jueves, 23 de diciembre de 2010

TRES EN UNO

Mi catarro ha evolucionado. Parezco el hombre orquesta. Más que respirar silbo. Mi voz se ha convertido en un efecto ecualizado de altavoz metálico. Las fosas nasales parecen tuberías atascadas. Y, por si fuera poco, marco el ritmo con un “tuju-tuju, tuju-tu” que para sí el mejor percusionista. Me lo temía, bronquitis.




En estas fechas, bronquitis. Agua y más agua. Expectora. Tose, moquea y vuelve a toser –como los peces en el río al ver a Dios nacer-. Pedro, el médico, me ha hecho una sencilla pregunta; “¿Cómo tienes la agenda?”. Respuesta; congestionada, como yo.



“Entonces, tratamiento para ocho días o para tres?”. Contesto lo obvio, “para tres”.


Pues “tres en uno”. Las ciencias avanzan que es una barbaridad y en tres pastillazos y siguiendo al pie de la letra los sabios consejos del galeno, consigues mejorar notablemente y sin tener que comerte el frasco entero de amoxicilina.


Lo que ocurre es que hay que tener cuidado con los efectos secundarios. La dolencia me ha mermado notablemente el sentido del olfato. Vamos, que no las huelo. Así, un compañero de oficina vino a venderme unas papeletas y creyendo que era lotería compré seis euros para una rifa. Una rifa en la que me dicen que puede ganar una cena – con lo inapetente que me ha dejado el resfriado- o ciento cincuenta euros. A ver quien es el valiente que a los “korrikolaris” de Sodupe les reclama el premio si le toca.



Para rifas las que hacían Fon y Sabino en los descansos de los partidos de fútbol del Bea (Baskonia Escuela de Aprendices) en Basauri. Yo creo que todos los domingos sorteaban el mismo jamón. Lo negarán porque siempre aparecía alguien que decía que le había tocado pero, no sé por qué me da que aquella pata de cerdo tenía mucha solera.


El otro día me encontré con Fon (Alfonso). Sigue como un chaval. Despechugado, a pesar del frío y con ese sentido del humor que levanta el ánimo de cualquier bronquítico como yo. Su coraje me demostró que todavía tenemos arreglo. Que pese a vivir en una sociedad cada vez más deshumanizada, más egoísta y más interesada, sigue habiendo gente dispuesta a comprometerse en estamentos y organizaciones populares donde no hay más recompensa que obtener que ver cómo unos chavales se juntan para divertirse jugando al fútbol.


“Todos quieren ser directivos del Athletic pero ninguno quier aparecer en un club modesto como el Bea. Aquí hay que pelear para sacar unas perrillas para comprar las botas o los balones. Si supieras lo que me ha costado que alguien me financie un balón…” Es el sino de centenares de entidades pequeñas que mantienen viva una actividad social impagable sustentada en el voluntariado de unos hombres y mujeres que comienzan a estar agotados. Agotados y sin recambio. Eslabones de una redes sociales de carne y hueso, con más contenido humano que cualquier “tuiter” o “feisbuk”


Fon, como Sabino, Basora, Rioja, y tantos otros, forman parte de la infantería social que ha hecho funcionar este país sin aspavientos ni intereses ocultos. Su ilusión de hoy es que les toque la lotería, pero no el gordo sino una pedrea que les deje unos centenares de euros en tesorería. Y si no toca, seguirán con la rifa y el jamón. Se conforman con poco. Con lo justo. Sin pretender nada para ellos. Eso sí que es liderazgo.


Liderazgo es lo que le sigue faltando a la mayoría nominal gobernante en Euskadi. Ni el “sociómetro” ni el “euskobarómetro”, cada vez que llegan, les alegra el día. Más bien al contrario. Los datos cantan, como los niños de San Ildefonso. La confianza en el Gobierno Vasco sigue siendo baja (el 61% tiene poca o ninguna confianza). El problema se agrava porque se pregunta directamente por la evolución de esta confianza el último año, sólo un 8% opina que ha aumentado y un 34% cree que ha disminuido. Esto significa que el último año por cada ciudadano que cree que el Gobierno ha mejorado, hay más de cuatro que creen que ha empeorado. De otra forma, podemos decir que un 86% de los encuestados aseguran que este Gobierno no ha ganado en credibilidad y en confianza en el último año.


Pero eso no es lo peor, aunque para ETB y sus informativos haya pasado inadvertido. La encuesta dirigida por el Gobierno vasco revela que para la mayoría de los vascos el Lehendakari ni está ni se le espera. Patxi López suspende nuevamente en todo. En conocimiento de los problemas del país (4,6). En honestidad (4,4). En capacidad de diálogo (4,4). En sensibilidad hacia los problemas de la gente (4,3) y, sobre todo, en confianza (3,8).


Desde que iniciara su andadura, el actual Gobierno vasco padece un resfriado que, lejos de disiparse se agrava con el tiempo. Pasado año y medio, la fiebre social evidencia, que a este ejecutivo el catarro le ha evolucionado a neumonía.


A mí el antibiótico del “tres en uno” casi me ha recuperado. Una dosis más de “sociómetro” + “euskobarómetro” + CIES y en plena forma de nuevo.


Y, a lo del Gobierno, qué le recetamos?. Mi amigo Fon me apunta la fórmula. “También es un tres en uno. Ajo, agua y resina. A joderse, aguantarse y a resignarse”. Y paciencia que ya queda menos.

Estos son los amigos del Basauri Bea y mi amigo Fon el primero por la derecha.

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