Ocurrió ayer, martes 29 de octubre, en la Comisaría que la Ertzaintza tiene en Erandio (Bizkaia). La Consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, había convocado a los sindicatos de la Policía Autónoma para presentarles la reestructuración de los efectivos policiales en virtud del nuevo plan estratégico para la Ertzaintza diseñado por su departamento. ERNE, el sindicato corporativo mayoritario en el cuerpo ni tan siquiera esperó a conocer el documento y dio la “bienvenida” a la consejera con una concentración de protesta dentro del recinto policial.
Resulta, cuando menos curiosa, la actitud de ERNE. Protestar ante lo que se desconoce y hacerlo de manera irregular, ya que la concentración de protesta, ni tan siquiera fue notificada, como todos los mortales de este país debemos comprometer si deseamos expresar en las calles nuestro derecho a la libertad de expresión.
Difícil lo tiene la Consejera para concitar acuerdos cuando la cerrazón se instala de manera tan ciega e incomprensible.
La Ertzaintza necesita renovarse. Proximidad y cercanía con el ciudadano y especialización de sus funciones para poder acometer con mayor eficacia nuevas maneras de delincuencia. Prevención y disuasión ante el delito. Y , como no, información y análisis como alerta ante nuevas situaciones.
ERNE gozó de una amplia influencia en la gestión de la policía en el anterior período gubernamental. Ahora, haría bien en colaborar y no en poner zancadillas a los cambios que se ultiman. . Destruir siempre fue más fácil que construir. Determinar un modelo policial moderno y efectivo traerá cambios. Y todo cambio tiene afecciones a personas o colectivos. La cuestión está en saber diferenciar, en defensa del interés común, derechos laborales de privilegios. En la mano del sindicato está, vivir en la pancarta para que nada cambie o colaborar en la mejora de un servicio público que necesita, imponderablemente, una renovación y adecuación ante los nuevos desafíos a los que se enfrenta.
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