viernes, 27 de abril de 2012

NO SE OCULTE MÁS, SEÑOR CONSEJERO.

Hoy me voy a poner serio. Se cumplen ya veinte días del fallecimiento de Iñigo Cabacas como consecuencia de una intervención de la Ertzaintza no suficientemente clarificada. Y parece, a tenor de la escasa respuesta dada por el Departamento de Interior, como si el expediente hubiera sido despejado, dejando en manos de la autoridad judicial el esclarecimiento de los hechos y la imputación de las posibles responsabilidades.


No hay duda de que los estamentos judiciales deban actuar en el caso. Pero ello no es óbice para que el Consejero de Interior se escude en el procedimiento judicial abierto para evitar informar al Parlamento y al conjunto de la sociedad vasca sobre las deficiencias o fatalidades que tuvieron como consecuencia la muerte del jóven seguidor del Athletic.

Rodolfo Ares no puede desaparecer del control político amparado en el secreto debido de una investigación judicial. No se le pide que inculpe a nadie, ni que publicite las identidades de quienes participaron en el operativo policial de aquella noche. No se le reclama ni la acción disciplinaria ni los pormenores de un operativo que resulto fallido con la trágica consecuencia de un fallecimiento.

Tampoco se pretende la politización de un caso que jamás debiera ser conducido por esos derroteros. Aunque unos pretendan llevar el agua a su molino y otros, con su oscurantismo, alimenten y abonen el terreno para la instrumentalización del suceso.

El Consejero Ares y su cúpula de gestión de la Ertzaintza han podido tener la tentación de desviar la atención pública del foco del problema. Han pretendido entretener la atención medíatica con elementos colaterales; las pelotas, las escopetas, la carga de pólvora de los cartuchos, la diseminación territorial de las brigadas antidisturbios, etc. Pero eso no es lo sustancial.

El Consejero Ares debe al Parlamento y a la sociedad vasca una versión oficial de lo acontecido en aquella noche del 6 de abril en Bilbao. Qué falló o qué condujo al fatal desenlace.



El Consejero Ares y su equipo deben una explicación de la tardanza en su reacción ante lo sucedido. Debe justificar la desactivación de la unidad de inspección general que se encargaba de investigar las conductas irregulares de los ertzainas e inspeccionar los diferentes servicios policiales, promoviendo mejoras constantes en la actuación con los ciudadanos. Debe hacer, por lo menos eso. Dar la cara y asumir las responsabiliaddes que a su equipo toca .

Sería muy fácil por su parte, señalar con el dedo a responsables últimos. O imputar determinada culpabilidad a la escala inferior de mandos . Eso sería lo más sencillo para expiar la responsabilidad de quienes han rediseñado la Ertzaintza a su antojo, sin caer en la cuenta de los problemas que esa nueva estructura reportaría. Y ahí reside el fracaso del que deben dar cuenta el Consejero Ares y sus asesores orgánicos.

No se le pide ni morbo ni infomación clasificada. Bastante mella está haciendo en la institución policial la política de fragmentación interna que lleva su equipo. Eliminando del la carácterística básica de “policía integral” que durante años identificó a la Ertzaintza, en aplicación de modelos semejantes a los de otras policías periféricas. O, el “apalancamiento”acelerado e intensivo del cuadro de mandos; “intendentes” y “comisarios” que, de haberse hecho en legislaturas pasadas hubiera causado la crítica de “nepotismo” y , a buen seguro, el escándalo mediático, cuando no la acción judicial.

El Consejero Ares ha manifestado en algun momento que una dimisión no devolverá la vida de Iñigo Cabacas. Por desgracia, tiene razón. Pero sí nos devolverá la confianza en los servidores públicos y en su compromiso de rendir cuentas de sus actos ante la ciudadanía. Tal vez sea un sacrificio riguroso, pero necesario.

Lo que ya resulta ineludible es que comparezca ante el Parlamento para presentar sus conclusiones de este trágico fracaso provocado por una acción policial. Porque una muerte siempre es un fracaso. Desviar la atención con otras consideraciones, no hará que nos olvidemos de Iñico Cabacas. Téngalo seguro.

No se oculte más, señor Consejero. Dé la cara. Ofrézcanos verdad. Sin aspavientos ni ni maniobras de distracción. No tema, seremos comprensivos. La sociedad vasca ni busca revancha ni escarnio político. Sólo quiere verdad, luz, para recobrar la confianza perdida. Nada más. Y nada menos..

















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