lunes, 21 de noviembre de 2011

MIRARSE AL ESPEJO SIN COMPLEJOS

Esta vez, todos no han ganado. Resulta incuestionable. En otras ocasiones también, pero las valoraciones tras el recuento electoral siempre dejaban ganadores, nunca derrotados. No es el caso, si bien algunos han preferido maquillar sus resultados con discursos de bote de humo.



Primera consideración; elecciones generales, resultados vascos. Las formaciones abertzales se imponen al bipartidismo, a la indignación por las consecuencias de la crisis y el temor a los recortes sociales.

De los 23 diputados en liza en Euskadi sur, 13 son abertzales (7 Amaiur y 6 PNV+Geroa bai). . En votos, el PNV + Geroa Bai 365. 928; PP+UPN 336.101; Amaiur 333.682 y el PSOE 326.761.

Los mensajes del “cambio” o del miedo a la involución social no han terminado de cuajar en Euskadi. El modelo PNV – la construcción nacional del día a día- y la épica de un nuevo tiempo han movilizado el voto. El voto por Euskadi, en sus diferentes vertientes, ha cautivado más a la ciudadanía que la crisis y sus consecuencias. Todo ello, con matices y salvedades territoriales. Pero como titular global cabe reseñarse que Euskadi- y en esta ocasión Euskadi sur- también es diferente a España en comportamiento electoral.

Los que han perdido:


En primer lugar y, sin matices, el Partido Socialista. Su varapalo en el Estado no admite peros. En Euskadi, esperaban más. Hace cuatro años, y sin la presencia de la Izquierda Abertzale, arrollaron. Ganaron al PNV en Bizkaia y Gipuzkoa. Hoy, sus resultados observan una tímida mejora respecto a los comicios forales y municipales. Pero cómputo global es decepcionante. Los socialistas no rescatan sufragios ni en la metrópoli ni en los núcleos urbanos de referencia. Tras esta segunda debacle, el Gobierno de Patxi López posa desnudo y a la intemperie. Nadie duda de que las elecciones autonómicas están, ya, a la vuelta de la esquina.

El Partido Popular sonríe ante el triunfo de Mariano Rajoy en el Estado. Pero en su cesta vasca nada aporta a esa cosecha. Al contrario, se estanca. Han sido incapaces de hacer funcionar la teoría de los vasos comunicantes y en Araba, donde gobiernan, y donde tradicionalmente el comportamiento electoral se asemeja, en unos comicios generales, al rol del Estado, no consigue despuntar. Otro tanto le ocurre en Navarra, pese a su alianza con UPN. Basagoiti puede celebrar la mayoría absoluta en el Estado, pero su aportación a la misma es cero.

Los que han ganado:


Amaiur o la acumulación de fuerzas impulsada por la Izquierda Abertzale ha conseguido el objetivo pretendido. Gana en escaños, que no es poco, pero no en votos. El llamamiento a la épica ha conseguido emocionar al electorado. Romper el techo será complicado pero la entrada de “Aralar” –salvo en Araba- no ha hecho que la aritmética se traslade a la política. De todas formas, nadie puede negar su éxito. Impulsados por el cese definitivo de la violencia han conseguido convencer a su universo del binomio “paz por votos”. En tal sentido, la lucha política afianza su horizonte. Una buena noticia para todos.

En lo que respecta a su pulso por el liderato abertzale y pese a tener viento en la popa, no ha conseguido doblegar al PNV. Encarnizado duelo que continuará en las autonómicas y que augura emociones fuertes. Si quiere pugnar por el “sorpasso”, una vez completada la “acumulación de fuerzas” la Izquierda Abertzale necesitará clarificar su perfil y, en esa nueva estética, la eficacia en la gestión allá donde gobierna será determinante para captar nuevos adeptos.

El PNV ha superado una durísima prueba. Llegaba a unas elecciones generales fuera de foco y buscando su espacio en el nuevo mapa político vasco. Lo encontró reivindicando su modelo y certificando que no cambiará su ritmo en la carrera pues se sabe corredor de fondo. Su campaña ha ido de menos a más. En ocasiones, mira demasiado al pasado para demostrar su solvencia y no percibe que la ciudadanía ya da por reconocida su trayectoria. El PNV tiene, debe, mirar más adelante y centrar su objetivo en una Euskadi europea y no en la confrontación con el Estado. Nacionalismo útil es la clave.

El PNV de Urkullu, líder indiscutible según lo ha demostrado en los últimos meses, va a seguir notando el aliento de la izquierda abertzale en el cogote. Su debilidad en Araba, donde ya es cuarta fuerza política, le desequilibra. Sobre todo, si tenemos en cuenta que en unos comicios autonómicos los votos de Gasteiz alimentarán 22 de los 25 escaños de ese territorio. Ahí, necesita cambios. Y, también ajustes en los demás territorios, donde la sala de máquinas, los municipios, las organizaciones locales, exigen de mayor atención y mano de obra. No todo es puesto de mando ni laboratorio de ideas. Movilizar y ganar electores implica también ensuciarse los zapatos.

Pese a todo, el PNV ha sabido superar este dificilísimo test de las elecciones generales. Mención especial merece su apuesta atrevida en Navarra, junto a independientes que han sabido compensar las fugas de EA y Aralar de NaBai. Geroa Bai es un nuevo camino. Una ruta válida para encontrar la alternativa que siempre buscó y que, hasta ahora, no pudo descubrir.

Los resultados del pasado domingo alumbran una expectativa política diferente para todos. Para los abertzales, reforzados en sus respectivas propuestas, y para los “constitucionalistas” que, en Euskadi parecen perder fuelle malogrando su apuesta gubernamental.

Todos tienen ante sí la posibilidad de analizar carencias y fortalezas. La reflexión exige sosiego. Nunca zozobra. Hacerse trampas en el solitario puede reconfortar. Lo mismo que asegurar que se ha ganado cuando la realidad indica lo contrario. Es la hora de que cada cual se mire al espejo sin complejos.

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