martes, 21 de agosto de 2012

RECUPERAR EL TIEMPO PERDIDO


El anuncio oficializado por el Lehendakari Patxi López de que la legislatura se acabó y  que el 21 de octubre tocará pasar por las urnas  no ha sobresaltado a nadie. Hasta la fecha  publicitada era con la que , por ejemplo , contaban los jeltzales  como más verosímil  para el encuentro electoral. Sólo  el rumor del enlace nupcial del jefe de gabinete del lehendakari había puesto  en entredicho que el domingo 21 de octubre fuera el día “d”.

Las previsiones se han cumplido. López no tendrá que volver al Parlamento a cosechar derrota tras derrota. Ni tendrá que romper su discurso de “superhéroe” contra los recortes  gubernamentales. No. No tendrá que presentar los números previos a un presupuesto que deberá ajustarse en cerca de mil millones de euros . Ni tendrá que afrontar el incorporar al mismo la amortización e intereses de una deuda que pesará como una losa a próximo inquilino de Ajuria Enea.

Patxi López ha echado la persiana de vacaciones. Enmascarando el déficit con artificios contables que le han permitido argumentar fatuamente que su gobierno ostenta superávit. 
Ha hecho mutis apuntándose el tanto de la pacificación. Ahora que pocos se acuerdan ya que el final de ETA le pilló en un tren a miles de kilómetros de distancia de la realidad vasca. Ha echado el telón con autobombo y butafumeiro. Campeón en convivencia,  en normalidad, el progresía… Tiempo habrá de analizar su herencia y su aportación a este país.

Hoy, lo importante es mirar adelante. Llega septiembre y muchas empresas, muchos comercios, muchos autónomos,  se darán por vencidos. Después de una resistencia heroica, habrá multitud de iniciativas emprendedoras que tirarán la toalla ahogadas por la falta de actividad , por el desplome del consumo y , fundamentalmente, por la falta de liquidez, por el abandono de la banca a esas pequeñas y medianas empresas necesitadas como el comer de préstamos con los que acometer materiales con los que cerrar pedidos y negocios.

Septiembre trágico en lo económico donde recobrar el pulso será para algunos un ejercicio de vida o muerte. Por eso creo que la noticia auspiciada por el lehendakari, más allá de un hecho político trascendente (cierra el tiempo de la segregación política y abre la ventana de una Euskadi pluralmente representada),  auspicia una cierta esperanza de que las cosas pueden cambiar en este nuestro país. 

Viviremos todavía un tránsito corto de controversia, de retórica estéril para perfilar cada opción política ante el electorado, pero confío en que dicho tránsito se haga fugaz y sin grandes sobresaltos. Porque lo importante, lo realmente trascendente sobrepasa en este momento la dialéctica política. Lo importante, lo trascendente pasa por comenzar a planificar actuaciones, medidas, iniciativas, que vuelvan a hacer creer en el futuro de este país. Medidas de choque entre lo público y lo privado, planes de austeridad y de rigor  que generen credibilidad y confianza. Acuerdos interinstitucionales que propicien estímulos de inversión. Ideas y propuestas que pese a provocar sacrificios nos permitan salvar la sostenibilidad del sistema público de protección social
.
Sí. Es tiempo de creer. De mirar adelante. Y quien se obstine en girarse  para instalarse en reproches y cuentas pendientes del pasado reciente, correrá el riesgo de convertirse  en estatua de sal. Porque, desde ayer, López y su Gobierno, afortunadamente, son pasado. Es tiempo de acción. De recuperar, a machas forzadas, el tiempo perdido.  Es tiempo de emergencia. De ser propositivos. Es tiempo de recobrar la autoestima, y , con ella, recuperar  el pulso de un país que algunos , en tres años y medio de alternativa, han dejado al borde del colapso.

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