CARLOS URQUIJO, AGUIRRE, EL CHANDAL DE BIELSA Y LA DERROTA DEL ATHLETIC

Gran día de resaca futbolística. Mis amigos, que por equivocación se fueron a Budapest acertaron plenamente. Por la belleza de la ciudad, por el vuelo de ida, y el de vuelta, y porque, el encuentro futbolítsico no mereció la pena.


Los de Bucarest tras el cabreo por el fútbol visto, por el resultado y por la decepción, han tenido que padecer estoicamente el caos en el aeropuerto. Horas y horas de espera, de retraso sin explicación. Sin consideración, sin servicios, apilados como sardinas en lata. No me extraña el encabronamiento masivo. De la euforia a la depresión en unas horas.

Hoy, todo el mundo trata de encontrar una explicación a la pérdida de la final. Los analistas más templados consideran que la presión pudo a los rojiblancos. Que los colchoneros leyeron mejor el partido, que la rapidez del primer gol desbarató el sistema de los de Bielsa. Otros argumentan que el cansancio físico y mental del Athletic pasó factura, que la impericia de los jugadores frustró el éxito y que Falcao es un femómeno. Los menos lamentan los errores defensivos, la nula actuación de muchos jugadores básicos.
Todo tiene su argumento. Y seguramente cierto.


Sin embargo, yo me quedo con una explicación temeraria que un amigo, todavía perjudicado en esta mañana de derrota me daba.

Primera causa del fiasco; Euforia desmedida. Hasta Carlos Urquijo, el delegado del Gobierno español quiso apuntarse de víspera a la marea rojiblanca asomándose a la Gabarra. Gabarra a pique.

Segunda causa; Carlos Aguirre, Consejero de Economía del Gobierno vasco, vaticinaba la misma tarde de la final en Bucarest que “la derrota se hace imposible”. Sabiendo el grado de acierto de las predicciones del Consejero de Economía, en sus palabras estaba la maldición. Desacertó nuevamente. Alguien debía haber aconsejado a Aguirre que metiera sus profecías donde debiera guardar las correspondientes a la economía del país.

Tercera causa y fundamental. Todo el puñetero año reconociendo a Bielsa con el chandal gris – le hemos visto desde Lezama hasta el último acto social con tal indumentaria- y llega el día de la final y lo cambia por una impoluta sudadera negra.

Yo, cuando vi que el chandal no era el gris de siempre me acordé de la madre del utillero del Athletic.

Marcelo, te queremos. Pero de gris. No cambies núnca.

Seguro que hay más lecturas. Pero las vamos a dejar para otro día. Hoy toca recuperarnos anímicamente. Toca centrarnos en la copa. Empecemos por el patxarán.