Iñigo Urkullu lo ha venido diciendo desde que fue elegido presidente del PNV. Para alcanzar la paz y la normalización en Euskadi es necesario que “ETA empiece por el final, por el desarme acreditado, y que el Gobierno español empiece por el principio, el cumplimiento de la legalidad doméstica e internacional en materia de derechos humanos”.
Ambas condiciones han sido repetidas en todos los encuentros que los jeltzales han mantenido con las partes en cuestión, bien con los interlocutores de la Izquierda Abertzale como con Zapatero y Pérez Rubalcaba.
El PNV, aunque parezca extraño, ha sido uno de los principales artífices del actual momento de oportunidad. Él ha aportado algo básico para que el proceso pueda fermentar; tiempo. Su acuerdo presupuestario con Rodríguez Zapatero garantizó un bien imprescindible, tanto para la Izquierda Abertzale como para el Gobierno español; la estabilidad y un calendario amplio.
Su apuesta por el acuerdo en Madrid fue mucho más que pura estrategia. Ganar autogobierno y crecimiento institucional hubiera sido suficiente rédito, pero la mano tendida de Urkullu propició que unos y otros confiaran en las posibilidades de arriesgar para tener una opción de paz.
Batasuna sabe que el PNV no se opondrá a su legalización. Siempre estuvo en contra de destierro democrático y ahora, con más motivo, los jeltzales avalarán su reincorporación al mapa partidario. De igual modo conocen que el PNV no cederá a concesión política alguna que parta de la base “causa-efecto” de la desaparición de ETA. Con Batasuna legal no es necesaria mesa de partidos. Que haga política, como los demás, y punto.
El Gobierno español también está al tanto de estos extremos, pero también conoce la pretensión nacionalista de adecuar la política penitenciaria y la reinserción al servicio de la paz.
Zapatero y Pérez Rubalcaba son conscientes de que, más tarde o más temprano, tendrán que abordar la problemática de los presos. Por eso no han estado quietos en los últimos meses. El Gobierno español sabe cual es la situación y el pensamiento de la población reclusa vinculada a ETA. Tienen fichas individualizadas, como si les hubieran hecho un análisis médico a cada preso, para saber de qué lado está y qué peso tendrá su opinión en un futuro inmediato.
Perciben que el colectivo está dividido a tercios. Por un lado quienes ya no quieren saber nada de ETA. Por otro, quienes buscan una salida pero confían en que ésta parta del acuerdo de todos. Y, en tercer lugar, quienes mantienen posiciones irreductibles.
Si en el momento de la “dispersión”, el gobierno español utilizó la disgregación penitenciaria para evitar el monolitismo del colectivo preso, propiciando salidas individualizadas, ahora, lo inteligente sería actuar de manera inversa. Alguien lo ha definido muy bien al afirmar que “patio pequeño, debate pequeño. Patio grande, debate grande”.
La habilidad, la astucia y, también, la inteligencia de Pérez Rubalcaba, hacen pensar que tales consideraciones las mantiene presentes en su agenda oculta. Luego, no sería de extrañar que, en paralelo a un discurso oficial rígido y exigente, contemplara actuaciones proactivas en el ámbito penitenciario. De hecho, durante los últimos meses, y sin repercusión pública alguna, se han producido movimientos de presos. Traslados y ajustes que permiten huecos en cáceles próximas a Euskadi. Huecos que, en un momento dado, pudieran alojar a nuevos inquilinos, a los que pudiera aplicarse las previsiones legales del Código Penal (artículos 90 y 100.2) de cara a flexibilizar su condición penitenciaria.
Tales medidas, de carácter extraordinario, han sido aplicadas ya de manera individualizada en señalados casos de activistas que han renunciado a la violencia y que voluntaria o forzosamente están fuera de la organización ETA.
Por lo tanto, “final” y “principio” parecen ser las condiciones previas necesarias para que el proceso avance y se consolide. Pero, las incógnitas que la ecuación plantea son tantas que es arriesgado, hoy por hoy, vaticinar el final de la película.
Todo es posible. Desde que el final feliz esté más próximo de lo que pensamos porque en la trastienda alguien ya lo haya consensuado previamente con total opacidad, hasta que todo vuelva a ponerse patas arriba. El robo de vehículos y de material informático en Francia abonaría esta fatal previsión. El comunicado – en su primer bote- , su posible ampliación –segundo bote- y las matizaciones que sobre el mismo han hecho ya desde Batasuna, indicaría lo contrario. Es decir que se avanza por el buen camino
El último capítulo iniciado tras la aparición publicitaria de ETA ha abierto todas las hipótesis. Quien quiera valorarlas no deberá cegarse por sus deseos sino por los hechos constatables. Experiencias pasadas demuestran que el voluntarismo y la buena fe conducen, casi siempre, a la frustración. Y no estamos ya para revivir nuevos fracasos.
Pese a todo, mantengamos la esperanza. Como escribiera Lauaxeta ; “Eta illuntzeko bakian, norbaitek darrai kantari: dana emon biar yako maite dan azkatasunari"!
(Y en la paz del anochecer alguien sigue cantando: ¡"Hay que darlo todo por la libertad tan amada"!)
No hay comentarios:
Publicar un comentario