Buscaba un titular fácil sobre el que dejar mis impresiones lamentables de la eliminación copera del Athletic cuando recordé lo que quizá sea el poemario mejor acabado de Miguel Hernández; "El rayo que no cesa". Sonetos duros y sonoros que describen un acerado amor desconsolado y que serenan el ánimo de cualquiera.
Hernández y Lauaxeta dos sensibilidades primorosas cortadas de raíz por la intolerancia ciega del fanatismo franquista. De esa enfermedad congénita de la especie humana que tiende a sectarizar el pensamiento, a destruir las ideas y a negar el derecho ajeno a la voz y la palabra.
Con tanta miseria acumulada en el diario acontecer de la actualidad informativa, con tanto culto a la notoriedad de talonario, con tanta inercia a al cainismo, un titular fácil me ha llevado a un remanso de paz. ¿Místico verdad?.
Y todo para apagar un cabreo patriótico por la incapacidad de unos gandules jugando al pelotón.
Fulminados por el Rayo. Y por su propia incompetencia.
Ahora les queda tiempo para leer a Miguel Hernández , a Lauxaeta, a Lizardi, a Blas de Otero ... nombres que seguro les suenan. Aunque sea del callejero de nuestros pueblos.
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