jueves, 6 de octubre de 2011

STEVE JOBS Y LA AUTÉNTICA COMUNICACIÓN

Quienes, de una manera u otra, nos dedicamos a la comunicación sabemos que el mensaje es lo fundamental en el proceso de  interrelación entre un emisor y un receptor.  Lo fundamental es "qué" se dice, no quíen lo dice ni quien lo escucha. La forma como llega la señal resulta relevante , para evitar distorsiones o ruidos que interfieran la nitidez de lo que se pretende comunicar. 
Rollos aparte, muchos líderes de opinión olvidan  que cuando comparecen en una rueda de prensa, en un acto público o simplemente ante los medios de comunicación, deben ser capaces de "decir algo" que resulte atractivo para quien quiera escucharlo. La inmediatez, la tiranía de la "actualidad" nos lleva en demasiadas ocasiones a presenciar discursos y relatos aburridos y carentes de espíritu comunicativo.

Sugen así  los "pildorazos",  los titulares  ramplones y las retóricas plagadas de obviedades que nada aportan a la emoción que una buena comunicación debe provocar o incitar.

Nos hemos acostumbrado demasiado a lo previsible, a lo prosaico. Basta contemplar la comparecencia pública de un deportista o de un político – por poner dos ejemplos cotidianos- para percibir, salvedades a un lado, que el mensaje que nos trasmiten es átono y prácticamente lineal.  



Escuchamos y vemos una concatenación de tópicos que reducen a la mínima expresión el efecto estimulante que todo mensaje debe tener.


Hablamos y hablamos sin mucho sentido, sin decir gran cosa, como si el simple consumo de las palabras o del lenguaje reportara la satisfacción del objetivo cumplido. Y no.


Contar cosas, relatar historias, sacar fuera mis opiniones íntimas, fue lo que me llevó, hace escasamente un año, a alimentar un blog, este blog. Ni más ni menos


Quien esto sostiene es, en buena parte, culpable de haber contribuido a la banalización de los procesos comunicativos. El “negro” que uno lleva dentro ha dibujado discursos de una ramplonería insolente y de mediocridad superlativa. Eran necesidades del guión y de esa tiranía de la inmediatez y la actualidad anteriormente mencionada.


Pero, frente a tanto aburrimiento expresivo, siempre tenemos la fortuna de encontrar piezas magníficas de discurso, de mensaje, que representan el concepto de comunicación en su total esplendor.


Hoy traigo hasta aquí una de estas joyas. Se trata del discurso pronunciado por Steve Jobs –recientemente fallecido- en la Universidad de Stanford en el año 2005. Son quince minutos de clase magistral. Quince minutos de historias, de relatos maravillosos.


Mi homenaje a este visionario con este texto.







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