jueves, 27 de octubre de 2011

ES TARDE, MUY TARDE

El conejo blanco miraba una y otra vez a su reloj mientras que repetía azarosamente “Dios mío, llego tarde, muy tarde”. Corría y corría  con su cronómetro en la mano. “Tarde, muy tarde”. Y tras de él entró Alicia en la madriguera cayendo por un túnel horizontal que le llevó al país de las maravillas.

Tic-Tac. El lehendakari llegó tarde al Parlamento. Con un decálogo, plan de paz caducado. Superado por las circunstancias. 
Pensó que controlaba la escena, sin darse cuenta de que su propuesta era una copia textual de una proposición anterior  realizada por la oposición.

El conejo blanco desapareció. Pese a las advertencias de dentro y de fuera. Cambió el fin de ETA por un viaje americano. Zona cero. Cero patatero.
Y siguió corriendo, porque llegaba tarde, muy tarde. Se tiró en marcha de un tren, para no perder vuelo. Y cuando llegó, hasta su socio preferente le preguntó en qué continente estaba. ¿En el país de las maravillas?.  Quemado, achicharrado.

Recién llegado, quiso enfundarse el maillot de líder. Jáuregui, el ministro, pidió empujarle para que enlazara con el pelotón.  Pero el conejo blanco sólo superó al coche escoba.

Golpe de efecto; ronda de partidos. Y el día que recibía a Urkullu en Ajuria Enea se hacía público que, en horas, el presidente español, Zapatero, recibirá en la Moncloa al dirigente del PNV. Nuevamente tarde, muy tarde.

Ahora, el mismo Jáuregui, convertido en dama de corazones,  ha salido en su auxilio. Zapatero también le recibirá de forma inminente. Hay que contrarrestar el ridículo con más fantasía. Tic-tac.
Hasta la foto más buscada, la de la Izquierda Abertzale en Ajuria Enea llegará con retardo, o cuando menos con el desenfoque de que una instantánea similar se hará en Sabin Etxea. Y quizá anticipadamente.

El fin de semana se modifica el horario, llega el invierno y el día avanzará sesenta segundos. Pero para el lehendakari no será suficiente. Necesitará adelantar mucho más su reloj. Tic-tac. Es tarde, demasiado tarde. Espero que encuentre la salida de la madriguera, porque  en lugar del país de las maravillas, el país en el que vive el
lehendakari es el de nunca jamás. Tic-tac. Es tarde, demasiado tarde.  

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