El abandono de Pastor se sumaba a la desaparición de Miguel Buen en Gipuzkoa –próximo viceconsejero de seguridad en Lakua- y a los insistentes rumores de dimisión de Txarli Prieto en Araba, quien en privado ha repetido en numerosas ocasiones que si su partido le obligaba a apoyar al PP, él dejaría su escaño.
El Partido Socialista se incorpora al nuevo tiempo, descabezado, ante la ironía por ellos anunciada de que, en su pacto con el PP, votarán a sus propios candidatos en la elección de ayuntamientos, Juntas Generales y diputaciones. ¿Sus propios candidatos?. Sin Odón Elorza, Buen y Pastor, ¿ a quién votarán los socialistas?.
La renuncia de Jose Antonio Pastor tiene sus propias consideraciones. La acumulación de cargos internos y externos, que le había llevado a la pertinaz ausencia en la Cámara territorial vizcaina, había hecho mella en la autoridad del secretario socialista vizcaino ante los suyos.
Durante la pasada legislatura, el portavoz socialista sólo había participado en el 40% de las sesiones plenarias de las Juntas vizcainas ( la mayor parte en el inicio del periodo de sesiones), si bien en los dos últimos años – coincidentes con el Gobierno López y sus nuevas responsabilidades parlamentarias- el absentismo de Pastor en la Casa de Juntas de Gernika fue casi total. Por no hablar de las comisiones de las JJGG, en cuyas sesiones no participó nunca.
Pastor ha sentido internamente su cuestionamiento por esta razón, pero ésta no ha sido la única causa de su incipiente declive.
La asunción del rol de “látigo del nacionalismo” en la dualidad representativa del PSE, la dureza de sus planteamientos (próxima a la que antaño protagonizara el PP) y la falta de espacio convivencial en un PSE liderado por López y controlado por Ares, han terminado por ahogarle en Bizkaia.
Los socialistas siempre han desarrollado un doble esquema comunicativo. Por un lado han situado a un protagonista principal (Benegas, Jáuregui, López) y , por el otro, siempre han tenido un “alter ego” ( Damborenea, Redondo, y a hora Pastor). Pero desde la entronización de López, esa división de papeles se ha visto interferida por Rodolfo Ares, dueño y señor del nuevo gobierno y, también, de buena parte del aparato del partido.
Por si fuera poca la complejidad en la que Pastor ha tenido que moverse, los malos resultados de las pasadas elecciones municipales y forales han terminado por colocar su liderazgo bajo el filo de la guillotina partidaria. La pérdida de votos (5 junteros en Bizkaia) y de bastiones tradicionales del socialismo vizcaino (sólo gobernará Portugalete, Barakaldo, Ermua y quizá Trapagaran), le han terminado de pasar una factura demasiado cara. Y es que en esto de la política, como en la vida normal, hay quienes son “paganos” y , también, quienes participan en “bodas” y “convites” y jamás pagan una cuenta pendiente.
Ya en la última campaña electoral, cuando las encuestas apuntaban el escenario que finalmente fijaron las urnas, trascendió una presunta trifulca entre él y el “todopodroso” consejero de Interior, quien , supuestamente, le hizo responsable de la debacle en ciernes.
Más tarde, el propio Patxi López , adalid de exigir responsabilidades ajenas, fue quien en su análisis particular lanzara el mensaje críptico de que los socialistas tenían que “renovar y reforzar liderazgos en muchas estructuras del partido e instituciones”.
Como san Juan Bautista, la cabeza de Pastor tenía como destino ser presentada en bandeja de plata. Y ayer se exhibió.
Falta conocerse la profundidad y los recambios previstos en esta crisis abierta. Despunta el nombre de Mikel Torres como estrella emergente del socialismo vizcaino. Todo dependerá de si Rodolfo Ares, el “líder del poliespán” –suceda lo que suceda siempre está a flote-, se queda en Euskadi o migra hacia el sur como las cigüeñas. La “catarsis” socialista tras el 22-M ha comenzado. Veremos que intensidad tiene y a quienes más afecta.
De momento, Pastor paga una parte de los platos rotos. Seguirá, eso ha dicho, en Gasteiz como portavoz parlamentario. Pero, en Bizkaia, sin él nada será igual.
Estridencias políticas al margen, Pastor es un hombre cordial. Lo digo sin segundas lecturas. Doy fe de ello. Lástima que la política le haya obligado a protagonizar un rol tan visceral. Un papelón que le mermado sensiblemente su imagen pública.
Pero las personas debemos saber discernir entre un plano y otro. A mí, me gusta hacerlo siempre. Por eso, en lo personal, Jose Antonio, te deseo suerte. Suerte y valentía en el plano político para construir los puentes de convivencia y de entendimiento que todos necesitamos.
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