viernes, 23 de septiembre de 2011

EL PARTIDO DE LA NACIÓN VASCA O PARTIDO NACIONAL VASCO.


El año 1995, el Partido Nacionalista Vasco celebraba el centenario de su fundación de manos de Sabino Arana. Para conmemorar dicha efeméride, el Euzkadi Buru Batzar facultó a una comisión la elaboración de iniciativas y eventos que significaran la presencia secular de la primera organización política del país.


Fueron muchos los eventos y las iniciativas que con tal motivo se prodigaron. Actos lúdicos, conferencias, publicaciones, declaraciones internas, manifiestos. Hasta se acuñó una moneda de oro conmemorativa recuperando una propuesta llevada a cabo tiempo atrás en el exilio venezolano.

Fue un año intenso en actividad de la mano de aquella comisión del centenario en la que me encontraba junto a Josu Bergara, Iñaki Anasagasti e Iñigo Camino, entre otros.


Del conjunto de propuestas a llevar a cabo en aquel aniversario, una no llegó a materializarse, si bien se dieron todos los pasos necesarios para su ejecución legal. El Euzkadi Buru Batzar, presidido por entonces por Xabier Arzalluz, registró como propia una nueva marca destinada a sustituir la ya centenaria denominación del “Partido Nacionalista Vasco”. Era la correspondiente al “Partido Nacional Vasco”.

Con esta nueva denominación, más sencilla de entender en el ámbito político anglosajón, se pretendía identificar el inicio de un nuevo ciclo en el devenir de la organización sabiniana; el tránsito que va de la recuperación de la conciencia nacional de un pueblo a su materialización práctica como estructura de futuro.

Esta ambiciosa propuesta no vio la luz en aquel momento. La necesidad de abordar una reforma estatutaria y sus consiguientes plazos de debate interno que abarcaban más espacio que el de la simple onomástica centenaria, hizo que el cambio de denominación del PNV aguardara en un cajón de Sabin Etxea, si bien el trámite registral legal ya se había cumplido.

Hoy, 16 años después, y en el marco de una nueva Asamblea General, el PNV ha retomado aquella idea y presenta a sus bases la conveniencia de transitar nominalmente del Partido “Nacionalista” al Partido “Nacional” o de la “Nación Vasca”.

El pasado mes de julio, manifesté en este mismo blog , mi percepción de que el nacionalismo vasco debía emprender su nuevo tiempo particular. Sabino Arana tuvo la preclara intuición de despertar en la ciudadanía vasca una conciencia nacional perdida tras la abolición foral y los cambios sociales producidos en el país.

Creó al PNV como un movimiento de liberación nacional que sirviera de germen para la recuperación de dicha conciencia. Y también como herramienta práctica que edificara Euskadi como patria de los vascos.

Un siglo más tarde, el sentido de pertenencia a una comunidad diferenciada y con derecho a vida propia está ampliamente asentado en nuestra ciudadanía. Aunque con matices e incluso antagonismos, nadie duda de que el Pueblo Vasco existe, que tiene unas características genuinas. Superada la distorsión violenta (así lo espero), que impedía cualquier avance en términos de libertad, cabe ya la oportunidad de recorrer nuevos senderos que exploren la posibilidad de construir definitivamente la Nación Vasca.

Así lo ha estimado el PNV. Lo refleja en su documento “Euskadi, Nación Europea” que la militancia analiza estos días para su aprobación en enero. Por eso el cambio del “nacionalista” a “nacional” es mucho más que una permuta nominalista.

Algunos puede que la acepción “Nacional” les choque por imágenes preconcebidas (los “nacionales”, el “Frente Nacional”…) pero, por el contrario, “Nacionalista” es un término cuya comprensión en el exterior chirría notablemente, vinculándose con movimientos xenófobos, extremistas y fascistas. Y en la nueva construcción de la nueva Euskadi, nuestro posicionamiento en el mundo debe jugar una baza primordial.

El PNV, su corazón y su cabeza, no dejará de ser como es, llámese “Nacionalista”, “Nacional” o Basque National Party. Lo importante para él es que, en el año 116 de su existencia, inicie una nueva etapa, un nuevo “año 1” que asiente su praxis en la gobernanza interna y externa que viene a imponerse tras la crisis. Que acompañe el nuevo tiempo convencido de que nuestro futuro como país pasa articular un consenso básico que nos permita, por nuestras propias capacidades y esfuerzos, ser menos dependientes y más competitivos.
Ese es el reto de hoy y de mañana. El reto del Partido de la Nación Vasca.

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