “

"Sedia stercoriana" exhibida en Museos Vaticanos
Deo Gratias!” –Gracias a Dios- . Y el candidato a papa pasaba el test testosterónico  de idoneidad haciéndose  acreedor a dirigir  la mayor organización religiosa del mundo.

 

Ha de entenderse la incomodidad  de los cardenales  ante tal examen pericial. Que te masajeen las gónadas sin causa justificada  sulfura a cualquiera. Y no quiero pensar  que quien se afane a hacerlo  lo practicase con las manos frías. Eso ya tenía que ser un castigo divino  o , en su caso, una putada del demonio. Leyenda o no, la “sedia stercoriana”  o silla  de auscultación, existe y  uno de sus modelos bien conservados se exhibe en los museos vaticanos.

"palpati" en la elección de Inocencio X

 

Sea como fuere, muchas de las cosas que observamos en los  mensajes políticos que hoy se ejercitan nos hacen recordar a los “palpati” de manos frías.  Sobre todo  aquellas actitudes  dirigidas por supuestos “amigos”  que en la confianza  de la cercanía aprovechan  cualquier ocasión para intentar desacreditar  a quienes se tienen por aliados.

 

Incomodar gratuitamente para satisfacer el ego  o para intentar  subrayar una marca de distinción  puede resultar, para quien lo practique, reconfortante. Pero  ojo con las sensaciones  de euforia de quienes pretenden abrirse camino a codazos y empujones. La fortaleza en las posiciones  se forja a través de la confianza y la seriedad. Nunca con la frivolidad  autocomplaciente de la ocurrencia y mucho menos de la irresponsable  práctica de tirar piedras y esconder la mano, de escupir hacia arriba o de pellizcar  los cataplines  ajenos.

 

A veces, quienes insospechadamente recurren al reproche o al descrédito de sus “aliados” parecen buscar la necesidad  artificial de abrir una disputa, una polémica  de cuerpo a cuerpo que les ofrezca notoriedad ante la opinión pública.  Lo sensato es no responder. No por falta de ganas, sino para evitar desgastes públicos improductivos.

 

Por lo demás, la proliferación de tábanos, moscas cojoneras, garrapatas y demás bichos  agresivos - comunes en época veraniega- puede explicarse debido  al calor que genera  el microclima pre-electoral en el que nos vemos envueltos.

 

Cualquier motivo parece resultar bueno para  que  los arietes de la oposición  afilen sus aguijones y dentaduras  para clavarlas en su presa principal; el nacionalismo gobernante. Sus dentelladas, no por conocidas, pues las imputaciones  hoy esgrimidas se han repetido  en numerosas ocasiones, merecerían  airadas respuestas pues en muchos casos rayan la calumnia y la difamación. Pero, tampoco  merece la pena convertir  el ambiente en un lodazal  en el que  el “tú más” se convierta en el argumento base de la disputa política. Frente a la desconsideración, la falsedad o, abiertamente, el insulto, hay que contraponer el  respeto, la  educación y las propuestas en positivo.

 

Trece años han pasado ya  desde el inicio de la investigación judicial del denominado “caso Miñano”. Trece años es demasiado tiempo. Más para impartir justicia. Pero dicho esto, no cabe otra cosa que asumir y acatar la sentencia última firmada por el Tribunal Supremo y que condena  por diferentes delitos  vinculados con prácticas corruptas a un grupo de personas  vinculadas en su momento con el nacionalismo vasco. No hay imputación ni castigo  a sigla orgánica alguna. Es, por lo tanto, una grave falsedad -como lo vienen predicando  “tábanos” carroñeros profesionales-  la repetida e injuriosa  afirmación de que las  actuaciones fraudulentas  hoy sancionadas  por el Tribunal Supremo forman parte de la “corrupción sistémica”  que desde años protagoniza el PNV.

 

Aún negando la mayor, no podemos abstraernos ante el hecho de que las personas condenadas formaban parte de un partido político, el PNV, al cual también pertenezco.  Duele especialmente  el caso. Por el conocimiento personal de algunos de los afectados y, fundamentalmente, por la gravedad  y las despreciables prácticas ilegales  perpetradas y  ahora sentenciadas.

 

La corrupción, la comisión de actos deshonestos y/o delictivos, es una actitud inherente a la condición humana. Y la corrupción política  está vinculada al abuso de poder  de quienes tienen capacidad para ejercerlo. Ninguna organización humana  con responsabilidad de gobierno  está libre de esta lacra intolerable.  Atajarla  de raíz,  separar del colectivo a sus causantes, pedir perdón a la sociedad por el  fraude y poner los medios oportunos de control para que  hechos similares no se vuelvan a repetir, son las principales medidas a aplicar  por quienes detecten en su seno tales prácticas ilegítimas. Y eso es lo que precisamente hizo el Partido Nacionalista Vasco desde que conoció, hace trece años ya,  los primeros indicios delictivos. Sin que “tábanos” o “palpatis” tuvieran que provocar  su reacción.

 

 

3 comentarios:

  1. "Frente a la desconsideración, la falsedad o, abiertamente, el insulto, hay que contraponer el respeto, la educación y las propuestas en positivo."
    Hoy, en el informativo de la sexta del PSOE, reportaje larguito con declaraciones de Beguiristain y cia con el título "la sanidad vasca en crisis" o algo así. Seguramente la cifras de la sanidad vasca son bastante mejores que la media del estado Español pero el reportaje no ha sido "la sanidad aragonesa en crisis...".
    Pues nada, que es muy cristiano lo de poner la otra mejilla pero te parten la cara y muy civilizado callar, pero se otorga.
    Estáis rodeados.
    XABIER INTZA

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  2. Y, ¿el recibimiento que el de Andoain le brindó en el Parlamento a Txitxo el del caso Miñano como os gusta llamarle ahora? El nexo siempre es el partido, un partido tocado que ha gozado de la impunidad gracias a sus conchabeos madrileños

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  3. Y ahora dice el becerrista de Eibar que tenéis discurso xenofobo. Lo mejor es que pongáis la otra mejilla y luego calladitos os vais para casa,
    XABIER INTZA

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