Tiene nombre de divinidad y en verdad que lo es. Apolo es un maestro partiendo jamón en su oscura estancia de Castrillo de la Reina. Es el dios de la cecina, del lomo curado con tomillo y finas hierbas.
Regenta una pequeña taberna en su olimpo particular desde que mi memoria alcanza a recordar. Pequeña pero próspera.
Allí paran y han parado centenares de personas ávidas de manjares tradicionales. Apolo les atiende como siempre lo ha hecho. Con sosiego y conversación. Aunque el personal se agolpe en el exiguo mostrador. “El jamón está bien curado” –afirma mientras acerca a la nariz un punzón de hueso que ha introducido en el pernil recién descendido de la viga-. Es un hombre de otro tiempo. Como la chacina que dispensa.
Sus palabras denotan tradición. Se siente cómodo en su mundo. En lo que conoce y en la realidad que ha siempre ha vivido. “¿Qué tal por las vascongadas?. Parece todo más tranquilo ahora …”-advierte mientras embala en papel de estraza unos chorizos-.
“Vascongadas”, hace tiempo que no había escuchado ese término. Lo utilizaba el “régimen” y sus particulares “chorizos”.
Pero Apolo, a pesar de su porte, de su habla, hasta de su trozo de árbol fosilizado que exhibe en el local, también ha evolucionado. Ya no abre el negocio ni los domingos ni los martes –tampoco los días festivos-. Además, el boyante colmado en el que el cerdo es protagonista, le ha permitido levantar una llamativa casa de piedra arenisca que resplandece junto a su cueva.
Todo el mundo quiere y tiene derecho a mejorar. A buscar un horizonte de prosperidad y seguridad que garantice el bienestar.
También las “vascongadas”.
A Apolo le llegó la Constitución ya maduro. Seguro, sin conocerle demasiado, que celebró aquel momento. Probablemente porque en sus libertades individuales encontró una razón de esperanza para su hija Jimena.
Yo, por el contrario, no la voté. Y no haré trampas. No la voté porque tampoco tenía edad para hacerlo, aunque si hubiera podido tampoco la habría apoyado. Acudí por primera vez a las urnas en el referéndum del Estatuto de Gernika, con 18 años recién cumplidos, y mi voto fue afirmativo.
He de reconocer que la Carta Magna fue para muchos una gran oportunidad para reencontrarse con la democracia, con la libertad y con el progreso.
Pero, aún siendo así, en Euskadi –o en las vascongadas de Apolo-, aquel texto jurídico no sirvió para que se cerraran viejas heridas de convivencia.
Como fruto de un nuevo tiempo que nace de una transición, y no de una ruptura, mantuvo contrapartidas importantes de lastre histórico. Y, las más relevantes de todas ellas hacían referencia al modelo de Estado, a la “Unidad” de la “Nación española”, a su “soberanía” unitaria, y al Ejército como garante –que ridículo en una democracia- de su integridad territorial. Un ejército, convertido por ley, en el opresor legítimo de quienes no se sintieran vinculados con la nueva España constitucional.
Hay, sin duda, otras muchas aspiraciones legítimas desamparadas por el texto constitucional. Desde la Monarquía no refrendada, hasta el carácter machista de su reserva sucesoria.
Su modificación, su reforma, ha sido un tabú que los principales partidos políticos han cultivado. Tanto costó alcanzar un consenso básico, dicen, que no pondrán en riesgo su solidez. Y todo ello, a pesar de que el sistema autonómico que estableció, como contrapartida a las reivindicaciones de las “nacionalidades históricas”, hace agua por todos los costados. Unos, no han dudado en solicitar la devolución de competencias a la Administración central, en una renuncia explícita de autonomía. Otros, se echan en cara el déficit público como un efecto de la inflación institucional ocasionada por el “café para todos” generado como contrapoder a vascos y catalanes. Y éstos –vascos y catalanes- reclaman, reclamamos, el amparo de nuestros derechos nacionales.
El mito se ha roto con el acuerdo express alcanzado entre el PSOE y el PP para introducir un límite de endeudamiento máximo en la Carta Magna. Será una decisión importante, no lo dudo, pero, roto el velo, creo llegado el momento de abordar otras cuestiones trascendentes, y la causa vasca no es asunto baladí.
A mí, como vasco, sólo me importa que el texto legal bajo el que me cobije, garantice el derecho a sentirme y a ejercer lo que me considere que soy. Sin excluir a nadie ni imponer nada. Simplemente que me permita decidir qué soy y cómo quiero vivir en cada momento –sin atropellar a nadie, claro está-.
