sábado, 23 de diciembre de 2023

ASPIRAR A FUTURO Y SER PRESENTE

Quien no ha sido pretencioso en esta vida  ha sido un aburrido. O un muermo sin capacidad para dejar volar a su imaginación.  Todos, o la mayoría, hemos sentido la necesidad en algún momento de alimentar nuestra autoestima  con poses o señales que incentivaran nuestra imagen  hasta hacerla llamativa para los demás. Lo que ocurre generalmente es que en ese afán por destacar exageramos  los atributos de nuestro éxito hasta convertirnos en una caricatura que roza el ridículo.

En mis tiempos jóvenes he de reconocer que tuve una temporada  de impostura gilipollas. Por entonces me relacionaba con gente de mi edad. Chavalería  corriente de municipios  populosos y de ámbito social  trabajador. Vestíamos  como la tendencia de la época, sin pretensiones. Y nuestras vidas transcurrían envueltas en la monotonía de una colectividad estudiantil que se relacionaba con actividades comunes (deporte, monte, poteo…) Como activistas políticos  que además éramos,  teníamos, quizá, más movilidad que la media y como elemento distintivo participábamos en multitud de reuniones y encuentros. Vivíamos, por así decirlo, de reunión en reunión (hasta la victoria final).

Mi mojigatería llegó cuando, siendo  uno de los actores  de aquella “movida” de jóvenes politizados, decidí hacer un cambio  a uno de mis complementos tradicionales. Hasta entonces  mis apuntes, la grabadora, la cámara fotografíca, etc (recordar que era estudiante de periodismo)  los llevaba a cuestas en una bolsa colgada al hombro.  Un macuto muy rudimentario y anticipo de las actuales mochilas. Pues bien, mi “salto”  de imagen fue trasladar todos esos enseres a un maletín. Mejor dicho maletón. Un maletín metálico que, a mi entender podía darme un “toque” de ejecutivo, si bien la imagen que la realidad daba de mí  era la de un comercial a comisión que vendía enciclopedias.

Durante un tiempo estuve yo haciendo el tonto con la cartera para arriba y para abajo simulando ser un ejecutivo  o un destacado protagonista de la “movida”  política juvenil, cuando en realidad aquella cartera había pertenecido  a un viajante que vendía ambientadores  para locales con aromas poco saludables.

La bobada  se me fue  de repente. Empecé a trabajar (colaborar) en un diario haciendo de cronista de televisión. En la redacción del rotativo me di de bruces con toda la “fauna” que componía la jungla periodística. Desaliñados  redactores colgados al teléfono buscando confidencias  y declaraciones,  secretarias de redacción eficientes que martilleaban máquinas de escribir eléctricas, técnicos de talleres, de filmación o de montaje de armas tomar. Impacientes  coordinadores de sección ávidos de cerrar  la edición que te perseguían por los pasillos, refinados economistas de familia bien que te recibían educadamente  envueltos en un jersey  de lana con los codos agujereados, fotógrafos recién bajados de las ramas de los árboles…Toda una avifauna que me hacía sentir  en vivo y en directo como si participara  en un episodio de la serie televisiva “Lou Grant”.

Entre todos aquellos personajes entrañables me fijé en uno. Era el especialista en temas internacionales. El único periodista con traje y corbata habitual que, como yo, llevaba maletín. “Un reportero reputado” –pensé yo-.  Él interpretaba lo que pasaba en el mundo y comentaba los titulares de  “The Times” o “Le Monde”. Un verdadero “journaliste”.

El mito se desvaneció un mediodía cuando descubrí qué es lo que llevaba aquel comentarista dentro de la cartera  y para qué la usaba. El columnista internacional  giró  las dos palomillas que mantenían cerrada la cartera, abrió la tapa y  del interior del maletín  sacó un chusco de pan, una servilleta de papel y una lata de sardinas. Acto seguido cerró el portafolio, giró las pestañas y con precisión de tabernero mayor se preparó un bocadillo chorreante de aceite,  almorzando en plena redacción.

Desde aquel momento  mandé mi maleta al fondo de un armario de donde un día mi madre la hizo desaparecer sabiamente. Y yo dejé de hacer el ridículo  pues bastante tenía con presentarme tal cual era.

Los artificios o los “chutes” de autoestima, no son buenos consejeros para quien pretende obtener el respaldo de la gente. Resulta comprensible que tras los buenos resultados electorales cosechados por EH Bildu en los dos últimos comicios, sus representantes  estén esperanzados en mantener esa tendencia o incrementarla en el futuro inmediato. Pero una cosa es sentirse satisfecho por el cumplimiento de objetivos y otra bien distinta levitar con la situación. Otegi, siguiendo su tradición, ha hecho una cosa y su contraria. Ha pedido “paciencia histórica” a sus seguidores, a los que ha solicitado tranquilidad para, a continuación, anunciar como un augur “que viene la ola”  en referencia a un pretendido “sorpasso” al PNV en las próximas elecciones autonómicas. Elecciones en cuya pugna lleva  casi tanto tiempo como Andueza que, a este paso, va a hacer, en lugar de una carrera, un maratón electoral.

