martes, 8 de febrero de 2011

NO HAY PAZ SIN PRECIO NI CAMINO SIN AGONÍA

Cuando alguien hace los deberes y los cumple debidamente, su trabajo es digno de reconocimiento.
La puesta en escena que dibujaba en la pasada entrada blogera se está cumpliendo con total precisión. Y el trabajo que se había empeñado en sacar adelante la Izquierda Abertzale, también.
He tenido oportunidad de leer en varias ocasiones las intervenciones de Iñigo Iruin y Rufi Etxeberria. Hay contenido. Hay novedad. Hay materia para el optimismo.

El rechazo de cualquier expresión violenta o de la simple amenaza de su ejercicio con pretensiones políticas es un punto y aparte en la dilatada vida de la Izquierda Abertzale.

No entro a valorar el grado de sinceridad del desiderátum. Tampoco lo hago con los cantos democráticos de quienes aún no han condenado el franquismo. Cada cual sabrá el nivel de certeza de sus afirmaciones. El dato objetivo es la declaración de principio ahí está. Lo que tantas veces se les reclamó como punto de inflexión para ser eximida su condena al ostracismo, lo vimos negro sobre blanco y lo escuchamos sin ruido ni distorsión. Alto y claro. Y cuando alguien expresa su condena rotunda a la violencia, también de ETA, está diciendo que el tiempo de ETA se acabó para la Izquierda Abertzale.

Lo tenían que hacer por sí mismos. Sin nadie que les ayudara a salir del charco. Y lo han hecho.
Lo veníamos aguardando desde años atrás. Necesitábamos oírlo de su propia boca. Sin rodeos. Sin giros semánticos que nos llevaran a un lado u otro del conflicto político. Por fin han cruzado el rubicón. Si ETA apagó la luz del chiringuito en su último comunicado, la Izquierda Abertzale civil cerró la persiana del ruinoso negocio.

No sabemos si todos salieron del inmueble o alguien se quedó en el interior. Pero la persiana está bajada. Si se condena la violencia de ETA, es que ETA no tiene objeto social.

La formulación política presentada, sus fundamentos jurídicos, hasta el renovado plantel de promotores de “Sortu” – la nueva formación- hacen que, hasta ahora, el trabajo de la Izquierda Abertzale por recobrar la legalidad sea evaluado con un notable alto.

Casi la misma puntuación que su ingenio comunicativo que, nuevamente, ha sabido ganarse titulares, apertura en informativos y notoriedad en los medios de comunicación.
La claridad en los planteamientos exhibidos ha contrastado con la tibieza y cerrazón observada en el Gobierno español y aledaños. Detrás de tal pose se encuentra el cálculo político. Ni la justicia ni la praxis democrática; el interés.

La “mise en place” continuará mañana con la hora del sello y el registro. Lo hará con la credibilidad de los pasos iniciales.

Zapatero y Pérez Rubalcaba son conscientes de que el proceso avanza. Pero el precio de la opinión publicada les obligará a remitir el caso a los tribunales. Así no recibirán reproches. Será un tribunal quien decida. Y , para el PSOE , y también para el PP, “lo que digan los tribunales va a misa”. Así ha sido hasta ahora. Aunque la mano del Ministerio Fiscal o de la Abogacía del Estado sea quien meza la cuna judicial.

Nadie quiere perder, y los emancipados no deben alterar su perspectiva. Nadie había dicho que el camino era un camino de rosas o que todo era coser y cantar. La alternativa emprendida pasa por ser tortuosa, pero que no hay más vía que la emprendida. Aunque, en ocasiones todo se vea oscuro y sin el final previsto..

La Izquierda Abertzale no debe alterarse por los obstáculos. Ha hecho lo más difícil; decirle a ETA que ya no cuenta en su imaginario. Que sólo le queda el acto de echar el cerrojo en el bajo de la persiana.

He mantenido que legalización y paz no son “causa-efecto”. Y estoy persuadido de ello. Cada objetivo tiene su procedimiento y sus contrapartidas. Tiene sus agentes, sus actores y sus ámbitos. Mezclarlos es errar en el diagnóstico y en la solución. Que no se enreden ni nos enreden en sus respectivas resoluciones. Porque aquí no es cierto el dicho de que a “río revuelto, ganancia de pescadores”. A río revuelto, aguas sucias.

Hace unos años, en una entrevista que junto a Txema Montero hicimos en “Hermes”, Shlomo Ben Ami nos decía que la “paz siempre tiene un precio”. Un precio que no todos están dispuestos a pagar ya que buscar la paz genera más tensión y división social (en España por supuesto) que unirse para la guerra. “Las guerras unen y la paz divide –nos decía el ex dirigente Hebreo-. Es más difícil ser líder de una nación, de un gobierno, en procesos de paz que ser el líder en procesos de guerra, porque en momentos de guerra tienes toda la nación unida detrás.” “No hay paz sin precio ni camino sin agonía”.

Espero y confío que Zapatero y Pérez Rubalcaba dejen a un lado el cálculo político y actúen con responsabilidad de Estado. La Izquierda Abertzale, hasta ahora, en lo que le toca, lo está haciendo. Y como contrapartida, todos hablamos y le seguimos el juego propagandístico. Es el coste que nos toca pagar para que el proceso no se tuerza.




1 comentario:

  1. Una vez más, coincido plenamente con sus acertados análisis en relación a este asunto. La paz, en su expresión social, es una derivada de la justicia y es precisamente ésta la que no abunda en un estado históricamente inquisitorial, como el español. En mi opinión, la inexistencia de una nítida separación de poderes constituye el punto más débil del proceso naciente y el principal motivo de desesperanza, mayor incluso que la indefinida posición de ETA. En cualquier caso, Sr. Mediavilla, enhorabuena por su blog. El PNV tiene una gran suerte en contar con mentes tan brillantes como la suya.

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