martes, 31 de enero de 2012

CONSTITUCIÓN VASCA, DE LA “LEGE ZAHARRA” A LA “LEGE BERRIA”

Ya no es un posicionamiento exclusivo del nacionalismo vasco. Es hora de abordar un nuevo marco jurídico-político que de a luz una nueva Euskadi. Un nuevo estatus político que permita una convivencia fructífera, al menos para una generación nacida en paz y sin el tributo de sangre y sufrimiento que hasta ahora hemos soportado.


Es la oportunidad buscada. Sin armas que amenacen y coaccionen la voluntad. Sin cortapisas ni excusas que impidan la libertad de opinión y decisión. Sin más barreras que el respeto a la dignad de las personas y su libre elección.

Es lo mismo que reclaman sociedades que buscan enraizar su futuro. Sí, Escocia, Irlanda del norte, Flandes. Adaptar el sentir de la ciudadanía a una formulación política concreta que respete su decisión.

El Partido Nacionalista Vasco lo concretaba en su último texto político aprobado en Asamblea General. Transitar de la “lege zaharra” – del ámbito de soberanía foral eliminado por la fuerza- a la “lege berria”, un nuevo concepto de soberanía democrática y participativa en la que el derecho a decidir sea reconocido e institucionalizado. En otras palabras, actualizar los denominados “derechos históricos” en una especie de “Constitución vasca” que bien pudiera ser amparada por la propia Constitución española desde una asimetría en la que la bilateralidad y el acuerdo formaran parte consustancial de su base de convivencia.

No es una pretensión extraña, ni tan siquiera tan diferente a la que, en estos días propugna Alex Salmond, el líder nacionalista escocés. El ministro principal, cuando habla de una Escocia independiente no renuncia ni a la tutela real ni a la libra esterlina como moneda propia. Plantea una Escocia con poderes dentro de la Commonwealth –Mancomunidad de Naciones- y de la Unión Europea, donde nadie ha dudado que Escocia continúe, aún en el caso de su “independencia”.



Una Constitución Vasca es la propuesta que el PNV plantea para el nuevo tiempo, un tiempo para la construcción de la Nación Vasca en Europa. Un tiempo para el acuerdo, desde el respeto y el reconocimiento de las sensibilidades identitarias que conviven en el seno de la sociedad vasca. Una Constitución en la que los “nuevos vascos”, quienes han vinculado su porvenir y su suerte al porvenir y a la suerte de Euskadi, tengan-tengamos una oportunidad para alcanzar la concordia. Una Constitución vasca para alimentar el país que deseamos, sin odiar ni repudiar otras concepciones. Simplemente para dar forma al rincón que nos cobije y en el que desarrollar nuestros proyectos vitales.

Jesús Eguiguren, el aún presidente de los socialistas vascos, ha vuelto a sorprender a sus correligionarios, con una propuesta política similar en el marco de una conferencia pronunciada en Bilbao. Y es que, pese a haber vivido de espaldas y casi enfrentados en los últimos tiempos, existen en Euskadi sensibilidades cuya cercanía es mucho más apreciable que la estimada a simple vista.

Cuando el discurso político se dirige desde el combate ideológico de supremacía, los puntos de encuentro se hacen inalcanzables. Cuando, en el objetivo se establece la necesidad de atender el bien común, más allá del cálculo o la rentabilidad particular, el consenso llega pronto. El esquema del Concierto Económico, del riesgo propio asumido responsablemente dentro de unos parámetros de respeto y de complementariedad institucional bidireccional, es el mejor exponente de que lo que es posible en el campo económico-financiero, debe también ser válido para el especio político e institucional. Ese es el camino. La coordinación, no la subordinación ni la supremacía. Eses es el camino de Euskadi. Recuperar la filosofía de la foralidad , de la subsidiaridad con espacios comunes que den respuesta a los problemas e inquietudes comunes, y con ámbitos vitales propios, privativos que , también permitan desarrollar nuestra identidad frente a la globalidad. Mancomunidad de Naciones. Escocia 2014. Euskadi 2015. De la “Lege zaharra” a la “lege berria”. Sin traumas ni catástrofes. Con democracia. Con libertad. Con respeto a la decisión de la ciudadanía.









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