viernes, 5 de febrero de 2010

Zapatero ora, pero no labora



Zapatero va de culo. Cuesta abajo y sin frenos. Cuando no hace el ridi con los cascos y la traducción simultánea, anuncia una visita de Obama que nunca será. Viaja a Estados Unidos a participar en desayuno de la oración pero no hace escala en el funeral por el soldado muerto en Afganistán. Y, lo peor de todo, su gestión de la crisis económica empieza a sonar a chiste de chiquito de la calzada.

No ya por los más de cuatro millones de parados, que también, sino por el continuo despropósito de iniciativas primero anunciadas, sometidas a la polémica después, más tarde desmentidas y retiradas del escaparate finalmente.

Por no hablar de los números gordos –déficit público, PIB negativo, morosidad, desempleo, fraude- que han hecho que el propio Almunia (predecesor de ZP en las filas socialistas) se haya sonrojado en público a la hora de valorar el ejemplo español en la Unión Europea que hoy preside “bambi”.

Elena Salgado, más preocupada –según cuentan algunos compañeros de partido- de buscarse un futuro profesional (ahora como futura comisaria europea, antes en la OMS), desbarra cada vez que interviene. Corbacho, el “corcuera” del gobierno de hoy, es el único que suma. Suma desempleados en el INEM. Sebastián, busca ideas imaginativas en los mundos de yupi y Garmendia, la estrella de la innovación… ¿dónde está Garmendia?. En la “nanopolítica” dicen algunos malvados.

La solución a tanta desgracia es un nuevo plan “ñ”. “Ñ” de cañí. Más zanjas, más peonadas, más déficit, más subsidio. Y nuestras políticas activas de empleo, según Chaves, para finales de año. Con retraso. Como siempre. “Lo que ocurre –dicen portavoces lenguaraces- es que se sigue negociando”. ¿Negociando qué?. ¿Pero no estaba el acuerdo cerrado para finales de 2009 y el PNV fue entonces el boicoteador del traspaso?. Venga usted mañana, como decía Larra. Cañí total.

Una de números. En España se ha alcanzado ya la cifra de cuatro millones diez mil parados. Por homologar cifras; si Euskadi es el 6,24% en coeficiente estatal, si extrapoláramos, de esos 4,1 millones nos debieran corresponder, demagogia arriba, demagogia abajo, unos 250.000 desempleados.

Pero no. A pesar de los 8 meses de paz y de normalización del invicto gobierno del cambio, el número de parados en Euskadi es de 135.000. Muchos. Demasiados. Pero ocho puntos porcentuales por debajo de la media estatal. ¿Será que Euskadi no es España tampoco en esto?. (En cuanto me descuido, me brota la quimera identitaria. ¡Qué síndrome el mío!)

Calma, que aún hay tiempo. Tiempo para homologarnos, aunque sea en parados. El Lehendakari López todavía tiene un margen de 115.000 desempleados para la convergencia. De ahí que copiando el modelo económico de Zapatero, en breve, su gobierno publicitará un nuevo plan “E” a la vasca. 60 millones de euros para la contratación de desempleados durante seis meses. Picos y palas para el i+d+i. Genial.

Hace veinticinco años, Altos Hornos de Vizcaya tenía en nómina a 12.000 trabajadores. Hoy, con 400 –como mucho- fabrica las mismas toneladas de acero que antaño.
Hace veinticinco años, en los alrededores de Derio y Zamudio, en sus verdes campas pastaban las vacas. Hoy más de siete mil personas altamente cualificadas trabajan a diario en el Parque Tecnológico.

Esa es la gran diferencia entre la Euskadi de hoy y la España de ZP. Aquí, siempre se ha buscado garantizar el trabajo del futuro mientras que en la cultura del ladrillo se ha sido fiel a la cita de que “la mejor política industrial es la que no existe” (Carlos Solchaga).

Hemos entendido la actividad económica de forma diferente y en espacios distintos. Como si utilizáramos discursos diferentes diciendo las mismas cosas. Así, cuando alguien hablaba de un proyecto tractor, unos identificaban el color –amarillo- y otros le poníamos apellido –Guggenheim-.

Zapatero necesita un milagro. Por eso apela al Deuteronomio, quinto de los libros del Pentateuco y de la Torá judía. Reza apasionado por su suerte y la de su gobierno en una procesión a medio camino entre el Gólgota y las calderas de Lucifer.

A estas alturas del desastre económico, no le queda otra que confiar en un prodigio sobrenatural. Su magia, su talante, su “baraka”, están en la cola del INEM.
En la desesperación del CIS, algún asesor aconsejó al presidente que se encomendara a la práctica benedictina y en su encumbrada sabiduría, Zapatero le ha hecho caso. Pero a medias. Ora. Pero no labora.

Sus días están contados. Y la niña de Rajoy espera su momento. Si el “hijoputa” de Esperanza Aguirre no lo impide.





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