viernes, 16 de diciembre de 2011

¿RANCIO ALDEANISMO?

Jose Antonio Pastor reapareció la pasada semana en la escena política. Tras los últimos batacazos electorales del Partido Socialista, el secretario general vizcaino se había recluido en eso que algunos han denominado  místicamente  como “exilio interior”. Resulta loable y digna de reconocimiento su decisión temporal de “apartarse”  de la primera línea  tras un revés electoral. Demuestra coherencia, autocrítica y responsabilidad. Aunque sólo sea un paréntesis, es una actitud a tener en cuenta en los tiempos que corren.

Pastor tenía previsto volver a la actualidad política en el mes de octubre. Así trascendió la intención de su partido, en ausencia del lehendakari, de enviarle a la Conferencia Internacional de Aiete, prolegómeno del anuncio de “cese definitivo” de la violencia de ETA. Un infortunado accidente de moto en Asturias le imposibilitó el retorno. El siniestro, con dolorosas consecuencias en clavícula y en un talón, le mantiene postrado en una silla de ruedas, con la movilidad y la actividad reducida. Vayan desde aquí mis mejores deseos para su rápida y total recuperación en el menor tiempo posible.

Fotografía publicada por "El Correo" en su entrevista del pasado lunes 12-XII-2011
Pese a la merma física, y esto también es de agradecer, el dirigente socialista ha hecho un esfuerzo por reincorporarse a la actividad política e institucional. Y lo ha hecho con ímpetu, recuperando, poco a poco, el tiempo perdido. En la última semana le hemos visto en el Parlamento, en ruedas de prensa, y en entrevistas varias. A tenor de lo escuchado y leído, Jose Antonio Pastor vuelve a estar en plena forma. Su verbo sigue siendo fácil, bien declinado y la presencia sosegada que transmite  no le impide repartir mandobles a diestro y siniestro sin perder compostura.

Sólo ha habido una materia, de las cuestionadas  en su reaparición mediática, que le ha delatado irascible; su vecindad en Castro Urdiales.

El pasado lunes, el diario “El Correo”, publicaba una larga entrevista a doble página que finalizaba de la siguiente manera ( lo reproduzco textual para que nadie  interprete que se trata de una manipulación):

“– Usted ha sido muy criticado por el PNV. ¿Le dolió que le censurasen por el simple hecho de vivir en Castro?

–Claro. Me parece una absoluta aberración, fruto del aldeanismo más rancio. Aquí cada cual vive donde le da la gana. Estaría bueno que el PNV nos tuviera que decir dónde
puede vivir uno en una Unión Europea donde hay libertad de residencia.
Yo en ese municipio duermo,  pero vivo y trabajo en Euskadi.
No tengo que dar explicaciones a nadie. Puedo sacar una lista enorme de dirigentes y afiliados del PNV que viven en Castro. Además, me parece muy bien.”.

A quien esto firma, le parece de igual modo. Vivir donde uno quiera es una cuestión privada, un derecho que a todos nos asiste y que en ningún caso es censurable. Es, simplemente, una opción.

Lo que no me merece la misma consideración  es que se trampee con la residencia y el empadronamiento legal. Me explico. Cuando la Consejera Gemma Zabaleta habla de fraude en determinados beneficiarios de prestaciones sociales, pone el énfasis en las triquiñuelas que algunas personas hacen para cobrar los subsidios. Y la principal de todas ellas es el empadronamiento fraudulento. Es decir que, alguien, sin  decir verdad,  coloca su domicilio ficticiamente en un municipio de la Comunidad Autónoma Vasca, y por el simple hecho de  causar “alta”  en dicha localización administrativa, le da  opción a acogerse a una serie de derechos. De ahí que se pida, básicamente a los ayuntamientos y sus alcaldes, un control riguroso de las vecindades  y del padrón. En tal sentido, e incidiendo en esta lucha contra el fraude, Zabaleta ha endurecido los requisitos legales (exigiendo tres años de antigüedad en el padrón) para poder cobrar, por ejemplo, la renta  de garantía de ingresos.

Lo mismo ha hecho el Consejero Rafael Bengoa (antes del episodio del cannabis), eliminando del listado de usuarios de Osakidetza a todas aquellas personas sospechosas (miles según él) de empadronamiento irregular.  Siguiendo esa lógica, aplastante y que comparto, no puede entenderse  que pueda consentirse el “empadronamiento ilícito” en unos casos y en otros no.
Jose Antonio Pastor  ha reconocido que vive –duerme o pernocta- en Castro. Es su derecho. Lo que no puede hacer es sustentar sus derechos políticos (sufragio, elección, representación) en una ficción irregular y, me temo, que fraudulenta, como es  estar empadronado nominalmente  en Ortuella (Bizkaia). Con este argumento, no quiero quitarle ni su condición de “ciudadano vasco”, ni los derechos básicos que asisten a quienes  ampara dicha condición (Artículo 7.  Estatuto de autonomía de Gernika. “1. A los efectos del presente Estatuto tendrán la condición política de vascos quienes tengan la vecindad administrativa, de acuerdo con las Leyes Generales del Estado, en cualquiera de los municipios integrados en el territorio de la Comunidad Autónoma.”).

Le ley, amigo Pastor, está hecha para todos igual. Para  quienes  Zabaleta y Bengoa eliminan del censo y de los servicios básicos de la comunidad  y para el resto de los mortales, tengamos txapela o casco de motorista. ¿Rancio aldeanismo?


2 comentarios:

  1. Tienes razon Koldo. Y con lo que dice Basagoiti de la mentira-manipulación de 200.000 exiliados lo mismo.
    Quien quiera votar aquí, que viva y pague los impuestos aquí.
    Y si ha habido "exiliados" (algunos miles puede, pero no 200.000), que lo demuestren, y que les indemnice el Estado. Pero si quieren votar, que vengan a vivir aquí.
    Lo que no puede ser es vivir en ese paraíso fiscal en el que se ha convertido Madrid, y luego querer votar aquí.

    ResponderEliminar
  2. ¿Estará incluido el amigo Pastor en la lista de 200.000 exiliados de Basagoiti?

    ResponderEliminar