viernes, 11 de mayo de 2012

TALCO Y HALIBUT

Todos mirábamos a Bucarest con el corazón en un puño a la espera de que la ilusión colectiva se hiciera realidad. No había otro foco de atención ni de preocupación. Ni el paro, ni la crisis, ni la madre que lo parió. Nada nos distraía de aquel acontecimiento. Era como si de lo que ocurriera en Rumania dependiera nuestro destino vital. Nos olvidamos de las preocupaciones más íntimas y de todo lo que no fuera fútbol y Athletic.


Pero la vida seguía implacable muy a nuestro pesar. Seguían los bombardeos en Siria, Obama mostraba su apoyo al matrimonio entre homosexuales, el Tribunal Supremo condenaba a los encausados en el sumario Bateragune y el Gobierno español nacionalizaba Bankia.

No había actualidad que eclipsara nuestro ardor rojiblanco. Nada noticioso que descentrara nuestra atención. Nada, hasta que las ediciones digitales de la mayoría de los diarios, reprodujeran un hecho insólito. La policía alemana recogía en las calles de Munich a un hombre desnudo que, a lágrima viva, suplicaba auxilio.


Se trataba de un ciudadano de color –negro- que, tras haber conocido a una mujer en un autobús, cedió a sus encantos y accedió a mantener sexo con ella en su piso muniqués. Aquel incauto ciudadano, se las prometía feliz por el ligue, sin conocer que lo que le esperaba no era jauja sino un infierno. La mujer en cuestión, le obligó a tener sexo durante 36 horas seguidas, según narró la extenuada víctima a los agentes tras escapar de la vivienda cuando la ninfómana por fin cayó rendida. El hombre estaba tan cansado que no podía dar un paso. Agotado y visiblemente irritado –como para no estarlo- recibió a los policías con lágrimas en los ojos: “ella me invitó a venir a su casa. Dios mío, era un infierno. No puedo caminar, necesito ayuda".


Aquel joven de origen africano se recupera aún de las secuelas de tanto trajín. Pero no fue la única víctima de la ardorosa teutona. Apenas hace dos semanas la ninfómana fue ya detenida. Entonces sedujo a un hombre de 43 años en un bar. Se llamaba Dieter Schulz. Charlaron, bebieron, bailaron y acabaron en el apartamento de ella. El varón terminó reventado tras mantener relaciones sexuales durante varias horas -denunció a la policía que la mujer le había obligado a tener ocho relaciones sexuales seguidas, sin descanso-. Quiso marcharse, pero su compañera le impidió salir del apartamento, exigiendo más placer. Con la puerta cerrada con llave, no tuvo más remedio que refugiarse en el balcón y pedir auxilio desde las alturas. Allí fue rescatado por agentes de la Policía alemana que arrestaron a la mujer. La incansable devoradora de hombres fue puesta en libertad con cargos, hecho que aprovechó para reincidir con una nueva víctima –el joven de color- a quien exprimió sin piedad hasta dejarlo sin gotita de rencor.

Tras este nuevo episodio de fornicación desenfrenada, la mujer alemana fue ingresada en un centro psiquiátrico donde, a duras penas, tratan de limitar su incontenida libido.

Es, como aqui. Necesitamos la terapia del Athletic para aplacar la excitaci´´on provocada por por el ambiente. Excitacion por los recortes, por los decretos, por las apreturas que incitan a la genitalina. Hemos dejado de pensar en Bucarest. Vivimos un sueño y nos despertaron de repente. Hoy, hemos desayunado en recesión, y con la sombra de una intervención por la falta de credibilidad del Banco de España. Como dicen los catalanes, “salut y força al canut”.


De un tiempo aquí observo a De Guidos y Montoro un tanto desmejorados. Lo ha evidenciado el CIS que ha desvelado un creciente desgaste de los populares españoles. No me extraña. Semana tras semana gastan energía a raudales en una jodienda a la que eufemísticamente llaman “reformas”. Hoy toca echar un polvo a la sanidad pública. Mañana a la educación. Pasado, al sistema laboral. Le sigue el sistema financiero, las infraestructuras , el déficit de las comunidades autónomas... Polvo tras polvo. Y sin preservativo.

Desconozco si detrás de tanta ansia fornicadora está la prima de riesgo o alguna alemana incitadora de instintos irrefrenables. Lo cierto es que, como no cesen su actividad van a terminar por jodernos vivos a todos.


Por aquí había un dicho que afirmaba que “sábado, sabadete, camisa nueva y ...”. Rajoy, en su nueva éjida, ha adelantado el polvo a los viernes. Todos los viernes toca, ha asegurado. Preparemos la vaselina, el talco y la pomada de halibut para las irritaciones y escoceduras.

Cuidado con la lascivia hiperactiva. Que no les ocurra como a los protagonistas de la historia de Munich. Que de tanto fornicio acabaron suplicando auxilio por agotamiento.

Y Patxi Lopez de campaña.

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