El Gobierno vasco, a través del departamento que preside Idoia Mendia ha presentado un proyecto innovador en relación a la prestación laboral de sus funcionarios. Se trata de una experiencia piloto de teletrabajo que pretende facilitar la conciliación de la vida laboral y familiar.
El “teletrabajo” es una fórmula según la cual una parte de la plantilla de una empresa desarrolla sus labores desde su domicilio a través de las nuevas tecnologías. Es decir que no necesitan hallarse presencialmente en la oficina para trabajar convirtiendo su domicilio habitual en su puesto de trabajo.
Cuando hablamos de “innovador” queremos decir que se trata de una experiencia novedosa. Aunque no tanto.
Cuentan los viejos del lugar que cuando Jose María Makua llegó a la Diputación de Bizkaia, existía una modalidad muy parecida a lo que hoy se denomina “teletrabajo”. Cierto, había un número conocido de funcionarios del “régimen” que no aparecían por las dependencias forales ni para cobrar. A fin de mes recibían su nómina en las cuentas corrientes y santas pascuas. Por entonces no había ni nuevas tecnologías ni Internet ni redes sociales. Lo que había era mucho cuento.
Hoy, por el contrario, las sociedades avanzadas exploran el teletrabajo como una fórmula de futuro que permita conjugar las responsabilidades laborales con las domésticas, de manera que la equidad de género y el reparto de tareas familiares o convivenciales sea más justo.
A mí siempre me ha llamado la atención eso del teletrabajo. Me encantaría disfrutarlo. Eso de estar sentado ante un ordenador, en una teleconferencia, con chaqueta, camisa y corbata y en calzoncillos y zapatillas de felpa debe ser una experiencia impagable.
El problema estriba en cómo conjugar el rigor de las ordenanzas laborales con la república independiente de nuestra casa. ¿Cómo determinar la hora del cafecito?. ¿Cómo comentar con los compañeros/as las últimas incidencias del Athletic?. ¿A través de un chat?. ¿Debería computar como tiempo de trabajo la carga de la lavadora?. ¿Dónde colocar la canceladora de fichaje? ¿en el pasillo?.
Además, en los tiempos que corren, se da una circunstancia de notable relevancia. Si tu puesto de trabajo es la salita de estar, ¿se podría fumar allí o, con la ley anti tabaco en la mano debiera consignarse el habitáculo como “espacio libre de humo”?. Tal y como están las cosas, me veo bajando las escaleras, saliendo del portal y en lpc(* ) echando unas caladitas compulsivas.
.-Qué vecino, de espera?.
.-No, apurando los veinte minutitos de descanso, que en el curro no se puede darle a la nicotina.
.- Pues abrígate, que con chaqueta y calzoncillos vas a coger un resfriado de aupa.
.- Ya. Si lo hago para no perder el tiempo, que luego me obligan a recuperarlo.
.-Pues, con tanto estrés a ver si coges la baja.
.- Dios no lo quiera, mira que estar condenado a recluirte en tu oficina…Las horas extras están abolidas.
Lo del trabajo y la casa resulta complicado. Conocí un caso que, tras toda una vida de dedicación laboral decidió, cumplidos los sesenta años, acogerse a la fórmula de jubilación anticipada. Firmó su relevo como unas castañuelas. Hasta se le dio un reloj de reconocimiento. A la semana siguiente, volvió por la oficina acompañado por su mujer. Lo traía como agarrado de las orejas.
.- Venimos a solucionar un problema. Que mi marido no se puede prejubilar. Lleva tres días en casa y es como si tuviéramos un armario ropero en mitad del pasillo.
El hombre asentía cabizbajo. .- Su sitio es éste –continuó la mujer-, donde ha estado toda la vida, donde, por lo menos, hace algo y no molesta.
Jesús, que así se llama el gizajo, no tuvo en cuenta el impacto de su decisión en la conciliación de su familia y, en aras a no gravarla negativamente, deshizo su compromiso. Hoy, el matrimonio sigue siendo feliz. Hasta tal punto que Jesús ha decidido reengancharse en el trabajo hasta los setenta.
Idoia Mendia ha anunciado que veinte funcionarios formarán parte de esta prueba piloto. Algunos compañeros de gobierno pudieran también acogerse al plan. Arriola, por ejemplo, lleva tiempo sin aparecer en escena y eso que no es temporada de hongos. Desde que rechazara el cáliz guipuzcoano ha cedido todo el protagonismo público a sus viceconsejeros Gasco y Larrumbide. ¿Gestionará los transportes y la vivienda por control remoto?. Otra colega quizá le haya tomado ya la delantera, pues su nombre casi no ha sonado desde el caso Alakrana. Unzalu teletrabajando y nosotros sin enterarnos.
Finalmente, el que sí trabaja desde casa es el Lehendakari. Por eso Ajuria Enea es la casa de todos. Tiene que estar agotado. No es para menos. Además, desde lo de la foto de la vanidad, tiene prohibido el butacón y la chimenea. No me extraña que no haya ido ni al partido de fútbol de la selección vasca. Tiene que estar exhausto. A él y a todos, que el próximo año nos vaya mejor, que no será difícil.
(* lpc. la puta calle)
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