viernes, 2 de septiembre de 2011

“BAT BITAN BANATZEN DA”, O LA CIRUGÍA ESTÉTICA DEL COCODRILO

Yo siempre he reconocido ser un zoquete en materia matemática. Y si la aritmética se eleva a clave política, mi desconocimiento es total. Así que cuando vi., como gran teorización ideológica un titular que decía “El uno se divide en dos – Bat bitan banatzen da”, me hice el muerto. Tripa arriba y al pairo de la corriente.


“Es una teoría bultzagile” – me indicó un allegado. Hasta ahí había llegado. Sabía lo que eran los “bultzagiles”, sus pretensiones anticomunistas y sus rebuscadas argumentaciones de la realidad política. Pero no, no quería hablar hoy de esa rara minoría de pensadores químicamente puros que sesudamente alimentan el “Goiz Argi”.
Cuando me refería a que “el uno se divide en dos” quería vincular dicho axioma a Bildu y a su alma doble o múltiple.


Bildu no es sino la estación tránsito de una Izquierda Abertzale que busca personalidad propia. Se llame Sortu o como sea. Una formación política que mientras no pueda expresarse por sí misma, tendrá sucedáneos o mezcolanzas con socios de interés que le permitan presencia pública. Dichos socios, por pequeños que resulten, por mor de de la coyuntura, disfrutan y disfrutarán de “momentos de gloria” que su relevancia social real no les permitiría vivir. Así que, mientras la boda de conveniencia se mantenga, beben y disfrutan, ahora que pueden, al grito de “viva los novios”.

Las elecciones municipales y forales ha sido un gran festín para los compañeros ocasionales de la Izquierda Abertzale. Les ha reportado notoriedad y cargos. Y mientras que el Constitucional no falle sobre la legalización o no de Sortu, estirarán el momento para prolongar la verbena.

La convocatoria de elecciones generales en noviembre ha alimentado sus expectativas. La parte minoritaria de Bildu ha tenido un una sobredosis de oxígeno y eso parece haberle provocado una euforia anímica que será temporal pero que empieza a ser insoportable. Así, anuncian con cierta soberbia , en público y en privado, la derrota del PNV en los próximos comicios. Y, en consonancia, se permiten tutear públicamente a los jeltzales , para que admitan su minoría aceptando formar parte de una nueva convergencia política – Euskal Herria bai- que según ellos, traerá un nuevo tiempo a Euskadi.

Resulta sarcástico observar hoy que quienes plantean una unidad de acción, una coalición electoral nacionalista, fueron los primeros en descartarla aquí en Euskadi ante el frente PP-PSOE. Se escaparon de la coalición nacionalista, cuando, con la ley de partidos en la mano, se ponía en bandeja la lehendakaritza a Patxi López en detrimento del candidato abertzale , Juan José Ibarretxe.

Los mismos que se negaron a hacer frente al PPSOE hoy, desde Bildu, exigen al PNV una coalición para las elecciones generales. Sin explicitar para qué, ni con qué programa ni qué intenciones.

El uno se divide en dos, aunque una de esas partes sea minúscula como la que representa Oscar Matute. Un joven prometedor cuyos seguidores podrían desarrollar una asamblea general en el rellano de un portal pero que, henchido del efecto Bildu, se cree el heredero del Ché.

Y, en paralelo, el socio mayoritario de Bildu, esa “parte contratante de la primer parte”, que es la Izquierda Abertzale, se mantiene en la opacidad de las siglas. Detrás de las bambalinas.

La Izquierda abertzale sabe que el PNV jamás se unirá a sus siglas mientras ETA siga viva. Y que yo sepa aún no ha anunciado su desaparición.

Una Izquierda Abertzale que ve con regocijo como su trampa táctica de una pancoalición nacionalista pretende seguir minando la imagen del PNV en cumplimiento de su estrategia de “sorpaso” político a medio plazo.

La Izquierda Abertzale sabe perfectamente cuando reunirse con el PNV. Con quien reunirse y de qué hablar, sin necesidad de numeritos mediáticos que ceben la atención de los focos y de los titulares periodísticos para éxito o fracaso de una estrategia.

Por eso, la propuesta pública de Bildu de concitar un encuentro con los nacionalistas para determinar la participación o no de estos en unas listas comunes para los comicios generales solo puede entenderse como una nueva trampa para menoscabar la imagen pública de la formación que dirige Iñigo Urkullu.

Hace tiempo me contaron un chiste. Americanos y soviéticos, conscientes de que la guerra nuclear no era la solución para determinar su supremacía, establecieron como reto para dirimir el liderazgo mundial un duelo de mascotas. Se dieron un plazo de un mes para que cada potencia entrenara a su animal.


Llegado el día, los soviéticos comparecieron con un fiero lobo asesino. Por el contrario, los americanos aportaron un caniche. El combate acabó en dos segundos. Mientras el lobo se aprestaba a saltar sobre el caniche, éste abrió una enorme boca que engulló de una dentellada a la alimaña. Los soviéticos, consternados, confesaron derrotados que el lobo había sido adiestrado por los mejores entrenadores de Siberia y Krimea y que jamás había perdido un combate. Los americanos les consolaron. “Os habrá costado mucho su entrenamiento, pero más nos ha costado a nosotros la cirugía estética del cocodrilo”.

Bat bitan banatzen da. El uno se divide en dos. Hasta que el uno abra de verdad la boca y acabe de una dentellada con la ecuación.









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