El remate  de la sobredosis del ego   lo ha argumentado Otegi en el hecho de  que la sociedad vasca, “Euskal Herria , se parece  cada vez más a EH Bildu” . Uno podría entender la cita al revés, que EH Bildu  se esfuerza en parecerse cada vez más a la sociedad vasca. Pero no a la inversa. Resulta bastante presuntuoso argumentar tal cosa. 

Lanzados como están en su proceso  en el que se reivindican como el futuro (“Etorkizuna gara”), es  más inteligente no interferir  en su visión estratégica para evitar  el “cuerpo a cuerpo”.  Si ellos se reivindican como “futuro”, el  presente incuestionable es el PNV,  Y mientras el provenir, el futuro,  sea una simple  conjetura, el presente  es la certeza, el momento en que vivimos.

En ese espacio del hoy, el PNV debe seguir siendo él mismo, el que entiende la acción política como una forma sólida de resolver los problemas de la gente. Esta pasada semana hemos encontrados dos frutos de esa manera de ejercitar la voluntad popular. Dos ejemplos concretos de hacer frente a los problemas  con soluciones de verdad, no solo de palabra.

El Consejo de Ministros del Ejecutivo español celebrado el pasado martes  aprobaba  dos Decretos-leyes que incluían, por un lado, la rebaja del umbral de población mínimo para constituirse en municipio independiente hasta los 4.000 habitantes en la Ley de Bases de Régimen Local, posibilitando la constitución de Usansolo como nuevo municipio en Bizkaia. Y en segundo término, la modificación del Estatuto de los Trabajadores para que los convenios colectivos autonómicos prevalezcan sobre los Estatales si suponen una mejora  para los trabajadores. Estos cambios legislativos dan cumplimiento a dos puntos del acuerdo de investidura firmado por Andoni Ortuzar, y Pedro Sánchez, el pasado 10 de noviembre.

En el primero de los casos, el acuerdo  forzado por el PNV  pone fin a la controversia suscitada por el Gobierno español  al recurrir la desanexión de Usansolo del municipio vizcaino de Galdakao. La nueva normativa pactada y  aprobada  rebaja el umbral  de población para la segregación de términos municipales a 4000 habitantes  (cifra que supera Usansolo) y  en una disposición transitoria,  da por válidos  con efecto retroactivo todos los pasos dados para el reconocimiento de un municipio independiente.

Recordar en este caso que la Izquierda Abertzale ha sido especialmente incisiva, agitando a los vecinos contra las instituciones vascas.  Pero  gritos y pancartas a un lado, ha sido  el PNV en solitario quien ha forzado  y conseguido la solución del conflicto.

 Lo mismo ha ocurrido con el segundo de los pactos elevados a legislación; la prevalencia de los convenios colectivos autonómicos, una reivindicación histórica de los sindicatos vascos y de quienes  siempre han procurado la construcción de un ámbito propio de relaciones laborales.

La no admisión de esta especificidad  hizo que el PNV se posicionara en contra de la reforma laboral. La amenaza de Antonio Garamendi de retirar la firma de la patronal del acuerdo si la prelación de convenios  autonómicos  se aprobaba  hizo que el Gobierno español  no admitiera lo reclamado por el PNV. Pero la insistencia reiterada de este partido por reconocer el ámbito laboral vasco, ha terminado por ser efectiva.  Un logro  que como ha dicho ELA "es una gran victoria de la clase trabajadora vasca". Y Confebask desaparecida .

La Izquierda Abertzale puede  seguir exhibiendo sus plumas como si fuera un pavo real. Crear expectativas es su derecho. Aunque sea vendiendo humo. Pero las castañas del fuego las siguen sacando los mismos. Es la diferencia  de quienes pretenden ser futuro y quienes, de verdad, son presente.  

 

 

1 comentario:

  1. También dijo que "la población había decidido que Bildu estaría en la alcaldía" de Iruña. Y yo contento de todo lo que sea desalojar cuneteros en Navarra. Ahora, si vale para mí debe valer para todos, y "la población" debe ser igual de respetable en Iruña que en Gasteiz que en Gipuzkoa. O no?.
    Y lo de vender logros objetivos y confrontar datos convenientemente es una falla muy evidente.
    XABIER INTZA

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