El bueno de Martín sigue siendo, en lo básico, el mismo. Sin carnet de conducir, se pasó toda la campaña electoral acompañado por un compañero que le traía y le llevaba de aquí para allá, de mitin en jaia, de charla en rueda de prensa. Ahora también. Le llevan y le traen a donde deba ir en función de su nuevo estatus. Es lo normal. Lo que toca. Y nadie le llamará por ello “pesebrero” por ocupar coche público. Como a otros que como él se mueven , o movían en virtud de sus cargos y de sus responsabilidades-
Lo que pasa que esos otros llevaban , por lo general, corbata, algo que Martín, con buen criterio, no utiliza. Su “look “ sigue fiel a su estilo de siempre, camisa blanca impecable y chaqueta. Vamos a lo Obama o , yendo más cerca, a lo Sebastían .
Pero lo de la corbata también puede llegar. Hasta Jon Idigoras se la calzó un día para visitar al Monarca español , que para eso era el Jefe de las Fuerzas Armadas del país “invasor”.
Quien lo hubiera dicho, un periodista reconocido, con una capacidad de análisis político de primer nivel – ahí están sus valiosas piezas en el represaliado “Egin”- jefe institucional de los guipuzcoanos. Se lo merece. El mayoritario apoyo popular a su candidatura legitimó su liderazgo.
Ahora, con el peso de la púrpura encima, sus rutinas van a tener que cambiar. Sus comentarios en la prensa darán paso a los decretos en el Boletín Oficial. Y su fluido verbo, siempre con más significado que la simple literalidad de las palabras, cambiarán las tertulias radiofónicas por las sesiones de las Juntas Generales.
Suerte, mucha suerte, en la nueva etapa.
La va a necesitar porque cada acto, cada decisión que adopte, tendrá sus consecuencias. Cada papel que firme repercutirá en personas, en agrupaciones, en colectivos que sentirán su rúbrica no como la identificación de un opinador, sino la de un mandamás que otorgue o reste subvenciones, como un jefe que sentencie que una obra se hace o no, que modifique, en definitiva, el destino y el porvenir inmediato de miles de personas.
Y eso es muy duro.
Todos hemos arreglado el mundo y los problemas del país ante unas buenas cervezas en una coloquial discusión. Hemos sido presidentes ficticcios de un gobierno, entrenadores de fútbol o , en la posición más inverosímil, premios nobel de economía frente a los mercados y la crisis mundial.
Pero Diputados general con vara de mando no. Eso es mucho tomate. Hay que presidir el consejo de diputados/as, analizar los decretos que aparecen en el órden del día y tomar decisiones polémicas.
Polémicas y costosas. Como por ejemplo, si los guipuzcoanos podrán comer pescado un día específico a la semana o lo podrá hacer en cualquier momento. Sí, sí. El caso es real.
Si se prodiga y se acepta la moratoria del plan de resíduos hasta hoy aprobado, si como alternativa a la incineración de las basuras en su última fracción –opción aprobada hasta ahora .- se pretende la recogida de residuos puerta a puerta, con especial relevancia en la retirada selectiva de cara al reciclaje, puede que los hábitos sociales de los guipuzcoanos deban modificarse. Me explico. Si en cada portal hay que poner un recipiente por vecino en el que los lunes se recoja el cartón y el papel, los martes el vidrio, los miércoles los plásticos, los jueves los aceites, y los viernes la fracción orgánica , no quedará más remedio que comer pescado los jueves. A ver quien es el valiente que guarda en casa durante toda una semana los restos de una mariscada o las raspas de unos txitxarros. No puedo imaginarme el olor que una política tan valiente pudiera originar en los domicilios de los gobernados por los ecologistas de “Bildu”.
Hay otras decisiones también complicadas de asumir. Por ejemplo, cuando “Bildu” habla de “autosuficiencia alimentaria” qué quiere decir exactamente?. ¿Qué sólo nos debemos alimentar con lo producido en Euskadi?. O cuando se menciona que los presupuestos del territorio serán participativos ¿se pretende anunciar que todos tendremos derecho a aprobar nuestras propias propuestas?.
No tengo duda de que el tiempo aclarará las dudas, y que , al final , según lo prometido, las decisiones finales se aprobarán en consultas-referéndums vinculantes.
Ay Martín. Que jaleo. Todo era más fácil desde una tribuna abierta o un artículo de opinión. Pero ya se sabe, llega el nuevo tiempo, el “cambio democrático” en Euskal Herria y hay que ser audaces en esta etapa que se abre.
Un consejo, si se me permite. Todas las mañanas, antes de ir al Palacio de la Diputación, toma una ducha de agua fría y de realidad. Para acostumbrar el cuerpo a los nuevos desafíos. Agua y mucha realidad. Porque, Martín, amigo Diputado General, van a seguir tus pasos y tus decisiones miles de ojos. Y no habrá ni una ni dos lupas que te analicen sino miles de ciudadanos que esperan que les gobiernes adecuadamente. Y a la mínima, te censurarán duramente.
Espero, por lo menos, que si te critican, lo hagan con moderación y respeto. No como en el pasado lo hicieron otros, que llegaron a poner dianas a quienes te precedieron.
Lo dicho, Martín. Suerte, mucha suerte.
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