Por fin parece que el viento sur se aleja de nosotros. Lo he visto en euskalmet y me lo he creído. Todo sea que, siguiendo la tónica gubernamental, deba esperar 24 horas para conceder verosimilitud al mensaje oficial. No vaya a ser que alguien lo desmienta o lo matice.
Necesito creerlo, y sentirlo.
Hoy ha sido un día "horribilis". El despertador no suena. O no lo oyes. Necesitas correr, aunque sea de cobardes, y cuando te anudas los zapatos se rompe un cordón. Con el trajín te manchas la corbata con el café. No hay tiempo para el cambio. El alfiler , por ridículo que sea, servirá para esconder el borrón. Te duele la cabeza y llegas a la oficina. Tarde. La primera cita espera. La has anulado tres veces y por cortesía la debes atender. Te excusas. Y esbozas una sonrisa cuando te das cuenta que de una pequeña bolsa tu paciente petitorio saca un ordenador portátil.
La experiencia demuestra que cuando una visita saca un ordenador , la cita dura, cuando menos, 50 minutos. Tras 45 minutos en "onda pesquera" aterrizas. Vuelves a sonreir y emplazas tu respuesta a que pasen dos semanas (necesitas estudiar la sesuda oferta).
Dos aspirinas. Y llega el siguiente. Te interrumpe el teléfono. Un imprevisto. Alguien haciéndose el simpático ha tomado una inciativa que te jode la línea argumental que habías definido dias atrás ante uno de los cíclicos "incendios informativos" que llegan a tus manos. Es la figura del "tonto activo". Sí , esos que además de incoscientes propagan sun insensatez como si de la gripe "A"se tratara. Desactivarlo es como tratar de limpiar las deposiciones de un perro nervioso con diarrea en la Gran Vía.
Otro día me atreveré a desarrollar el catálogo de "tontos". Desde el "tonto útil" al "esférico".
Con más retraso que los trenes de FEVE en Enkarterri atiendes el resto de compromisos de agenda. He perdido el alfiler de corbata. El café con leche brilla con luz propia como un anuncio que dice "mírame".
Hace 20 minutos que había quedado en Vitoria. Y aún no has salido del despacho. "Llego tarde, pero llego", advierto en sms. "Que no se te olviden las bolsas de plástico" -me dice un colaborador-. ¿Bolsas de plástico? ¿Para qué?. -respondo-.
"Para el "pipican". Para borrar los últimos rastros que encuentres del tonto activo. -me replican-.
Con el ajetreo se me ha olvidado que llevo todo el día sin orinar (qué redaccion más escatológica). Pero mi vejiga tiene más memoria que yo. "Una meadita y me marcho" -reflexiono mientras avanzo por el pasillo.
¡Qué alivio!. Puedo escapar...Pero no. Alguien monta guardia frente a la puerta de mi despacho. Omitiré identificarle. Hoy estoy sensible y puedo decir algo de lo que me arrepienta. En mi agenda secreta aparece dentro de la configuración de "robador de tiempo".
"Robadores de tiempo" son aquellas personas que casualmente se encuentran contigo cuando te marchas - a horas intempestivas o inconvenientes habitualmente- y lo primero que te dicen es eso de "tienes un minuto?". ¿Un minuto?. Cómo negar un minuto!.
Y cuando la "chapa" sobrepasa el cuarto de hora le dices a todo que sí. Que estás en absoluto desacuerdo o que no se despreocupe. Los robadores de tiempo son pertineces, como la sequía, o como el viento sur, que siempre se acaba allá por el día de difuntos.
Qué imagen más penosa, y el cafeconleche es ya anecdótico.
Me he despedido de forma lamentable. En un idioma indescifrable. Debía ser arameo a tenor de lo que más adelante he ido recitando en el coche camino de Altube.
16,30 horas. Llego a Vitoria para comer. O para merendar. En el restaurante nadie. Al menos conocido o de los que debían estar. "Es tarde pero no tanto". Enciendo el teléfono y me doy cuenta que lleva toda la mañana en silencio. Hay un mensaje. Dice así: "Tarde?, llegar a dónde?. Hemos quedado el viernes que viene. No hoy. Revisa tu agenda pringao".
Nubes altas sobre Gorbea. Cielo rojo. Visibilidad total. Viento sur en Aiurdin. Me voy a casa.Comprobaré Euskalmet y después de ests líneas me meteré en la cama. Será lo más prudente. Y lo más efectivo.
Tenéis mucho mérito las personas que os dedicáis a la política. Estoy seguro de que la descripción del día "horribilis" se ajusta a un día laborable cualquiera... ¡para que luego tengáis entre el vulgo la injusta fama de no ganaros el pan con el sudor de la frente! En fin, espero que el fin de semana te haya permitido disfrutar de un merecido descanso y ansío la entrega en la que desarrolles el tratado sobre la especie del género Homo que, a diferencia del cada vez menos abundante H. sapiens, agrupa al colectivo de mentecatos, necios e incapaces que tanto tiempo os hacen perder...
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