sábado, 10 de abril de 2010

LOS QUE HACEMOS SURCO

Dicen de los individuos que se identifican con los “tauro” que son –somos- personajes temperamentales, nada inquietos, con un aguante fuera de lo normal.

En la variante de género masculino puede identificarse a este especímen por su rastro. Dejamos una huella ineludible –por lo general-. Una huella que hace surco. El surco de de un difícil equilibrio. Un coegénere me preguntó, ¿Qué te pasa que te veo tan centrado?.
“Tengo ambilismo” – le contesté.
¿Ambilismo? –me dijo-
Sí, un huevo colgando y el otro lo mismo.Y en ocasiones, hacen surco. Sobre todo cuando uno pasa de la edad de plata a la de oro, y el siguiente espacio es el de “plomo”.
Bueno, que cada vez que vean un surco en la calle pueden pensar en nosotros, los tauro, pero no toda estadística es real . Hay “pelotazas” de otros signos .

Lo que sí es cierto es (vaya por delante mi experiencia personal), que muchos tauros tenemos un aguante fuera de lo común. Callamos, metabolizamos, silenciamos –mucho- pero, cuando arrancamos, que se aparte el que esté enfrente. Embestimos como quien vomita una vez al año. Qué arranque, dios!. Arranque de corcel jerezano y …parada de burro encartado.

Digo todo esto para frenar mi cornada de hoy. He visto en una página web de este país –cybereuskadi- como con total impunidad se acusa a este desecerebrado blogger –a moi même- de ser el instigador o el escritor de una crónica dedicada a desprestigiar periodistas y profesionales de la comunicación que trabajan aquí.

Internet es la red, la carretera en la que cualquier desaprensivo puede incluir contenidos de difícil reputación. Propagar rumores, bulos , libelos, de manera gratuita es sencillo. En los tiempos que vivimos puede se hasta rentable a medio plazo. Pero eso no es ni periodismo ni comunicación.

Cyberuskadi –no sé por qué le hago publicidad- y el frágil autor del infundio (frágil porque nadie podrá seguir su surco atributivo) me ha vinculado a una pretendida intención de difamar compañeros/as periodistas desde un seudónimo.

Quienes me conocen, o hayan seguido de lejos la marca que he dejado en el camino, saben que, como buen tauro, siempre he embestido de cara. Que jamás me he valido de sobrenombre para ,desde el anonimato, dar leña. Que cuando he utilizado alguna identificación oculta en publicaciones - “J. Txindoki”-, los he hecho al amparo del secreto profesional y del derecho a la información. Y que ostentando responsabilidades instituciones –como las que ostento en la actualidad- jamás, jamás sobrepasaré las líneas rojas de defender el interés público, la transparencia o la interlocución entre la institución que represento y los medios de comunicación y sus representantes.

La opinión es libre, La expreso en mi blog y en privado. Y a todos aquellos que, en directo me quieran escuchar. No necesito seudónimos ni subterfugios inconfesables para lanzar dardos indiscriminados. Cuando tengo algo que decir lo hago a cara descubierta y , espero que, educadamente o con argumentos, aunque siempre de manera vehemente.


Quienes de verdad me conocen, me dicen que se me ve venir. Tengo un arranque corto pero muy visceral. Y en esos brios impetuosos dejo los cuernos en más de una ocasión , porque la pasión me ciega.

Eso no quiere decir que no tenga ironía ni sentido de humor. Cada vez más.
Por ejemplo, cuando le escucho a Jose Antonio Pastor – buen polemista- se me cargan las pilas. Eso de la “vieja patria”, de la “patria para dividir”, me ha partido la caja. Sobre todo cuando quien lo dice ha decidido autoexiliarse, desde años, en la comunidad vecina, la vieja patria chica de Menéndez y Pelayo. Sí, el portavoz del partido gubernamental vive, desde hace años lejos de su Ortuella, en la costa cántabra próxima a Bizkaia. Quizá por eso Euskadi resulte una vieja patria.

Vivir fuera de Euskadi no es ningún delito, ni tan siquiera un reproche – sobre todo cuando se sustenta en ámbitos de seguridad-.Cada uno vive donde quiere o en el chalét que puede. Y Jose Antonio Pastor puede hacerlo con todo derecho. Pero, por favor, a quienes vivimos en Euskadi que no nos hable de “viejas” o nueva patrias. Que nos deje vivir y festejar –en nuestro imaginario- lo que él ya hace con la suya durante todo el calendario.

Un surco más.

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