No sé si los resultados han sido los esperados, pero se barruntaba que algo así iba a ocurrir. La ciudadanía de Catalunya, exhausta por los experimentos del tripartito, ha confiado la configuración de la nueva Generalitat a Artur Mas y a Convergencia i Unió.
Tres reflexiones, a bote pronto, del resultado electoral. Primera, frente al desencanto del Estatut, el desbarajuste de gobierno y la crisis económica, el electorado ha restablecido su confianza en la certidumbre, la seguridad y el autogobierno. Convergencia i Unió siempre fue la referencia política de una Catalunya moderna a la búsqueda de su espacio en Europa. Ahora lo es de manera más consistente. El mensaje nacionalista pragmático ha vencido al esencialismo visceral. “Somos servidores y no salvadores de Catalunya”. El nacionalismo útil se ha impuesto al discursivo y al de la proclama. Catalunya quiere ser más libre pero no por historia ni por personalidad – que también-, sino para ganar bienestar y desarrollo. Catalunya quiere avanzar pero día a día, garantizando que dicho avance sirva a su ciudadanía.
Dos: Montilla ha pagado los platos rotos por Zapatero y el Tribunal Constitucional. Y también por su falta de liderazgo de un ejecutivo convertido en tres. (Aquí, en Euskadi, la experiencia del “tripartito” también pasó factura al PNV).
Esquerra republicana ha recogido la cosecha de desencanto que sembró. En política, teoría y práctica deben estar en una misma ecuación y no en espacios separados. Si se quiere influir en una sociedad no se puede vivir al margen de ella, o caminar por sendas distintas a las necesidades vitales de la ciudadanía.
Tres. Destacan, en menor medida, los resultados del PP y de los grupos minoritarios radicales (Laporta, “Ciutadans”, Anglada). Los populares han rentabilizado la crisis económica y el escarnio de Zapatero. El resto encontrado eco en el malestar social provocado por un cúmulo de situaciones apiladas como las capas de una cebolla –el paro, la crispación política y social, los desengaños estatutarios, etc-. Afortunadamente, la xenofobia se ha quedado sin escaños, pero más de 75.000 votantes respaldan las tesis más radicales contra la inmigración. En momentos convulsos siempre hay un tercero sobre el que volcar la ira o la frustración y la radicalidad es un fenómeno que esperemos siga siendo pasajero.
Una consideración final. Quien vea en estas elecciones unas primarias en relación a la política estatal, se equivoca. Los comicios catalanes y sus resultados sólo tienen interpretación y lectura en relación con lo que ha ocurrido y con lo que sienten hoy los catalanes. Ellos/as han hecho un ejercicio selectivo de su voluntad de cara a la gobernabilidad de su casa, de la nación catalana.
Y quien pretenda ver un paralelismo de lo ocurrido en Catalunya con lo que puede ocurrir en Euskadi también se equivoca. Allí , el Gobierno ya caído, nacido para descabalgar del poder a CiU , se conformó como un experimento de “progreso” que certificara un “catalanismo” de izquierdas.
En Euskadi, la coalición gobernante, formada por y para “normalizar” el país, tiene como origen la excepción. La excepción de dos partidos adversarios entre sí, que compiten en España para derrotarse mutuamente, pero que suman sus fuerzas contra el nacionalismo vasco por razones de Estado.
Aquí, el recambio vivido en Catalunya será mucho más complicado. El “pacto de hierro” entre socialistas y populares va a necesitar de mayor fuerza social y electoral que en Catalunya para ser derrotado. La configuración electoral de los territorios, la fragmentación política y las consecuencias derivadas del binomio “violencia-ley de partidos”, hacen que el listón del “sorpaso” esté mucho más elevado. Aquí, el “experimento de gobierno”, tiene algo más que gaseosa.
De todas maneras, la clave sigue estando en la voluntad de la ciudadanía y en la capacidad de las formaciones políticas de ganar o perder su confianza.
Els meus felcitaciones a Artur Mas, a Convergència i Unió ja que han sabut donar una resposta cívica i majoritària perquè Catalunya recuperi la il.lusió en la seva voluntat d'autogovern i de creixement institucional. Que l'èxit d'un dia acompanyi, amb humilitat i responsabilitat al nou govern en la seva nova singladura..
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