El Correo español titulaba el pasado lunes "Egibar pide a las empresas vascas que no vendan en España porque es `un lastre´". A dicho titular se le acompañaba un sumario que afirmaba que "el líder nacionalista lo vincula a la negativa a reconocer el "derecho a decidir"". A partir de dicha cita - titular + sumario- se ha generado una tormenta política en la que la sal gorda ha sido el condimento más utilizado. Descalificaciones de todo tipo y procedencia han desbordado las páginas de periódicos, las emisiones radiofónicas y las televisivas, donde ETB, nuevamente ha dejado su impronta de "objetividad" y "pluralismo".
Todo por un titular. Un titular interpretativo al ciento por ciento. Es decir que no dice literalmente lo que se dijo sino que aporta una interpretación valorativa de lo dicho. O dicho de otro modo, un titular más próximo a la opinión que la información. Es legítimo que un medio de comunicación exprese su opinión o que interpete subjetivamente un hecho o una declaración. Según algunos próceres del periodismo es el futuro de la prensa escrita, dotar a la información un valor añadido, un tono distintivo que les haga separarse de la inmediatez de la prensa digital o de las nuevas tendencias electrónicas.
Pero lo que no puede ser es que un titular -que en su caso no fue reproducido , por ejemplo por el Diario Vasco- marque la tendencia política. Pero en nuestra sociedad ocurre. Y cuando esto acontece quizá debamos colegir que comunicación y política en Euskadi están unidas por un cordón umbilical de intereses comunes.
¿Qué dijo Egibar?. Utilizando la fuente oficial, es decir la información suministrada por el PNV ,Joseba Egibar, ha afirmado que "España es sinónimo de prohibición y negación en lo político y un lastre en lo económico, que no tiene remedio", por lo que ha apostado por dejar de "exportar" el tercio de la producción vasca que tiene ese destino y buscar "fuera" mercados "más difíciles, que están más lejos". Según ha expresado el presidente del GBB, "tenemos un doble objetivo: evitar que causen destrozos y que Euskadi no pierda posición".
La situación real de la industria vasca es que su mercado se fracciona en tercios. un tercio de lo que produce se consume en el mercado interno (Euskadi), otro tercio en el mercado español y el resto en el ámbito internacional.
Si tomamos como base objetivo de análisis el estudio que de la economía española ha hecho Standar&Poor´s , resulta evidente que en la situación de debilidad económica que afecta a España, las empresas vascas han de redoblar los esfuerzos exportadores y buscar mercados que garanticen su desarrollo en otros nichos de mercado. Está claro y nadie debe alarmarse. Si nuestra producción depende en su tercera parte del mercado español y este está en un pozo sin fondo, sin visos de mejora en años, será lógico que busquemos alternativas . ¿No es lo lógico?
Lo que no resulta lógico es que quien dirige la más alta responsabilidad de este país nos diga que afirmar esto es una barbaridad, que hay que propiciar que la economía en España vaya bien para que a todos nos vaya bien. Dicho de otro modo que si podemos correr nos estemos quietos hasta que España empiece a andar.
Ya, ya. Nuestros intereses son los primeros. Debemos exteernalizar nuestros mercados, abrirnos a Europa porque sabemos que somos competitivos en tecnología, en innovación, en calidad. Debemos buscar nuevas oportunidades porque lo que está en juego es nuestro porvenir, no el de otros. Por eso Egibar tiene razón en el fondo de sus palabras. Lo ha dicho, de otra manera Lazpiur, en representación de las empresas vascas, hace apena un mes. Lo ha dicho Mario Fernández y todos aquellos que en este país tienen dos dedos de frente.
Lo que ocurre es que cuando algo tan obvio colisiona con la nueva mayoría política, con ese pacto de hierro que existe entre comunicación y política, es preciso reconducir lo incuestionable a ámbitos de controversia, de enfrentamiento identitario y de frentes ideológicos.
En economía, en la real, este debate no dura dos minutos. Aunque la cabecera de Vocento quiera alargarlo como un chicle. Es su opción. Gu, gurera.
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