viernes, 11 de junio de 2010

MIERDA DE PERRO

Hay días que están predestinados. En tu agenda vital está escrito de antemano que será una jornada “horribilis” y amén. Ya puedes poner toda tu buena voluntad para que no sea así pero no hay tu tía. Además, cuando pareces esquivar el destino, siempre hay alguien que, a última hora, lo jode todo.


El pasado lunes, sin ir más lejos – san lunes sí- arrancaba la mañana con esas sensaciones que no anuncian nada bueno. Sin embargo, el sol brillaba. En la confianza de que lo no empírico es una superchería, bajé los tres últimos escalones del portal. Abrí la puerta. Alcé la mirada. Tomé aire y dando una larga zancada me dije; “hoy, a pesar de todo, a triunfar”. Y al poner el pie en el suelo me di cuenta: “va a ser que no”. Mierda de perro.
Sí, la primera pisada fuera de la cápsula familiar, había dado con heces de can. Un paso eléctrico en el que , al tocar el suelo y notar la irregular textura, el pie se se despega de éste como un latigazo.

Es en ese preciso momento cuando mentas a la madre del perro/a (hijo de perra). Del dueño/a (cerdo/a) y reniegas de rintintin, lassie, pancho y hasta de dulce pulgoso.

Luego, restriegas el zapato por el bordillo. Sacas un clínex. Crees que has limpiado el excremento pero… tu olfato dice que no. A pesar de sucesivos intentos, que parecen certeros, algo te dice que la suela del zapato sigue higiénicamente comprometida. Y pasas, literalmente, un día de perros.

En la calle, en la oficina, en todas partes la pituitaria te tiene trastornado.
El mosqueo perruno me ha durado toda la semana. Cabreado como un mono. Enfadado con el mundo. He discutido hasta con el portero automático. He dado mítines en la cocina mientras la familia despavorida huía por el pasillo ante la soflama. Mierda de perro. Seguro que a Azkuna le ha pasado algo similar. Anda mucho por las calles de Bilbao y, donde menos le esperaba, le atacó una trampa defecante.
Seguro que han sido sus zapatos los que le han aconsejado proponer una normativa que regule y limite los paseos callejeros de los perros en Bilbao. Estoy con él. Leña al navajero, dodotis al tuso y sanción al dueño cagón despreocupado.

Xabier Agirre, Diputado General de Araba, debió tener, el mismo lunes, una sensación similar. Fue a Juntas Generales. A una sesión de “control” y respondió a un apoderado de ANV. Su intervención fue entendida por los medios de comunicación como una apuesta por cambiar el modelo tributario. Alguien importante del PNV entraba en la maraña propagandística de quienes pretendían esconder su penosa gestión económica y los recortes sociales por ella provocada con un espejismo vengador dirigido supuestamente contra los ricos y los pudientes. Otra basura dejada en mitad del camino para que alguien la pisara.

La trampa saducea encontró víctima involuntaria y el efecto del resbalón se acrecentó al coincidir, casi en tiempo y espacio, con las palabras de Urkullu que avisaban del discurso tramposo de los sheriffs de Nottingham disfrazados de Robin Hood.
La bienintencionada intervención de Agirre fue paseada por los escaparates públicos y privados en busca del escarnio. Y el Lehendakari López aprovechó el viaje para reírse abiertamente del episodio. Como si sus zapatos –los que le regaló su Zapatero- nunca se hubieran manchado. “ja, ja. Que se aclaren” –dijo el descubridor de los principios de Arquímedes-.

Pisar accidentalmente donde no debes y mancharte el calzado te jode el día o la semana, como le ha pasado al PNV. Pero hay cosas peores.
Una mujer estadounidense ha afirmado haberse quedado embarazada después de ver una película porno en tres dimensiones.
Jennifer Stweart, que así se llama la mujer, fue con sus amigos a ver una película porno en tres dimensiones a un cine neoyorquino para experimentar los efectos de esta tecnología. Nueve meses después tuvo un hijo negro, un detalle relevante siendo tanto ella como su esposo de raza blanca y encontrándose este último destinado en lrak en el momento de la concepción.

Jennifer sostiene que nunca le fue infiel a Erik Johnson, su pareja, si no que el padre es el actor protagonista del filme X en 3D que vio en Nueva York. Aunque la embarazada no conoce personalmente al actor porno defiende que la fecundación pudo deberse a un efecto secundario producido por las tres dimensiones. Pese a lo insólito del argumento su marido le ha creído "Es sospechoso pero las películas en 3D son tan reales. Con la tecnología de la actualidad todo es posible", ha declarado Erick, que pertenece al ejército de Estados Unidos.(publicado en “Noticias Terra).

Impresionante pero no insólito. Aquí, el aparente estado de placidez y de bienestar que demuestran las carcajadas del Lehendakari López puede ser indicio de algo que ni tan siquiera se lo imagina. Un estado de buena esperanza que, sin saberlo aún, alumbre un segundo retoño a lo San Mamés. Yo que él, echaría mano del “predictor”. No vaya a ser que Basagoiti le anuncie la buena nueva y le cambie el rictus.

Si a mí me fueran a hacer eso, no lo dudaría. Preferiría, a pesar de la mofa, pisar mierda de perro a que, sin saberlo, me dejaran embarazado.

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