viernes, 7 de septiembre de 2012

CATALUNYA, RESCATE Y FUGA

El próximo día 11, Catalunya celebrará su “Diada Nacional”, un “Aberri eguna” singularizado en esta edición por la compleja situación económica por la que atraviesan sus instituciones. A finales del pasado mes de agosto, la Generalitat solicitó la concesión de un crédito de 5.023 millones de euros al Fondo de Liquidez creado por el Gobierno español.


Los anticatalanistas de siempre achacaron al coste de las “embajadas” o a la emblemática TV3 como causas del colapso financiero de aquella nacionalidad. Pero, no. Las dimensiones económicas de los objetivos situados en la diana de la crítica resulta ridícula comparada con la magnitud del problema fiscal. Pero, siendo así, ¿cómo es posible que Catalunya haya llegado al límite del impago?. Una parte del problema tiene que ver con la evolución de la deuda. Hasta el año 2003 –último gobierno de Jordi Pujol- la deuda catalana ascendía a 10.900 millones de euros (el 7,4% del PIB)

Entre 2003 y 2008 (durante los gobiernos tripartitos de Pascual Maragall y José Montilla, pero antes de que empezara la crisis), la deuda absoluta aumentó en casi un 50% y pasó de 10.900 a 15.776 millones de euros. La Generalitat, lejos de ahorrar en época de bonanza se dedicó a tirar la casa por la ventana, gastando mucho más de lo que ingresaba. Explotó la burbuja. Comenzó la recesión. El gasto comprometido y la falta de ajustes llevó a que cuando Montilla y el tripartito se marcharon (2010), la deuda (34.229 millones de euros) DOBLABA la que se encontró al llegar a la Generalitat y TRIPLICABA la que el primer tripartito de Maragall encontró en 2003. En porcentaje del PIB, la deuda catalana había pasado del 7.4% al 17.3%.

Artur Mas llegó al Govern en 2010. A pesar de que su política nada más llegar fue la de aplicar la máxima austeridad no consiguió romper con la tendencia de endeudamiento, alcanzando los 42.000 millones (el 21% del PIB) según los últimos datos del Banco de España. La explicación es sencilla; la austeridad –necesaria a medio y largo plazo- tiende a agravar las crisis económicas a corto, empeorando la recesión y haciendo caer aún más los ingresos. Si a eso se le suma que el pago de los intereses son cada año mayores debido a la prima de riesgo, nos encontramos con que la deuda Sigue incrementandose , aunque su aceleración exponencial remite considerablemente..

Pero, la mala gestión de consecutivos gobiernos en la Generalitat no explica “per se” que Catalunya no tenga acceso a los mercados de capital y se vea obligada a pedir un rescate al Estado. Objetivamente, una deuda del 21% del PIB es muy pequeña si se comparase con el endeudamiento de todos los países de Europa. Es más, si Catalunya tuviera el mismo estatus político que el resto de países europeos, sus actuales parámetros económicos (21% de endeudamiento-PIB y un déficit entre el 1,5 y el 3%) dirían de esta Nación que cuenta con una economía saneada y buena parte de los mercados financieros estarían encantados de prestarle dinero. ¿Porqué no lo hacen?. Porque Catalunya depende de España.

El Gobierno español se ha dedicado a predicar por medio mundo –pese a que el 60% del déficit estatal corresponde a la Administración central- que la responsabilidad del déficit que arrastra corresponde a las autonomías. Y en base repetir el mensaje, los mercados internacionales han cerrado sus puertas a las “despilfarradoras” autonomías. Por el contrario, el Gobierno de Rajoy ha obtenido cierta laxitud –más plazo- a la hora de reconducir su déficit, pero de puertas hacia adentro, Montoro se ha quedado con todo el margen de maniobra suplementario obtenido, apretando a las autonomías para que cumplan con las estimaciones en los límites prefijados de antemano. “Lealtad” institucional de “ordeno y mando”.

Por otro lado, los mercados conocen que los impuestos que pagan los catalanes no son gestionados por la Generalitat sino que se van a España y es el Gobierno del Estado quien decide cuanto de ese dinero regresa a Catalunya –en Euskadi, gracias al Concierto Económico, lo recaudado en Euskadi se gestiona en Euskadi y solo una parte va al Estado-. Esa dependencia y subordinación -se estima que sólo el 60% de los impuestos pagados por los catalanes revierten en Catalunya- hace inviable la sostenibilidad del sistema. De ahí que Artur Mas propusiera la necesidad de un nuevo acuerdo, el “Pacto fiscal”, que Rajoy no ha dudado un instante en rechazar.

Pero la necesidad del “rescate interno” tiene todavía un elemento más. Catalunya no es la única instancia a la que se le niega la financiación externa. Lo mismo les ocurre a empresas solventes como Telefónica, Gas Natural o Iberdrola. Independientemente del sector en el que operen, de su solvencia o del éxito de su gestión, su asociación a la marca “España” es una lacra que las penaliza notablemente, poniendo desorbitados intereses impagables a sus fuentes de financiación exterior. De ahí que a los catalanes no les quede otra que acudir al “fondo de liquidez”.

La mala gestión de diversos gobiernos de la Generalitat, el crecimiento desmedido de su deuda, la deslealtad del Gobierno del Estado, el nocivo sistema de financiación autonómica y el descrédito de las instituciones españolas ha hecho que el “rescate” de Catalunya haya resultado inevitable. Algunos afirman que el rescate demuestra el fracaso del soberanismo catalán. Otros como el pensador Xavier Sala i Martin (*) afirman que “el rescate da la razón a los independentistas: Tal como está estructurada España, Catalunya es inviable. Y España... también.”.

La “Diada” será un termómetro. Apuesto por las altas temperaturas nacionalistas. Rescate y fuga.



*Xavier Sala i Martín , economista de nacionalidad estadounidense, y origen catalán, articulista, catedrático de economía en la Universidad de Columbia y Asesor Jefe ("Chief Advisor" ) del World Economic Forum donde, además, es coautor del Global Competitiveness Report y el padre intelectual del Global Competitiveness Index que ordena a 142 países del mundo por orden de competitividad.


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