miércoles, 23 de noviembre de 2011

EL “EFECTO FOEHN” Y EL CONTENCIOSO VASCO

Mapa de Europa el día de San Martin a las 12 del mediodía, típico tiempo con viento sur. Hay una teoría que afirma que nuestro pueblo surgió en la última glaciación, en la que predominaban los vientos del sur (y el efecto Foehn) y aquí hubo un microclima más cálido respecto al resto de Europa. Se puede observar, en distintos colores los distintos niveles de temperatura captados a la misma hora en esta zona. Euskadi de distinto color, como en la política. Curiosidades de la vida


El pasado domingo, día 20, en el conjunto de la península reinaba un tiempo meteorológico desapacible. En algunas zonas, arreciaban los aguaceros y las lluvias torrenciales. La inestabilidad condicionaba un día en el que miles de personas estaban llamadas a acudir a las urnas.


En Euskadi, por el contrario, vivíamos uno de esos días de quietud otoñal atribuidos al “veranillo de San Martín”, una “rareza” climática que alguien me indicó, tiene su explicación científica. Se trata del efecto “Foehn”.

Para tratar de comprender qué se esconde detrás de tal teoría, acudí al siempre interesante blog del geógrafo y especialista en climatología, el donostiarra Antón Uriarte http://antonuriarte.blogspot.com/. Allí encontré las respuestas que buscaba. “El efecto “foehn” –explica Uriarte- es una consecuencia del calentamiento que se produce a sotavento de una cordillera, o de una meseta, cuando una gran masa de aire desecada desciende en bloque y se comprime.”

En estos últimos meses –octubre y noviembre- ha soplado viento sur en el Cantábrico oriental y las temperaturas que hemos tenido han marcado máximos inusuales para el calendario por el que transitamos. “El calor no ha sido tanto porque el aire haya venido del sur —que también— sino por el efecto foehn. Cuando el aire húmedo entra por el suroeste y se eleva por encima de las mesetas y cordilleras peninsulares, pierde presión al ascender y se enfría (unos 0,6ºC cada 100 metros de elevación) y luego, cuando baja hacia el Cantábrico y la Aquitania se comprime y se calienta (aproximadamente 1ºC cada 100 metros de bajada). Es decir, que al final de su travesía peninsular está más cálido que cuando entró. ¿Pero por qué pierde menos temperatura al subir que la que gana al bajar?. Pues porque al subir, el aire estaba aún húmedo y en la condensación de su vapor de agua —en la formación de nubes— hay una suelta de calor que compensa en parte el enfriamiento por pérdida de presión. Sin embargo, cuando al final baja, ya está seco, no hay más condensaciones, y por eso se calienta más al bajar y comprimirse de lo que se enfrió al subir”.

Estas situaciones de viento sur, con “efecto foehn” incluido, son muy frecuentes por nuestra geografía. Según el propio Anton Uriarte, “estaciones balnearias como Biarritz se desarrollaron cuando la ociosa aristocracia inglesa puso de moda prolongar el verano inglés viniendo al País Vasco a pasar la primera parte del otoño.”.

Esta especificidad climática, analizada desde el rigor científico y la observancia empírica, ha dado origen a teorías más aventuradas que apuntan al “efecto foehn” como causa del primer asentamiento “sapiens” en esta zona de Europa. “Hace unos años –indica en su blog el climatólogo Anton Uriarte- se me ocurrió una hipótesis sobre el origen del euskera y de los vascos —o de los magdalenienses, según se prefiera—, según la cual una mayor frecuencia de viento sur durante los últimos tiempos fríos de la glaciación creó una zona de refugio climático invernal en el territorio de Cantabria, País Vasco y Aquitania (Iñigo Gurruchaga escribió un artículo http://www.elcorreo.com/vizcaya/prensa/20060930/portada_viz/britanicos-descienden-vascos-edad_20060930.html, a propósito de un libro publicado en Inglaterra sobre el origen de los británicos). En aquel tiempo glacial, el viento sur no traía lluvia a la Península, sino nieve— pues el Atlántico estaba muy frío— y la hacía inhabitable. Y la vida en la mayor parte de Francia y del resto de del occidente europeo tampoco era soportable, debido a los vientos del nordeste que bajaban desde el manto de hielo Finoescandinavo”

Desconozco si en Magadaleniense el efecto “foehn” creó en el ámbito geográfico del País Vasco “una zona refugio de clima más benigno para la fauna y para los seres humanos”. Lo cierto es que, por una u otras razones, quienes habitamos esta zona, mantenemos comportamientos atípicos y diferenciados a los de otros congéneres de nuestro alrededor.


Los resultados de las elecciones generales pasadas lo demuestran. Siendo comicios generales a Cortes españolas, la conducta del electorado vasco rompió el bipartidismo y las tendencias. Así, las opciones abertzales sumaban más sufragios que las tendencias de orientación constitucionalista española, en un comportamiento sociopolítico atípico y provocador. Ni las consecuencias de la crisis económica, ni el miedo a los recortes sociales, ni la mayoría absoluta, hicieron suficiente mella en el electorado vasco para que se comportara de manera análoga a como lo hacían los votantes aguas abajo del Ebro.

Las pruebas sociológicas y de conducta de la ciudadanía vasca refutan nítidamente la tesis de quienes mantienen la teoría de que no existe un contencioso específico en Euskadi. Hasta el “veranillo de San Martín” confirma que éste país resulta singular. Ni mejor ni peor, pero sí distinto.


¡Ay Galileo, cuan incomprendidos somos!.



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