Es así de sencillo.
Se lo expliqué a Apolo y lo entendió. “Eso, dicho así, no suena a separatismo” –señaló no sin un gesto de incredulidad-.
Pues es así de simple de entender. Que nadie me imponga dónde y cómo vivir. Que yo lo decida. Además, mi casa no se va a mover de donde está. No tengo otra y no tengo voluntad de marcharme. Lo que ocurre es que algunos creen que debo pagarles el alquiler y yo creo que mi casa es mía. Seamos buenos vecinos.
“¿Y para eso hay que cambiar la Constitución?. ¿No sería suficiente un acuerdo alrededor de un porrón de vino?”. Yo creo que sí, porque del porrón unos estamos acostumbrados a beber de lo estrecho mientras otros trasiegan por lo ancho.
“.-Eso son cosas de la política”.
No, es cuestión de principios. Y, como principio, empecemos con un plato de jamón.
Esa decisión, también es acertada.
Hola:
ResponderEliminarTengo el gusto de poner en vuestro conocimiento que acabamos de poner en marcha una versión del blog Arabatik sin comentarios moderados. Son varias las razones que nos impulsaron a plantearnos este proyecto. Por una parte, las quejas de mis superiores en la Administración Pública, a los que no les parecen adecuadas algunas de las polémicas desatadas últimamente por el peculiar estilo de comunicación de nuestros comentaristas. En segundo lugar, algunos miembros influyentes del Alderdi, tanto en Sabin Etxea como en mi Araba natal, se mostraban contrariados por el hecho de que desde una plataforma como la nuestra, con gran número de visitas y que ha adquirido el carácter de sitio oficial del PNV alavés, se llevaran a cabo acciones que algunos interpretan equivocadamente en términos de censura, manipulación informativa, expulsión de comentaristas con opiniones disidentes y ataques injuriosos contra otras fuerzas políticas vascas tanto de signo nacionalista como constitucionalista español. Reiteradas protestas recibidas en los despachos del PNV a lo largo de los últimos meses desde las oficinas de comunicación del PSE, de la Izquierda Abertzale y, en menor medida, del PP del País Vasco nos han impulsado a dar el paso.
Insisto, por si no hubiera quedado lo suficientemente claro, que Arabatik no es una plataforma de injurias ni de censura en la red. Pero sí que somos, se podría decir, un club privado. Tenemos nuestro criterio soberano y nuestro propio derecho de admisión, somos libres para expresar nuestras opiniones mientras no perjudiquemos a nadie. Y es aquí donde llegamos a la tercera razón que nos impulsó a poner en marcha una versión abierta del blog: para disipar cualquier duda al respecto de nuestra voluntad de transparencia informativa en la red. La página principal de Arabatik continuará existiendo y desempeñando su labor como hasta la fecha, pero en adelante, todo el que lo desee podrá leer nuestros artículos en la nueva plataforma Arabatik Reloaded y contribuir con sus comentarios al debate general, sin limitaciones, revisiones, cortapisas ni bloqueos de ningún tipo.
Arabatik Reloaded se actualiza periódicamente mediante scripts automáticos que transfieren artículos y comentarios a la nueva página web. Debido a limitaciones técnicas -permisos de ejecución, árboles de dominio, objetos reservados, cortafuegos de Lakua, etc.- el funcionamiento de este sistema no es del todo impecable. A veces no funciona en absoluto, y tenemos que echarle una manita desde la consola de mando. Valga esto como disculpa anticipada por algunas diferencias de formato entre las dos páginas que podrán llamar la atención de un crítico minucioso, como los que afortunadamente abundan en nuestra blogosfera nacionalista vasca.
Para cualquier comentario, o en caso de que alguien juzgue que se están vulnerando prácticas adecuadas o atentando contra la moral o el buen gusto, podéis contactar conmigo, y yo os atenderé gustoso en la medida de mis posibilidades:
biturie@gmail.com
Un cordial saludo desde la tormentosa Gasteiz(!!!)
Ese de ahí arriba es tan "biturie" como yo Rubalcaba. Al parecer, los muchachos de Alameda Recalde andan nerviosillos y no contentos con explayarse en el Correo y EiTB, también quieren controlar, o ahogar, la blogosfera ajena.
ResponderEliminarJELen Agur.